Óscar García fue el paracaidista encargado de ejecutar este año, en el desfile de la Fiesta Nacional, el salto en el que se despliega la gran enseña rojigualda en el cielo. La bandera se le enredó en una pierna, pero el militar lo solucionó sobre la marcha, con profesionalidad, y terminó la actuación sin problema alguno. Cabe recordar que la bandera tiene 54 metros cuadrados y pesa 15 kilos. Los profesionales usan la pierna para desenrollar la enseña, de un tejido fino que coge aire muy rápido. "A nivel de seguridad paracaidista la resolución del incidente ha sido magnífica: su amor propio y la búsqueda de la excelencia le han hecho intentar solventar la situación con serenidad y aplomo", comentaban ayer los miembros de la Patrulla Acrobática de Paracaidismo del Ejército del Aire (Papea) sobre lo acontecido. Óscar García, natural de Málaga («pero llevo once años en la Región, ya tengo un hijo murciano y todo», apunta) charló por teléfono con La Opinión 24 horas después del 12 de octubre.

Primero, ¿cómo se siente, un día después del salto con incidente incluido? 

Muy contento por todo, quitando el momento ese en que se lía un poco la bandera… Aunque contamos con que puede ocurrir. No es habitual, pero puede ocurrir y a veces ocurre. La bandera está hecha de una tela muy fina, que coge mucho aire. Coge aire cuando no debe.

Un momento del salto del militar en el desfile del 12 de octubre.

¿Y qué se hace?

Se recoge la bandera e intentamos desplegarla de nuevo. Es algo que se prepara, lo tenemos en cuenta cuando ensayamos. Ya sabe: prepárate para lo peor y espera lo mejor.

Cuando ensayaba el salto antes del gran día, ¿tuvo en cuenta la posibilidad de que se pudiese enrollar la tela?

Claro, entrenamos todas las situaciones que se nos puede dar. Lo peor que puede pasar con una bandera es que se lie y no se vea bien. El objetivo es solucionarlo y que te salga bien el trabajo. Aunque aún estoy un poco con el mal sabor de boca de ese momento, estoy muy contento por lo bien que lo pude resolver. Solo que, en el primer momento, se enrolló y pensé: "Hala, justo tenía que ser este día..."

Y que es algo que pasa una vez en el aire, que para pensar y reaccionar tienen segundos... 

Pero, a los dos segundos, ya la cabeza se pone a pensar cuáles son los pasos a seguir. Si hay un problema, hay una solución. Y esto lo entrenamos siempre solos, en el aire. Porque en el aire estamos solos.

Se queda en anécdota y pesa más la satisfacción por el trabajo bien hecho, supongo.

Estoy superorgulloso: para un paracaidista, para todo militar, saltar la bandera es algo que todos queremos hacer. Para el salto del 12 de octubre, estuve dos semanas y media entrenando, saltando en asfalto, entre edificios... El 2 de octubre saltamos en Torrejón, en una zona bastante pequeña, con motivo de un izado de bandera, y sirvió de entrenamiento. Después de saltar y de lo que pasó, he vivido todo un bombardeos de agradecimientos y enhorabuenas: he estado muy arropado por todos los compañeros de todos los ejércitos.

¿Repetiría?

Sin duda.

¿Cuál es su día a día en la Patrulla Acrobática?

En el día a día nos dedicamos a saltar. Hacemos exhibiciones y competimos, realizamos entre cinco y seis lanzamientos todos los días, cuando acompaña la meteorología. Si no, hacemos algo de túnel de viento. En la Papea somos 19, aunque competidores somos 13. Trabajamos la precisión en el aterrizaje, vuelos en formación y estilo, y hacemos exhibiciones en España y fuera. Ahora estamos entrenando para un campeonato que hay, en un par de semanas, en Arizona, de vuelo en formación.