El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha apuntado a un futuro de convivencia en la sociedad vasca. Lo ha hecho en un homenaje a las víctimas del terrorismo celebrado este miércoles cuando se cumplen diez años del anuncio de ETA de abandono definitivo de la violencia. El titular de Interior ha afirmado que "una sociedad que tergiversa su pasado no tiene porvenir", ni puede "planificar ese mañana de necesaria convivencia".

Grande-Marlaska ha situado en la categoría de "compromiso de Estado" el "deber" de "luchar contra la desmemoria para reparar el dolor y el honor de todas las víctimas del terrorismo", y ha asegurado que esa es la política del actual Gobierno como también lo será de todos los próximos. "No lo dudéis", ha certificado al público presente este miércoles en el Memorial de las Víctimas del Terrorismo en Vitoria (Álava), donde se ha celebrado el acto.

El titular de Interior ha sostenido que el final de ETA llegó como "una derrota sin paliativos, porque no alcanzó ninguno de sus objetivos". Tras recordar la labor de los distintos cuerpos policiales contra ETA, ha afirmado que la banda "sucumbió por la fortaleza de la sociedad española, decidida a vivir en paz y libertad".

"Rabia y liberación"

Flanqueado por las víctimas de ETA Dori Monasterio y Alberto Muñagorri, el ministro ha relatado que el 20 de octubre de 2011, al oír el comunicado de la organización terrorista, sintió "una mezcla de rabia y liberación". Medio siglo de ETA, ha dicho, dejó "un dolor que es muy difícil de narrar", provocado no solo por los atentados, también por "la opresión silente y asfixiante de sus apoyos políticos y sociales". Para quien fue juez en Euskadi y en la Audiencia Nacional, el nombre de ETA "solo significa violencia irracional".

Grande-Marlaska ha sostenido que el tiempo no ha parado la actuación policial. Estos diez años tras el comunicado de ETA, las Fuerzas de Seguridad han hecho 241 detenciones, localizado 35 zulos, intervenido 362 armas, 900 kilos de explosivos, 3.100 detonadores y 6.000 cartuchos, manteniendo como reto "aquellos crímenes que todavía no ha sido posible esclarecer".

Las víctimas de ETA son "símbolos de la defensa del Estado democrático frente a la amenaza terrorista", ha dicho. "Reconocemos vuestro sacrificio; sois la referencia ética del sistema democrático. Mila esker (mil gracias)", ha proclamado al finalizar su intervención, y después de comprometerse a "conseguir la deslegitimación social del terrorismo pasado, presente y futuro".

Eran niños cuando ETA los golpeó

Por la mañana, en TVE, el ministro ha considerado que la izquierda abertzale debe seguir "dando pasos" con "hechos concretos". Entre ellos, "condenar los 'ongi etorri'", los festejos de bienvenida a presos de ETA cuando salen de la cárcel. Grande-Marlaska ha anunciado que su departamento trabaja en un "marco legal" contra esos homenajes.

El Memorial de Vitoria ha convocado a dos víctimas vascas para hablar en este aniversario. Dori, hija del taxista Fermín Monasterio Pérez, al que el 9 de abril de 1969 convirtió ETA en su primer asesinado civil, se ha emocionado al recordar que tenía 10 años el día del crimen, y que ese día era el primero que oía hablar de la banda. Se inició entonces una etapa de "silencio y miedo muy presentes en el seno de mi familia", ha contado.

Dori Monasterio ha aprovechado la presencia del ministro para reivindicar: "Pido que sigamos trabajando por preservar la memoria. No podemos legitimar con el olvido todo el sufrimiento vivido durante décadas".

Alberto Muñagorri, segundo en intervenir, es un ejemplo de superación. Medio kilo de goma 2 en una mochila de ETA le arrancó una pierna, la mitad de la vista y la mitad del sentido del oído el 26 de junio de 1982. Tenía 10 años; estaba jugando en la calle. Hoy es un deportista al que su discapacidad no le ha impedido correr la Bilbao - San Sebastián.

"La bomba me estalló a mí, pero la onda expansiva afectó a toda mi familia, en forma de dolor, sufrimiento y tristeza", ha contado. Le recogió un hermano, que no lo reconocía tendido en el suelo. Su madre dijo aquel día a la prensa: "Por favor, que mi hijo sea el último". "Pero eso no ocurrió", ha recordado Muñagorri en un momento emocionante del acto: . Al ministro le ha dicho: "Tenemos que deslegitimar la violencia y hacer ver que todo lo ocurrido fue injusto".