Era "imperativo" poner fin a la crisis diplomática con Marruecos y acabar con una "situación de tensión" y de "falta de comunicación". Con este argumento defendió el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, este miércoles en comisión en el Congreso, el giro que ha dado España sobre el Sáhara Occidental que ha permitido la vuelta de la embajadora marroquí en Madrid. "Nueva etapa" para pasar página a "unas de las crisis más graves en décadas", que se desarrollará, dijo, "sobre una hoja de ruta clara y ambiciosa, en beneficio de la integridad territorial y soberanía de España, de nuestra estabilidad y prosperidad".

Así, sin paños calientes, explicó el ministro cómo ha vivido el Gobierno la ruptura de las relaciones con Marruecos. Un reconocimiento que esta misma mañana hizo también el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, de visita en Ceuta y Melilla, al calificar la crisis de "insostenible". Su resolución supone terminar con toda una larga lista de temas pendientes. 

Albares se desplazará a Rabat el próximo 1 de abril y allí abordará "la normalización completa de las conexiones marítimas" y comenzará a diseñar el operativo de la Operación Paso del Estrecho (OPE), como adelantó este diario ayer martes. También "está en el orden del día el restablecimiento, de forma controlada, de la circulación de personas y bienes entre nuestros dos países", después de que manera unilateral Marruecos cerrara, en marzo de 2020, las fronteras con Ceuta y Melilla. La visita servirá para preparar el viaje oficial de Sánchez, aún sin fecha. De todo ello, según reveló el ministro, ha tratado este mismo miércoles con su homólogo Nasser Burita. Una conversación, justo antes de la comparecencia en la Comisión de Exteriores del Congreso, que prueba lo pendiente que Rabat está de la política española. 

El titular de Exteriores centró su primera intervención, sobre todo, en los beneficios que conlleva concluir con esta larga fase de incomunicación con Marruecos pero no apuntó nada de las consecuencias que el cambio de posición sobre el Sáhara, al respaldar abiertamente el plan autonomista del reino alauí, tiene en las relaciones con Argelia, que ha expresado su malestar con la llamada a consultas de su embajador en Madrid. 

Para Albares lo relevante es que desde ahora se retoma y se refuerza "la colaboración" entre los Ministerios del Interior y las Fuerzas de Seguridad de España y Marruecos "en materia de narcotráfico, tráfico de personas, lucha contra el terrorismo y contra el crimen organizado".

El ministro remarcó que la situación de cooperación entre los dos países se iba a "resentir" con una escenario de "tensión permanente bilateral". Por eso el Gobierno buscó un cierre de la crisis "no coyuntural ni rápido", había que hacerlo con "ambición", para lograr una relación "más estructurada", que garantice la "estabilidad" y que haga prácticamente imposibles "más desencuentros". El arranque de la nueva etapa, dijo, llegó el viernes, a través de sendos comunicados de Marruecos y España (por separado, y no coincidentes), como conclusión de "meses de trabajo". No detalló cuáles fueron los hitos en ese camino, el trabajo discreto de la diplomacia, aunque sí recordó los "discursos al más alto nivel" que fueron marcando la pauta: el discurso de Mohamed VI de agosto de 2021, en el que muestra su disposición a abrir una etapa "inédita" entre los dos países, la mano tendida inmediatamente después de Sánchez y la alocución de Felipe VI de enero de 2022, cuando apremió a que se materializara la nueva relación con España "sobre pilares más fuertes y sólidos".

Intento de negar el giro

En la misiva de Sánchez al monarca alauí, que se conoció en su integridad este miércoles a través de 'El País', el presidente se decanta claramente por la propuesta de autonomía para el Sáhara que Marruecos entregó en abril de 2007. Es "la base más seria, creíble y realista" para resolver el conflicto, y que se halla dentro del "marco de Naciones Unidas". Como había hecho por la mañana, en la sesión de control en el Congreso, Albares defendió que la nueva posición es "coherente" con la mantenida por los sucesivos gobiernos españoles desde aquel año, 2007, por el PSOE y por el PP. Es cierto que las declaraciones conjuntas de las Reuniones de Alto Nivel (RAN) de 2008, 2012 y 2015 aludían a los "esfuerzos serios y creíbles" llevados a cabo por Marruecos pero, como le recordaron los grupos al ministro, la diferencia es que ahora España se posiciona, al inclinarse por la propuesta marroquí.

El jefe de la diplomacia indicó que esta es la nueva "gran oportunidad" para "desencallar" un conflicto que lleva enquistados más de 46 años, "demasiados". Y lo es también, aseguró, frente a las críticas de la oposición (y especialmente de la izquierda), para la población saharaui, a la que España "no va a abandonar". El país seguirá siendo el "primer donante bilateral", pero no es suficiente, defendió: ahora hay que abrir la "perspectiva de una solución mutuamente aceptable" para las partes, misión encargada al enviado especial del secretario general de la ONU para el Sáhara, Staffan de Mistura, con el que Albares se ha reunido ya "cuatro veces" desde que asumió el cargo en noviembre. "Si no nos involucramos y le ayudamos", dijo, el conflicto seguirá "enquistado cinco décadas más". España, pues, quiere dejar de ser "espectador" para tomar "parte activa" en la resolución del contencioso.

El titular de Exteriores sostuvo que el objetivo del Gobierno ha sido siempre "solo uno": defender "los intereses de España", la integridad territorial y la soberanía de España, y también su prosperidad. Las diferencias están superadas, como ha visualizado, dijo, la vuelta a Madrid de la embajadora marroquí, Karima Benyaich. "Hemos puesto fin a la crisis. Es el momento de trabajar conjuntamente con Marruecos, solo tenemos que ganar”, concluyó.