Al desconcierto generado dentro del PP cuando Pedro Sánchez aceptó ir al Senado —reprochan, eso sí, que haya acotado el debate a la energía y que el líder de la oposición tendrá un tiempo corto para debatir, 15 minutos iniciales más la réplica— le siguió un balón de oxígeno tras conocer que habrá rebaja del IVA al 5% del gas. Justo la medida que los populares vienen pidiendo desde abril (por escrito en el plan de choque económico enviado a la Moncloa) y en sucesivas intervenciones del propio Alberto Núñez Feijóo. El Gobierno terminó aceptando en junio esa bajada para la electricidad, pero rechazaba aplicarla también al gas.

Hasta el punto de que varios ministros, incluido Félix Bolaños, ministro de la Presidencia y mano derecha del presidente, renegó 24 horas antes de que la medida pudiera aplicarse. El hecho de que las rebajas fiscales, principal bandera de los conservadores en esta crisis, se hayan terminado produciendo, ha dado alas al PP de cara al debate del Senado. Y ahora pondrán el acento en la tercera pata de su propuesta fiscal: deflactar el IRPF y devolver a los contribuyentes el exceso de recaudación por culpa de la inflación.

La última propuesta de Feijóo es que ese excedente se destine a un cheque de 200 euros para cada estudiante y aliviar así “la vuelta al colegio más dura” que se ha vivido. Los cálculos del PP es que las familias tendrán que hacer un esfuerzo de entre 200 y 450 euros más por cada hijo en edad escolar. Los populares insisten en que el Gobierno ya ha ingresado 16.500 millones de euros más como consecuencia de la inflación y reiteran que ese dinero debe volver a la ciudadanía.

El PP insistirá en la deflactación del IRPF en los próximos días y también en el debate del Senado del martes. Y para aumentar la presión se volverá a apoyar en el hecho de que el PNV impulsó esa misma medida en el País Vasco el pasado mes de julio, aprobándola con el apoyo del Partido Socialista en esa comunidad. “Una contradicción muy difícil de mantener”, aseguran en Génova, con la que buscarán retratar a Sánchez de nuevo. 

“Lo que está claro es que el Gobierno no puede recaudar más que nunca a costa del incremento de los precios. No puede utilizar la inflación como fuente de ingreso para sus políticas públicas. Tiene que devolverle a los ciudadanos lo que recauda de más por ese motivo. Especialmente a las rentas más bajas”, volvió a recriminar Feijóo ayer, pasando a la ofensiva y recuperando el pulso de cara al debate en la Cámara Alta. “Al PNV le apoyan lo mismo que el PP pide para toda España”, avanzó. Esa será la línea de presión a partir de ahora.

A pesar de que el Gobierno ha tenido especial interés en exhibir sus éxitos internacionales, la negociación en la Unión Europea, la reciente reunión de Sánchez con el canciller alemán, Olaf Scholz, y el hecho de que la propia Comisión quiera ahora intervenir "de emergencia" el mercado eléctrico (cosa a la que se negaba hasta hace muy poco y que España lleva defendiendo mucho tiempo), el PP cree que la rebaja del IVA en el gas pone de manifiesto que “lo realmente importante es la economía doméstica”. 

Los conservadores entienden que la pelota “ha vuelto al tejado de Sánchez” al darles la razón: “Llega tarde, pero en el fondo acepta una más de nuestras medidas”. Aseguran que primero fue el IVA de la luz, después las ayudas directas en el decreto anticrisis que también aparecían en el plan popular y ahora una nueva rebaja fiscal para el gas. “Pues solo falta la deflactación”, zanjan en el entorno del presidente. 

Aunque en el PP aseguran que Sánchez es quien muestra “debilidad” obligando a acotar el tema del debate en el Senado (Feijóo pedía un duelo sobre política general y no centrarlo en la energía) y los propios tiempos (el presidente podrá hablar lo que estime necesario mientras que los portavoces solo tendrán 20 minutos en total), la aceptación del envite parlamentario descolocó a los conservadores, que ahora aparecen más crecidos en su relato. 

Más allá de si el presidente amplía sus anuncios, en Génova saben que el Gobierno tratará de atacar a Feijóo acusándole de no tener un plan alternativo en materia de energía. Consideran que es uno de los “puntos débiles” del PP, más allá del discurso económico general. Y creen que el “mantra” de la bajada de impuestos, del aprovechamiento hidráulico —“en plena sequía” apuntan en el entorno de la vicepresidenta Teresa Ribera— y de alargar las centrales nucleares, “poco ha aportado al debate”.