Si todo sigue su curso, el primer cara a cara en el Parlamento nacional entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo tendrá lugar a finales de mes. Será en el Senado, en donde el líder del PP quiere desembarcar en dos semanas, tras consumar el relevo en la Xunta de Galicia. La expectación que ha creado el duelo político, sea cuando sea, es alta porque servirá para que los dos máximos favoritos a gobernar España a partir de 2023 confronten sus modelos y sus actitudes. Ahora bien, la apuesta del mandatario gallego guarda riesgos. Ventajas, sí, sin duda, pero también riesgos.

Así lo ve una fuente parlamentaria del Partido Popular, con trayectoria en el Senado. El principal, a su juicio, alude a la rentabilidad mediática. "Hace 20 años tenía sentido estar sí o sí en una de las Cámaras para debatir con el Gobierno, pero ahora, con la primacía que ejercen la televisión y las redes sociales, es dudoso", razona, en declaraciones a El Periódico de España.

Otra fuente parlamentaria de las mismas siglas, también con petición previa de que no quede recogido su nombre, se pronuncia de manera muy distinta. "Feijóo dice pocas cosas, pero las que dice quedan muy claras. Es útil contraponer esa claridad con la gestión de Pedro Sánchez, al que obligará a una discusión argumental", asegura.

Más allá de las lecturas que formule la dirección nacional del PP sobre la irrupción en la Cámara Alta, están las que haga el PSOE. Fuentes socialistas han informado a este medio que durante la reunión de la Ejecutiva de este lunes nadie ha pronunciado una sola palabra sobre el asunto. Por ahora, interiormente, indiferencia entre las huestes de Pedro Sánchez. En público, hostilidad.

Sobre la utilidad del Senado

¿Será el Senado un trampolín o una trampa para el líder del Partido Popular, al que determinadas encuestas le sitúan cerca de ganar las elecciones generales?

Conviene reparar, ante todo, en cómo son las sesiones de control al Gobierno en la llamada Cámara Alta y en unas particularidades que intentan retratar la dinámica y diversidad del Estado de las Autonomías. Analizarlo someramente muestra una serie de elementos que apuntan a ese objetivo. Un ejemplo: parte de su composición son senadores propuestos por los parlamentos territoriales. Otro: tiene una comisión general de comunidades autónomas destinada a ser punto de encuentro entre el Gobierno central y los gobiernos regionales, sea para abordar un asunto de política general o para debatir una materia concreta. Apenas se reúne, cabe puntualizar.

El gran problema del Senado es una discusión secular. ¿Es útil o no? Su papel primordial consiste en dar segunda lectura a las leyes y en introducir cambios en aquellos aspectos que los grupos políticos aquí representados quieran y puedan acordar. Un ejemplo más o menos reciente: hace poco, a finales del año pasado, una mayoría de senadores consiguió pactar una enmienda nueva en el proyecto presupuestario. Hace menos tiempo, logró incorporar en el borrador de la ley de consumidores vulnerables un llamamiento a modificar la legislación que fuera necesaria para garantizar la atención personalizada a personas mayores en las oficinas bancarias. En ambos casos, sendas normas debieron regresar al Congreso para que avalara o rechazara los cambios.

A esta Cámara irá Feijóo tras ser propuesto por el Parlamento gallego. Para ejecutar la operación, ha tenido que renunciar un senador ya designado. Tras las últimas elecciones gallegas, hace dos años, se renovó la Cámara autonómica y, como es menester, envió la lista de los que corresponde a la comunidad después: tres, en concreto, dos del PPdeG y uno del PSdG. De la dupla popular, ha tenido que renunciar uno, Juan Carlos Serrano, para ceder el escaño al líder. Hasta aquí, ninguna controversia.

Las dudas empiezan a partir de ahora.

No son preguntas; son "mini interpelaciones"

Sobre las particularidades de las sesiones de control al Gobierno en el Senado, la primera, la que llama la atención enseguida, tiene que ver con la duración. En el Congreso, los duelos con el presidente se han tasado en cinco minutos, dos y medio para la máxima autoridad del Gobierno y otros dos y medio para el representante de la oposición. El orden siempre lo cierra el Ejecutivo, lo que supone una ventaja porque permite guardar un as en la manga (un as retórico, entiéndase) y desplegarlo al final sin el que adversario pueda ya replicar.

