El Gobierno de Pedro Sánchez ha vivido bajo un intensísimo fuego en las últimas tres semanas, desde que estalló el Catalangate, mutado, en un rizo argumental imprevisto, en el caso Pegasus, el espionaje a los móviles del presidente y los ministros de Defensa e Interior. Tres semanas bajo presión constante que ahora la Moncloa espera ver remitir y que ha colonizado la discusión política. Tres semanas que han despertado, en el seno del Grupo Parlamentario Socialista, la primera línea defensiva en el Congreso, la sensación de que el escándalo se ha manejado quizá con torpeza desde el Ejecutivo.

Algunos diputados hablan de “sorpresa”, otros de un paso “poco explicado y menos comprendido por la gente”, otros deploran que se haya “puesto en la picota” a Margarita Robles y se haya ayudado a la “victimización del independentismo”. También hay parlamentarios socialistas que consideran que el Gobierno tenía poco margen de maniobra, y que la gestión no ha sido tan “deficiente”. 

Pero, de manera muy amplia, subyace una importante dosis de incomprensión por los pasos que ha dado el Ejecutivo, su estrategia y su política comunicativa. La primera gran duda es por qué el Gobierno asumió sin más la denuncia de que más de 60 cargos independentistas habían sido espiados con el software Pegasus, publicada en The New Yorker y sustentada en el informe de Citizen Lab, un grupo de expertos de la Universidad de Toronto. 

“Desde el principio se abordó como si fuera verdad”, apunta una diputada, sin cuestionar que se trata de una institución no oficial, en la que además trabaja Elies Campo Cid, que está siendo investigado en la Audiencia Nacional por los disturbios de octubre de 2019, atribuidos a Tsunami Democràtic. Este error inicial, añade, contaminó toda la gestión porque se ofreció una respuesta “casi culpabilizadora”, dando por supuesto que era el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y que podía haber hecho algo incorrecto, cuando además, “todo el mundo conoce los vínculos del independentismo con Rusia”. “No se debió considerar que los hechos [el espionaje masivo] eran ciertos”. 

¿Transparencia en seguridad nacional?

El segundo momento de confusión fue la revelación de que los móviles del presidente del Gobierno y la ministra de Defensa (más tarde se descubrió que también el de Interior) habían sido atacados, también con Pegasus, y se les había sustraído información. El Ejecutivo argumentó que quería ser transparente, cuando la transparencia, señalan fuentes del Grupo Socialista, “no es una máxima que opera en cuestiones de Seguridad Nacional”.

Con la contraindicación, apunta un diputado y miembro de la ejecutiva federal, de que al publicitar las intrusiones a los dispositivos del presidente y de los ministros, “se puso el foco en la vulnerabilidad del Estado”. Y se sentenció desde el primer minuto a la directora del CNI, Paz Esteban, finalmente cesada este martes por el Consejo de Ministros y relevada por Esperanza Casteleiro, de la máxima confianza de Robles. 

Otro parlamentario pone el acento en que nada en este proceso “se ha sabido explicar públicamente”. “No ha existido política comunicativa”. “[Félix] Bolaños no ha salido bien” porque, además, “no puede estar en todo”. “Un buen técnico no cuenta necesariamente con visión política”. Y a esto se suma que pocos han entendido la disputa entre él y Robles por quién era el responsable de la seguridad del teléfono de Sánchez. También hay quienes critican a la titular de Defensa por su "yoísmo" y por ser un verso libre en el Gabinete.

Sánchez justifica el "relevo" de Paz Esteban en el "fallo en la seguridad de las comunicaciones del Gobierno"

Sánchez justifica el "relevo" de Paz Esteban en el "fallo en la seguridad de las comunicaciones del Gobierno" Vídeo: Agencia ATLAS | Foto: EFE

“Más allá de torpeza o no, se ha dado un espacio precioso de victimización al independentismo, amén de poner en la picota a la ministra de Defensa, que es una pieza de caza mayor por el blindaje que siempre Pedro ha hecho de ella”, manifiesta un diputado catalán. “Se ha hecho mal —concluye otro, de Madrid—. Hemos sido muy transparentes al comienzo y no teníamos alguna información de lo que había pasado y hemos generado más dudas que certezas. Pero tengo la sensación de que esta semana hemos aprendido y el tema ya no tiene más recorrido”. 

El temor de las andaluzas

Sin embargo, la crisis no se ha cerrado del todo. Aún queda por celebrarse la reunión entre Sánchez y el president, Pere Aragonès —aún sin fecha, pero en principio habría una ventana a finales de la próxima semana—, y que ERC enfunde el sable. El problema es que conforme avance el tiempo, más se echa encima la campaña de las elecciones andaluzas del 19 de junio. Razón añadida para que el líder socialista quiera zanjar con premura el choque con sus socios. 

Por eso, algunos diputados andaluces temen que el caso Pegasus se convierta en una herramienta arrojadiza contra el PSOE por parte de PP y Vox, arma peligrosa que se suma al “fiasco de la unión de la izquierda andaluza”. “La crisis no está superada, se ha dado un paso poco explicado [el cese de la jefa de los espías] y menos comprendido por la gente, y no han quedado bien ni Marga ni Félix”, señala un parlamentario del sur. Otra compañera no lo cree porque el espionaje “no es un tema prioritario”: “¿En los mercadillos y calles va a hablar el candidato [Juan Espadas] de Pegasus? El asunto no da para mucho más y aún no hay ambiente de campaña”. 

La cohesión, intacta

Otros diputados ven la botella medio llena, creen que pueden no sufrir "desgaste", necesariamente, Bolaños y Robles, y apuntan que, pese a la “complejidad”, el Gobierno se ha logrado bandear. “Hay que poner las cosas en contexto. No estamos hablando de gestionar la caseta de la fiesta mayor. Es un caso delicado, con multitud de variables, y no es fácil, y se ha hecho, dadas las circunstancias y las limitaciones que impone la ley, de la mejor manera posible. Félix y Margarita han hecho cada uno un papel, y ambos son complementarios. Y el que se va de rositas, una vez más, es el PP”, observa un parlamentario del PSC, que recuerda que el Ejecutivo está viviendo una legislatura difícil, con obstáculos “inéditos” que se están salvando.

Bolaños anuncia un "control interno" del CNI sobre el presunto espionaje

Bolaños anuncia un "control interno" del CNI sobre el presunto espionaje Agencia ATLAS | EFE

Dos diputados más indican que no advierten “preocupación” y sí “cohesión interna” en una “coyuntura muy complicada”. “Se ha gestionado bien, el problema es la deslealtad de otros”, sentencia un parlamentario castellanomanchego. Su presidente regional, Emiliano García-Page, fue muy duro esta semana, al cuestionar que la estabilidad del país dependa de los “menos fiables”: “Los culpables” de subvertir el orden constitucional no pueden ser “víctimas”. 

Las dudas que ha suscitado el manejo del ‘caso Pegasus’, no obstante, no se traducen en ningún caso en una contestación al líder. En absoluto. Pudo haber “sorpresa” inicial, concede un parlamentario, pero “enseguida” se materializó el cierre de filas, el “apoyo” al Ejecutivo y a su presidente. Lo que no quita para que haya quien resalte que el problema de fondo es que “no se transmita cohesión” con Unidas Podemos y con los socios, porque “eso sí es desmovilizador”. Y aunque la relación con ERC se enderece, no se puede ocultar la “tensión”. En la Moncloa prefieren mirar la cuenta de resultados: una semana más, ninguna votación perdida. Pese a todo y pese a todos.