Los partidos señalan que estas son las elecciones generales "más trascendentales". Aunque suelen reconocer que el mensaje es un lugar común, un tópico de todas las campañas, añaden que esta vez lo dicen muy en serio. Ante un panorama político tan fragmentado, en el que ningún candidato podrá gobernar en solitario, las formaciones con más experiencia, el PSOE y el PP, diseñan unas listas donde las posibilidades de crítica interna se han reducido mucho. Socialistas y populares llevan a cabo una renovación a fondo de sus candidaturas, con un denominador común: están hechas a la medida de Pedro Sánchez y Pablo Casado. Ciudadanos, mientras tanto, intenta reponerse de sus recientes traspiés fichando a su izquierda y derecha. En Podemos, la división continúa. Y Vox, que concurre a estos comicios en el mejor momento de su historia, confecciona unas listas a contrarreloj, con un aparato en pañales.

El PSOE, que este domingo aprobará sus listas para las generales del 28 de abril y las europeas, autonómicas y municipales del 26 de mayo, en las que Sánchez ha ajustado cuentas con quienes lo defenestraron en el 2016, no duda de que logrará más escaños que nadie. Todas las encuestas publicadas coinciden en colocar a Pedro Sánchez como claro ganador. Pero hay otras. Los socialistas manejan sondeos que les dan por encima de los 135 diputados, acariciando la posibilidad de poder gobernar con Podemos y el PNV, sin necesidad del independentismo catalán. Aun así, varios cargos del partido, y algunos ministros, no ocultan que preferirían hacerlo con Cs, aunque lo ven casi imposible después de que los naranjas aprobaran un documento en el que se comprometen a no pactar con el PSOE. Los socialistas tienen miedo de que esa sensación de victoria asegurada desmovilice a su electorado. "Urnas vacías significa involución. Urnas llenas, progreso para todos", dijo Sánchez este sábado.

Casi al mismo tiempo, Casado llamaba a la unidad del PP, después de haber eliminado el día anterior a todos los partidarios de Soraya Sáenz de Santamaría durante la confección de los cabezas de lista a las generales. "Este es un partido unido", señaló Casado. Pero el PP ya no está tan cohesionado como antes. Los conservadores han recorrido el camino inverso a los socialistas, y ahora es la autoridad de su líder la que se discute. "Las elecciones se ganan, sobre todo, por un motivo: el miedo. Y Casado está poniendo en bandeja al PSOE el mensaje del miedo a la llegada de una derecha dura", señala un antiguo colaborador de Santamaría. Las expectativas no son buenas para los populares, que en los últimos tiempos han ofrecido síntomas de debilidad, como aceptar sumar a Cs en su coalición con UPN en Navarra, pedir sin éxito a Vox que no se presente en las provincias pequeñas para no dividir el voto y fracasar en su tentativa de sellar una alianza con Albert Rivera en Euskadi.

LOS FICHAJES NARANJAS

Rivera tampoco pasa por su mejor momento. Hace un año, cabalgaba a lomos de las encuestas, pero ahora todas coinciden en que no pasará del tercer lugar, a mucha distancia del PP. En los últimos días, su partido ha intentado cometer un pucherazo en las primarias de Castilla y León y parar la ampliación de los permisos de paternidad, pese a que esta es una medida que los naranjas siempre han defendido. Cs busca combatir el desánimo fichando a antiguos miembros del PSOE y del PP, y al mismo tiempo lleva a cabo un proceso de selección más propio de las grandes empresas que de los partidos políticos, mediante entrevistas con expertos en recursos humanos. Su número dos en las listas por Madrid será Marcos de Quinto, exvicepresidente global de Coca-Cola.

En Podemos, mientras tanto, la división sigue campando a sus anchas. No solo en Madrid, el caso más sonado, sino también en otros territorios como Andalucía y Galicia. Aun así, los morados confían en el regreso de Pablo Iglesias tras su baja de paternidad y en su capacidad para aprovechar el clima emocional de las campañas para remontar y acabar siendo decisivos en un futuro Gobierno con Sánchez.

El problema de Vox, por último, es otro. Sin representación institucional hasta las elecciones andaluzas del pasado diciembre, la fuerza de ultraderecha busca ahora a la carrera perfiles para incluir en sus listas a los cuatro procesos electorales que tendrán lugar en poco más de dos meses.