El pasado 13 de marzo Fran Hervías, el hombre que recorrió España en coche durante años para montar la estructura de Ciudadanos en comunidades y municipios mientras Albert Rivera impulsaba el proyecto en Madrid, abandonó el partido naranja. No lo hizo tras la debacle de noviembre de 2019, cuando se marchó el líder y gran parte de su guardia pretoriana. El que era secretario de Organización se quedó y negoció un puesto en el Senado con Inés Arrimadas, sabiendo que la nueva líder no contaría con él para la nueva cúpula.

Ese mismo día comunicó que se sumaba a las filas del PP. La versión oficial es que se incorporaba al equipo de Organización de Ana Beltrán, pero en realidad trabajó codo con codo desde el primer día con Teodoro García Egea y su número dos en la sede, Alberto Casero. Hervías llegó a Génova 13 con una agenda repleta de nombres que tenían en común sus dudas con Ciudadanos: muchos le debían favores, algunos estaban muy decepcionados y otros (los que más) tenían interés en seguir en política aunque su partido desaparezca.

Y coincidiendo con ese momento, pero también con la moción de censura en Murcia que dejó tocada a la formación naranja, empezó el goteo de marchas. Concejales, senadores e incluso un diputado de Ciudadanos en el Congreso se marchó al Grupo Mixto. En cada operación el partido de Arrimadas ve la mano negra de Hervías. Esta semana el fichaje de Génova volvió a acaparar los titulares por la filtración de un audio que afectaba de llego al gobierno andaluz. El vicepresidente, Juan Marín, le decía a sus diputados en una reunión privada que realmente no había ningún interés por sacar adelante las cuentas públicas en el último año de legislatura. El dedo acusador se volvió hacia Hervías (y, por extensión, a Génova). Pero el exdirigente naranja lo negó tajantemente. 

Este fin de semana se celebra el congreso regional del PP andaluz en Granada y uno de los invitados fue el propio Marín, que exhibió una sintonía total con Elías Bendodo, mano derecha del presidente de la Junta durante una intervención conjunta. Una imagen nada habitual, pero que no gusta especialmente en Génova.

La moción que provocó el fichaje

Hervías era el hombre más temido del partido naranja por los secretos que conocíaNingún territorio se le escapaba (en algunos le adoraban y en otros, todo lo contrario). Pero en la mayoría de ellos le debían mucho. Empezó a llevar las siglas naranjas a pueblos que no sabían de la existencia del partido, con un mensaje que cautivaba por lo nuevo, lo regenerador y la idea de que otra política era posible. Reclutó afiliados por centenares y fichó a decenas de perfiles que después irían en listas electorales y entrarían en instituciones. Algunos, incluso, de su mano llegaron a gobiernos autonómicos y locales.

El partido naranja nunca remontó tras el desastre del 10-N. Pero algunas decisiones de la dirección nacional que encabezaba Inés Arrimadas, esencialmente la moción de censura en Murcia, remataron sus posibilidades. Ahí están los resultados en Cataluña (de 36 escaños a 6) y los de Madrid (de 26 a cero). El malestar de Hervías (y de otros cargos) era notable desde hacía mucho tiempo. Él ya conversaba a menudo con García Egea. Pero decidió marcharse el 13 de marzo, tres días después de que se conociera una moción de censura contra su propio socio de gobierno sin tener amarrados los apoyos. Aquello no salió adelante y el PP se mantuvo en el poder expulsando a los naranjas y fichando a algunos de sus miembros, que ya son populares.

Y la captación de Hervías fue "el verdadero golpe de efecto" de Egea, como reconocen muchos dirigentes actuales de la cúpula naranja. "La venganza contra nosotros", asumen. La moción de censura de Murcia fue algo más que una operación política para el secretario general. Era un ataque a su línea de flotación, a su autoridad y a su influencia. Que la moción se intentara en Murcia, la tierra del secretario general que ahora preside un íntimo amigo suyo, Fernando López Miras, al que Ciudadanos quiso desbancar. García Egea se trasladó de inmediato a su comunidad para darle la vuelta a la situación. Si salía adelante él también estaría acabado. Fue el golpe más duro que recuerda en su trayectoria y lo aguantó.

Pero el sentimiento de traición con el partido naranja, con el que además se habían hecho acercamientos muy recientes al máximo nivel con presencia de familiares, se le quedó grabado a fuego. Con Hervías se intensificó una OPA hostil que el PP llevaba tiempo ejerciendo. Llamadas, contactos y sondeos en cada comunidad y provincia. Después del 4 de mayo, cuando los naranjas se quedaron fuera de la Asamblea de Madrid, las tornas cambiaron. En Génova insisten en que "no tienen que moverse porque son los propios cargos de Ciudadanos los que llaman a la puerta".