Pero en la Cámara Alta las preguntas-respuestas con el presidente duran 14 minutos, incluso más, porque es costumbre parlamentaria que la Presidencia de la institución se comporte con flexibilidad. Los duelos con los ministros, en cambio, se reducen y llegan hasta los siete minutos. En cualquier caso, más que en el Congreso.

La fuente con más dudas sobre el desembarco de Feijóo (si bien, apostilla, considera que en líneas generales es una decisión acertada) define estos lances de la Cámara Alta como "mini-interpelaciones". "Al haber más tiempo, es más fácil que Gobierno y oposición desarrollen sus argumentos", señala. Se trata de un factor con el que puede jugar Feijóo, pero también Sánchez, quien desde que es presidente ha ganado soltura como parlamentario.

Sin embargo, se ha pautado una comparecencia mensual del presidente en las sesiones de control del Senado, de las que hay dos o tres al cabo del mes. Suele producirse en la última semana. Ahora bien, no es una pauta obligatoria. Cuando Sánchez acudió al Senado el pasado 26 de abril, era su segunda asistencia del año. Una vez en el escaño, escuchó al aún portavoz del PP en la Cámara, Javier Maroto, y le respondió, empezando con ello la batalla oratoria. Fue una "pelea" por el modelo fiscal.

La presencia en medios y el potencial debate

La fuente parlamentaria "totalmente a favor" de la presencia de Feijóo en la Cámara resta importancia a la repercusión mediática de estos "cara a cara". Según su punto de vista, "es suficiente con decir un par de cosas que lleguen a la ciudadanía", lo que cree garantizado con el mandatario gallego, a diferencia de épocas pasadas. "Antes -en alusión a la época de Pablo Casado- los discursos se basaban en muchos mensajes, y se perdían; eso ha acabado".

Lo más destacado, prosigue esta fuente, es el "soporte institucional" que el líder del PP va a dar a ciertos discursos. No todas sus propuestas deben encauzarse a través de "canutazos" en medios o actos propios o de terceros, incluso a través de las ruedas de prensa hechas en Génova. Tiene simbología y trascendencia que el presidente del principal partido de la oposición pueda lanzar anuncios a pocos metros del presidente del Gobierno, lo que le forzaría a improvisar.

Más que un colchón institucional sólido, la fuente con más dudas enmarca la decisión de Feijóo en "un gesto de estima a la Cámara de representación territorial". A su juicio, el rédito político del líder del partido radicará en otros formatos y en otros paisajes. "Pedro Sánchez llegó a la Moncloa sin ser diputado; no le hizo falta", rememora antes de enfatizar que el manejo de las redes y de la agenda mediática puede resultar enormemente útil.

Siguiendo esta línea, recalca, es oportuno subrayar que el Senado reserva una limitada variedad de debates, a diferencia del Congreso, en donde a las sesiones de control de los plenos semanales hay que sumar las comparecencias por motivos concretos (consejos europeos, hechos graves de actualidad política, etcétera) y la organización de los debates sobre el estado de la nación. Aunque lleva siete años sin tener lugar, el Gobierno se ha comprometido a pedir uno durante este periodo de sesiones, es decir, antes de 30 de junio, aunque sin descartar julio en pleno extraordinario.

Un duelo Feijóo-Sánchez también es ideología

El senador a favor de que desembarque el líder tras completar su marcha de la Xunta aporta una variable ideológica. Convencido de que las elecciones se ganan desde el centro político, afirma que Feijóo representa y asegura justo eso: un espacio de moderación. Esto propiciará que "el mantra" del PSOE y del Gobierno sobre la connivencia con Vox se reblandezca y se diluya.

La percepción que genera el sucesor de Pablo Casado es la de un gestor que "ha ganado todas las elecciones a las que se ha presentado", que "tiene una amplia experiencia" al frente de las instituciones, que "no da miedo" y al que, por si fuera poco, "se le entiende".

Frente a él y esas perspectivas más que optimistas, un Ejecutivo, el de coalición, que se "va descomponiendo", manifiesta dicha fuente. No es necesaria la hiperactividad en el Senado, como el calendario garantiza, porque ya se estaría cumpliendo esa máxima que establece que las elecciones no las gana la oposición, sino que las pierde el partido que gobierna. "Que el PSOE no entre en el cuerpo a cuerpo es un error; que se limite a despreciar a Feijóo es otro", sentencia.

Ahora bien, como sugiere una fuente socialista, es más que probable que Sánchez esté deseando exactamente eso: confrontar su modelo de país con el del líder gallego. Llegados a este punto, no hay que olvidar que quien cierra esos (no tan breves) debates es él.