En una repleta Casa de Correos, en la Puerta del Sol, la Comunidad de Madrid ha celebrado su fiesta grande en un ambiente cargado de electricidad política.

El cisma de las derechas y la crisis interna del PP han atraído las conversaciones, y también las miradas hacia la escenificación teatral que se ha representado entre las arquerías de granito del palacio madrileño de gobierno: el esperado encuentro entre el expresidente regional, Ángel Garrido, y los compañeros del PP a los que ha abandonado para fichar por Ciudadanos

Se han visto este jueves dos maneras de afrontar su gesto, que todo el PP interpreta como traición: o bien sonriendo inmutable, para dejar en la insignificancia el valor de la supuesta venganza del madrileño -y así lo ha hecho la expresidenta madrileña Esperanza Aguirre, sentada junto a él durante la ceremonia-, o espigándose, sacando al vacío una sonrisa llena de dientes y pasando junto a él muy cerca sin tenderle la mano. Y así lo ha hecho Pablo Casado, presidente del PP.

El no-saludo ha sido el momento de mayor simbolismo allí donde el PP tiene su kilómetro cero, Madrid, bastión electoral de la derecha desde 1987.

Alusiones a Rajoy

En la fiesta de la Casa de Correos -durante el franquismo sede de la Dirección General de Seguridad, la oscura DGS- se han dado cita este jueves las tres derechas en cisma, aprovechando para explicar una vez más sus resultados o para devolverse bolazos de hielo entre sí.

De Ciudadanos y Vox, por ejemplo, ha dicho Pablo Casado que "se ha visto cuál era su estrategia: debilitar al PP. No lo han conseguido, pero parece que estén contentos de que gobierne Pedro Sánchez".

Vox le ha contestado por boca del secretario general, Javier Ortega Smith, diciendo: "Allá otros con sus divisiones. Esas batallas se las dejamos a los viejos partidos". Y Ciudadanos, restando credibilidad al giro al centro del PP: "No es creíble -ha dicho el candidato naranja a gobernar Madrid, Ignacio Aguado-. El centro ya está ocupado".

Pero estaba también en conversación la propia crisis del PP. Pablo Casado ha negado su paternidad sobre la derrota del 28-A, presentándola como resultado de una evolución a la baja que comenzó en tiempos de Mariano Rajoy y el sorayismo: "Llevamos perdiendo apoyos electorales desde hace ocho años. Por tanto, esto no es una cosa que sea imputable a estas elecciones generales", ha dicho, para de nuevo aludir a su antecesor gallego: "Perdimos un tercio de electores en 2015".

Patadas en el trasero

Esperanza Aguirre, que ha vuelto a esta fiesta tras dos años de ausencia, ha recordado cómo la suma de las tres derechas en los resultados madrileños de las generales, 53,5 por ciento, es el mismo porcentaje de la primera mayoría de los populares en Madrid hace ya 30 años.

Pero ha estado más interesante cuando ha considerado un "error" los calificativos "hirientes" de Casado sobre la subvencionada vida anterior de Santiago Abascal, líder de Vox, "cobrando de chiringuitos, fundaciones y mamandurrias". "Ha querido dar una patada a Abascal en mi trasero", se ha quejado Aguirre, más castiza que un gato a rayas.

Al fin y al cabo, ella es la madre del concepto político ‘mamandurria’, referencia a las covachuelas de enchufados de los partidos. Ahora no le parece bien recordar que Abascal fue amamantado en una de esas entidades de la Comunidad de Madrid siendo ella presidenta, porque, ha dicho, "muchos votantes nuestros habían optado por Vox y se lo estaban replanteando para el 26-M".

Arranca la precampaña

Es que este Dos de Mayo ha sido también el arranque de la precampaña de los triples comicios del día 26. Ya enfocando a las europeas, autonómicas y municipales, ha recordado Casado a Vox como partido "que no respeta a la UE, ni apuesta por la Política Agraria Común, y que está al lado de populistas como Le Pen, que le felicita por los resultados obtenidos", y a Ciudadanos ha reprochado: "Alentar el transfuguismo da idea de la regeneración falsa que han tratado de enarbolar".

Ciudadanos también tenía munición contra el PP: "Hasta hace cinco días estaban, precisamente, ofreciendo ministerios a Vox y, hoy, parece que reniegan de Vox", ha explicado Aguado, intentado desmontar el giro de Casado hacia el centro.

En formación de a tres, sin separarse y con cierto respeto por el nuevo escenario en el que les toca jugar, ha llegado la cúpula, casi al completo, de Vox: Iván Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio, candidatos al Ayuntamiento y al Parlamento Regional, y Ortega Smith secretario general del partido. Una vez roto el hielo, Espinosa, en conversación informal con periodistas, ha asegurado no entender la actitud de Casado hacia ellos. Un cambio que achaca a que el líder popular "está bajo el control de algunos barones del PP, como el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, a cambio de seguir al frente de la formación".

UN PSOE ESCASO Y UNA IZQUIERDA FRAGMENTADA

Un recién aterrizado Pepu Hernández, candidato a la alcaldía, y un ya curtido Ángel Gabilondo, cabeza de lista a la Asamblea de Madrid, ha sido toda la representación de un PSOE que ha dejado en casa a ministros y representantes estatales. Sobre la crisis del PP poco han dicho. Sobre Vox, algo más. "Hablaré con todo el mundo, claro que sí, pero la negociación, solo dentro de la Constitución y las leyes", ha asegurado Gabilondo, antes de indicar que la idea de Abascal de acabar con las comunidades autónomas no respeta la carta magna.

A la izquierda del PSOE, una sopa de partidos que se ha convertido en un desfilar de dirigentes, entre ellos la alcaldesa Manuela Carmena e Íñigo Errejón, tándem de Más Madrid para el Consistorio y la Asamblea. Todos ellos con el claro objetivo de posicionarse contra el PP y erigirse como el voto útil de la izquierda.

La política y, sobre todo, la crisis del PP le han robado protagonismo a los que verdaderamente tenían razones para acudir a la Casa de Correos: los premiados. Entre los más destacados, y más buscados por todas las miradas, han estado el intelectual y presidente del patronato del Teatro Real Gregorio Marañón, el cantante Raphael, la escritora Elvira Sastre o la chef Samantha Vallejo-Nájera. No obstante, la mayor ovación ha sido para la selección femenina de fútbol sub-17, actual campeona del mundo.