Cuando Macarena Olona (Alicante, 1979) confirmó su candidatura a la Junta de Andalucía más de un compañero de escaño en el Congreso se llevó un disgusto. No porque fuera una sorpresa, sino porque se confirmaba lo que no querían aceptar. Que el grupo parlamentario de Vox se quedaba sin uno de sus principales activos, por no decir el principal junto al portavoz, Iván Espinosa de los Monteros, en lo que respecta al día a día del partido en la Cámara.

Su marcha de la política, anunciada este viernes por sorpresa y alegando “motivos de salud” y, en concreto, “razones médicas” ajenas a su voluntad ha descolocado al resto de formaciones políticas. Más de una decena de dirigentes consultados por El Periódico de España, diario del mismo grupo, Prensa Ibérica, que este periódico,  de distintas formaciones aseguran desconocer qué le ha llevado a tomar la decisión, que ella misma asegura haber reflexionado durante días. Sin embargo, algunas personas dentro del partido reconocen que la crisis abierta a raíz de la campaña "lo cambió todo", que el Parlamento andaluz "no era su sitio" tras la mayoría absoluta de Juanma Moreno y que el plan pasaba por aguantar hasta las elecciones municipales. Finalmente todo se ha desencadenado antes.

A pesar de todo, “la salud no entiende de compromisos adquiridos”, decía su comunicado después de haber asegurado que se quedaría en Andalucía tras el fiasco del 19-J, la realidad es que su adiós llega en el peor momento para Vox.

La formación sigue en horas bajas tras las elecciones andaluzas y con el PP de Alberto Núñez Feijóo liderando todas las encuestas. El auge de la ultraderecha de Giorgia Meloni en Italia, país que debe acudir a las urnas en septiembre, devolverá el foco a la formación de Santiago Abascal por ser su partido hermano en España. Pero, más allá de esta cuestión, todo apunta a un estancamiento en los sondeos que Vox buscará combatir tras el verano.

Y, como dicen en otros partidos de la oposición, la caída de Olona supone un mazazo para el partido de Abascal por distintos motivos. Es cierto que el estudio poselectoral de la Fundación Centro de Estudios Andaluces (Centra) dejó algunos datos significativos este jueves. En concreto, que el 43% de los andaluces reconocía “rechazo” hacia la candidata de Vox y hasta el 46% sentía “tranquilidad” de ver a la formación ultra fuera del Ejecutivo. Pero el peso de los problemas internos desencadenados en la campaña, que apuntan a guerra interna, también están encima de la mesa.

La campaña que lo rompió todo

Olona se incorporó al partido como fichaje estrella para las generales de 2019 de la mano de Abascal. La abogada del Estado destacó desde el primer momento y se convirtió en la ‘arquitecta jurídica’ de la formación, con ayuda de otras personas, pero encarnando la oposición contra el Gobierno que Vox ha llevado a cabo desde el primer minuto: con recursos ante los tribunales y enmiendas a la totalidad.

Durante la pandemia, recurrió los estados de alarma y el cierre del Congreso de los Diputados. Y lo mismo con respecto a los independentistas catalanes (indultos), y con la mayoría de ‘leyes estrella’ impulsadas por la coalición de PSOE y Unidas Podemos: desde la nueva ley de educación a la ley de eutanasia, oponiéndose a la ley de vivienda o la ‘ley riders’, antes de la reforma laboral o recientemente a la de memoria democrática o la ‘ley trans’. Además de portavoz adjunta, ejercía como una de las grandes voces en la Cámara y no había un miércoles de control al Gobierno en el que no se hiciera viral su respuesta. Tanto por el contenido duro y radical; como por el tono, aplaudido en sus filas y criticadísimo en el resto de partidos y no solo en el Ejecutivo.

Precisamente, el ala dura que representaba en la formación es lo que al PP le hizo sospechar pronto que no encajaría en Andalucía. No solo por los tópicos que persiguió durante toda la campaña con abanicos y trajes de gitana incluidos, (“mal asesorada” ya avanzaban algunos tras el fichaje de Álvaro Zancajo, que con el tiempo no gustó nada dentro de Vox; y la cercanía al hasta ahora portavoz en el Senado, Jacobo Robatto, convertido en su principal apoyo), sino por la manera en la que expresaba su discurso: “Granada, soy tuya”, dijo en su primer acto como candidata. La exageración constante no parecía digerirse en la comunidad que quería presidir.

Durante la campaña, las discrepancias se hicieron visibles de manera constante. La tensión era evidente y la dirección nacional maniobró para forzar un cambio de estrategia sin éxito aparente. 

Luego vino la polémica del empadronamiento en Salobreña (Granada) que tampoco ayudó. Y los múltiples errores que fue encadenando en la campaña. La gran apuesta de Vox (por primera vez designó como cabeza de cartel a una dirigente ampliamente conocida) fracasó el 19 de junio. Ni consiguió entrar en el Gobierno de la Junta, ni tampoco iba a tener voz con fuerza en la oposición por culpa de la mayoría absoluta de Moreno, que la deja en la irrelevancia.

Después las cosas no mejoraron. Los problemas en el grupo parlamentario han sido constantes desde el principio e incluso la elección de Robatto como senador (ya era el portavoz) resultó enmendada después de que ella grabara un video anunciándolo. Finalmente y a pesar de la voluntad de Olona, María José Rodríguez de Millán (de Córdoba) fue finalmente la elegida. El partido explicó que su elección tenía que ver con la necesidad de que fuera una mujer para cumplir con la exigencia de paridad prevista en la ley de Igualdad.