El mayor de los Mossos d’EsquadraJosep Lluís Trapero, ha roto este viernes su silencio en su comparecencia parlamentaria en la Comissió d’Estudi sobre el Model Policial. No había hablado desde que fue cesado por el 'conseller d’Interior, Joan Ignasi Elena, a finales de 2021. En un tono grave, leyendo un escrito medido, ha entrado de lleno en la reflexión de cómo debe ser una "policía democráticamente avanzada" y, también, acerca del debate sobre dónde terminan las instrucciones políticas y dónde comienza la injerencia partidista que, a su juicio, obstaculiza la profesionalidad de un cuerpo de seguridad.

"¿Somos una policía avanzada democráticamente?", se ha preguntado en voz alta frente a los portavoces parlamentarios. "No tengo la respuesta o quizás sí pero me ahorro decirla", ha dejado caer de modo enigmático. "Lo que puedo asegurar es que si no lo somos más no es porque los 'mossos' y las 'mossas' no lo pretendan ser o no hayan adquirido ya una cultura que nos empuje a serlo", se ha respondido a sí mismo desvelando en qué sentido iba la respuesta que no quería dar explícitamente. "Los obstáculos no están en el uniforme", ha proseguido. "Demasiados años de gestión de las policías con planteamientos que tienen poco de democráticos y que son oportunistas y 'clientelares' no permiten crecer de acuerdo con los intereses de la ciudadanía", ha lamentado.

Esa ha sido la introducción a un argumentario destinado a explicar cómo debería ser una política "democráticamente avanzada" y también, quizás, para dar a entender por qué los Mossos no lo son, o no lo son tanto como merecerían. El máximo responsable policial y el máximo responsable político "deben trabajar coordinadamente pero no deben confundir sus papeles", ha comenzado. Una policía democráticamente avanzada "abriría el debate de si las investigaciones criminales" no deberían estar fuera "de la autoridad gubernativa". Tendría asimismo la "suficiente consistencia" y generar "confianza" para poder valorar "el coste económico" de un operativo, su eficiencia, en la asignación de recursos y valorarla desde la mas radical neutralidad". Y, apuntando hacia dentro, ha admitido que también huiría "del corporativismo" que "tapa acciones policiales lamentables".

Trapero ha asegurado que en la comunicación hay otra laguna en los Mossos que "no habla de una policía democráticamente avanzada". Ha recordado que el cuerpo catalán lleva desde 2015 intentando que el ciudadano tenga un acceso libre a los datos delincuenciales de Catalunya. Pero los distintos Governs se han negado a que la sociedad tenga pleno acceso a esa información.

La jerarquía

Trapero ha hecho a continuación una defensa de la jerarquía que rige por ley a un cuerpo policial como los Mossos. "No es un capricho", ha recordado. "Es una garantía frente a la arbitrariedad", ha explicado. "Garantiza la asunción de responsabilidades, protege a la institución y aporta seguridad a los agentes". Para el mayor, ni el actual Govern ni tampoco los anteriores, han respetado la jerarquía del cuerpo. "Si no gusta, deberían cambiar la ley", ha aconsejado.

Llegados a este punto de un discurso que se preveía focalizado en el título de su comparecencia, acerca de la necesidad o no de crear por parte de la Generalitat un órgano externo que fiscalice las acciones policiales –algo innecesario para el mayor–, ya resultaba imposible no conectar cuanto decía Trapero con la crisis actual que se ha desencadenado en la cúpula del cuerpo, que ha cambiado seis veces de jefe en cinco años desde el 1-O de 2017 y que ha provocado que se acuse a Esquerra de injerir políticamente en el funcionamiento del cuerpo hasta forzar el plantón del último comisario jefe, Josep Maria Estela, cesado hace menos de un mes. "No hay ningún mosso que no haya vivido con dolor" lo que ha ocurrido en las últimas semanas, ha asegurado.

También ha sido entonces cuando Trapero ha apuntado hacia la figura de los "cargos de confianza" que habitan fuera de la jerarquía policial y junto a los cargos políticos, como el director general de la policía catalana o el 'conseller' de Interior, a los que deben lealtad los Mossos. "Debería preocuparnos más el poder que pueden tener algunas personas que pueden actuar como caciques y que no al no pertenecer a la jerarquía no deben rendir cuentas ni son responsables de nada", ha criticado.

"Al cuerpo no le mandan cargos de confianza ni otras personas que no figuran en la jerarquía, estas no pueden dar órdenes a los altos mandos de la Generalitat, ni pretenderlo, ni usar proximidad a los órganos legítimos para dirigir desde la sombra", ha denunciado sin dar nombres, a pesar de que no han sido pocos quienes han interpretado –había poco margen para sacar otras conclusiones– que se refería a cargos como el que desempeña Raül Murcia, jefe del gabinete del ‘conseller’ Elena, que, según las fuentes consultadas por este diario, decide mucho más de lo que indicaría su puesto. Ante las órdenes que dan estos cargos de confianza, el mayor ha llamado a mantenerse firmes, "aunque ello suponga que te destituyan, que no es poco", ha añadido en alusión, supuestamente, a lo que ha ocurrido con Estela.

Los dardos con efecto del mayor no han terminado aquí. Atención al siguiente: "Una jerarquía mal entendida puede ser un indeseable empoderamiento de la tecnocracia, al igual que algunas formas plurales de decisión pueden difuminar quién toma las decisiones e incluso ser una estrategia para traspasar límites y actuar donde no se tiene legitimidad. Eso sí, disfrazado de modernidad". El concepto de "modernidad" ha sido un recurso retórico habitual del 'conseller' Elena para defender la destitución de Trapero al frente del cuerpo al considerar al mayor alguien dotado de un perfil no idóneo para los tiempos presentes.

También por eso desde Interior se impulsó una prefectura "coral" para tomar decisiones de forma más "plural" y "consensuada". El mayor ha parecido cargar así, con esas precisas palabras, contra el modelo de "prefectura coral" diseñado por Elena, que defendió hace una semana en el Parlament su derecho a elegir no solo al comisario jefe sino también su mano derecha e izquierda –algo que anteriormente hacía el comisario jefe–, porque dañan la necesaria jerarquía de los Mossos, según Trapero.

Los límites de la política

Los mandos de los Mossos saben, según Trapero, que deben una "colaboración leal con el Govern" para "implementar sus políticas de seguridad". Pero, "con la misma rotundidad" y tras 30 años de carrera funcionarial, el mayor ha dicho en el Parlament que también es "necesario" un "límite" ante las "tentaciones" de apartar al cuerpo "de la legalidad, de la norma, de la necesaria neutralidad política, ideológica y partidista". Ese límite es el que debe garantizar que no se haga de la policía "un instrumento en beneficio de unos pocos y en perjuicio de muchos" y que supone un "compromiso nítido de dejar atrás modelos pretéritos de policías políticas y serviles en su peor acepción".

"Hace años le dije a un 'conseller'", ha finalizado Trapero sin revelar a cúal se refería: "Déjenos construir la policía que querrá como ciudadano cuando esté en la oposición".