Tras las elecciones del 14-F en Cataluña, en las que el PP cayó hasta los tres escaños y Vox se estrenó con 11, llegó el momento del análisis en la sede de los populares. El líder de los conservadores, Pablo Casado, ha conversado en estas dos semanas con los barones, presidentes provinciales y altos cargos del grupo parlamentario, para conocer sus impresiones y evaluar los errores cometidos. En sus conversaciones ha escuchado cómo muchos de sus interlocutores le han aconsejado que deje que el PP de Cataluña sea "autónomo de Génova". Dos personas con mucho poder en el partido han coincidido en esa recomendación: Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta, y Juanma Moreno, líder de la Junta de Andalucía.

Según fuentes de los equipos de esos dos dirigentes territoriales, ambos pidieron a Casado una reflexión sobre "qué modelo de partido necesita el PP en Cataluña". Ambos consideran que "tiene que ser autónomo de Génova", "más pegado" a la realidad de los catalanes y con un líder, Alejandro Fernández, que desarrolle un "discurso propio". Avisan de que como partido no pueden seguir siendo "residuales" en Cataluña y en Euskadi, donde el líder del PP fulminó al centrista Alfonso Alonso precisamente por reclamar autonomía. Casado colocó a Carlos Iturgaiz, que llevó al partido de nueve a seis escaños.

La carrera hasta las urnas de Fernández empezó de la peor manera, al ser apartado su número dos y responsable de la campaña, Daniel Serrano, por presuntas agresiones sexuales. La noticia, adelantada por este diario el 24 de enero, saltó tres días después de que las alarmas hubieran sonado en Génova. Pese a despreciar en público los sondeos que realiza José Félix Tezanos para el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), cuando vieron el que dio a conocer el día 21 decidieron tomar las riendas de la campaña y previeron el "desembarco de Génova". Aquel sondeo les auguraba siete escaños (tenían cuatro de las anteriores elecciones), pero a Vox le daba que irrumpía con entre 6 y 10 diputados.

Ni banderolas de Fernández

En ese momento, la dirección nacional de Casado, explican ahora fuentes conocedoras del cambio en la estrategia, decidió que había que sacar pecho de las siglas y contraponer la experiencia de gestión de los gobiernos autonómicos y municipales por toda España frente a la inexperiencia del partido de ultraderecha. Había que vender las siglas del PP frente a Vox. El candidato pasaba a un segundo plano. Y así fue. No hubo ni banderolas con la cara de Fernández.

Casado, casi todos los miembros de su cúpula y dirigentes de toda España se volcaron en la campaña. La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha ido hasta en cuatro ocasiones desde que empezó el año. El objetivo era capitalizar su buena imagen ante el sector de la hostelería por no haberles obligado a cerrar pese a la pandemia.

Fuentes del PP catalán admiten ese giro a finales de enero y creen que "no ha sido entendido" por parte del electorado, al que sospechan que no le ha gustado que "las voces que se escuchaban durante la campaña fueran siempre de personas de fuera de Cataluña".

El cara a cara con Garriga

Cuando en la segunda y última semana de campaña las encuestas internas empezaron a augurar el hundimiento del PP tras las últimas informaciones sobre Luis Bárcenas, fue imposible corregir el error. De hecho, llegaron otros, como el de Casado, el martes 9, renegando de la respuesta que dio Mariano Rajoy al referéndum del 1-O. Ese mismo día por la noche, las intervenciones de Fernández en el debate de TV-3 y su estilo a la hora de confrontar argumentos con el candidato de Vox, Ignacio Garriga, llevaron a pensar a la dirección nacional que deberían haberse apoyado más en él, que tiene personalidad propia y no es un mero recitador de argumentarios. Se intentó, pero solo quedaban tres días de campaña.

"No tenemos ninguna voluntad de choque con Génova. Los errores son compartidos y solo hay que trabajar y sacar el máximo partido a los tres diputados que tenemos", aseguran en la sede catalana del partido.