El teléfono de Jéssica Albiach sonó el sábado por la tarde. Al otro lado del auricular: Pere Aragonès. En plena crisis del Govern por la salida de Junts, los 'comuns' esperaban esa llamada para explorar nuevas alianzas para dar continuidad a la legislatura. Estaban incluso dispuestos a abrir el debate sobre su participación en la gobernabilidad si se producía la petición. Pero el 'president' solo le comunicó que estaba moldeando un Executiu monocolor con algún independiente. No le reveló ningún nombre. Fue ya la tarde del domingo, minutos antes de hacerse públicos los nuevos fichajes, cuando volvió a recibir otra llamada para informarle de quiénes serían los nuevos 'consellers', entre ellos, la politóloga y exlíder de Podem Catalunya Gemma Ubasart al frente de Justicia. Salvador Illa recibió directamente y sin más la comunicación de cortesía de las incorporaciones.

Este lunes la estupefacción por el 'modus operandi' de ERC impregnaba las salas de máquinas del PSC y de los 'comuns'. Unos y otros dan por hecho que los posconvergentes ya en la oposición no van a hacer ninguna concesión a Aragonès, por lo que no entienden cómo los republicanos pueden permitirse, ya desde el primer momento, continuar vetando a los socialistas en negociaciones tan transcendentales como la de los presupuestos. Y es que la composición del Govern, por muchos guiños que incluyan a sus potenciales socios, no resuelve que el Govern no tiene atados más apoyos que los de los 33 diputados republicanos en el Parlament. Tras la toma de posesión de los 'consellers' este martes, Illa y Albiach esperan que el 'president' explique con qué agenda va a continuar su mandato y con qué sumas.

"Es un error que se nos ponga una línea roja estando en minoría", ha advertido este lunes la portavoz del PSC, Elia Tortolero. La cúpula socialista se ha reunido de forma extraordinaria para ratificar la estrategia esbozada por Illa: mantener la mano tendida para negociar los presupuestos y, por ende, garantizar una estabilidad también deseada por Pedro Sánchez, que necesita el voto de ERC en el Congreso para aprobar las cuentas estatales. Por mucho que ERC insista en rechazar el ofrecimiento, la lectura de los socialistas es que, aunque acaben optando por una prórroga de las cuentas, la necesidad aritmética se acabará imponiendo más pronto que tarde y que Aragonès no tendrá más alternativa que ceder o bien ir a elecciones anticipadas.

"Les pedimos que recapaciten", ha subrayado la portavoz haciendo hincapié en que alguien que gobierna con una exigua minoría no está en condiciones de rechazar votos. El veto inquebrantable empieza a levantar ampollas en la dirección, donde hay dirigentes que señalan que ERC actúa "como si tuviera 80 diputados" y otros que le afean que los "golpes de efecto" con el nombramiento de 'consellers' no van a resolver su "minoría absoluta". Ni frío ni calor ha causado en el PSC que Quim Nadal, que rompió el carnet socialista en 2015 tras más de tres décadas siendo un factótum de sus siglas, sea uno de los fichajes. Lo han circunscrito a una decisión personal de quien ya hace tiempo que no forma parte de la formación.

Un apoyo más caro

Incluso los 'comuns' han salido a reprochar a Aragonès su portazo reiterado a Illa. "Un Govern sin mayoría es papel mojado y no sirve para nada", espetó el portavoz de Catalunya en Comú, Joan Mena, que advirtió que no hay mayoría progresista, mal que le pese al 'president', sin la participación del PSC, por lo que pidió que los contadores "se pongan a cero". El partido de Albiach había depositado más expectativas ante la salida de Junts del Executiu y esperaban más predisposición del Govern para tejer complicidades desde el primer momento. Ahora están a la espera de los republicanos miren a su alrededor y "reaccionen" al verse completamente solos. Públicamente han quitado hierro al nombramiento de Ubasart asegurando que no se sentían interpelados, aunque internamente admiten la jugada astuta de ERC. A pesar del Govern monocolor, los 'comuns' se saben los socios preferentes para Aragonès y están dispuestos a explorar una entente que vaya más allá del corto plazo, pero a la vez encarecerán sus votos con un ojo puesto en el Congreso y otro en el Ayuntamiento de Barcelona.