Con los barones socialistas temerosos de que la política nacional se cuele en las elecciones autonómicas y municipales de mayo y empañe la gestión de estos cuatro años, Ferraz ha llegado a un acuerdo con los territorios para que diseñen sus propias campañas electorales pero sin que eso suponga restar protagonismo a Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno será una presencia activa en la campaña, al margen de que haya dirigentes convencidos de que les conviene alejarse de él por el desgaste que provoca en algunos territorios la sintonía con ERC o EH Bildu. Su gira de mítines por toda España, que por decisión únicamente de la dirección del PSOE comienza este sábado en Sevilla, resulta innegociable.

Los socialistas, que gobiernan nueve de las doce comunidades en las que habrá elecciones en mayo, se juegan muchísimo en esta convocatoria. Si no logran revalidar su poder en lugares como Aragón, Castilla-la Mancha, Comunidad Valenciana o Extremadura, se instalará una sensación de fin de ciclo. Esta es la baza que pretende jugar el PP. En Ferraz creen que Alberto Núñez Feijóo pretende afrontar las autonómicas y municipales como un plebiscito contra Sánchez. El objetivo de la dirección del PSOE es justo el contrario, sacar pecho de la gestión de sus presidentes y alcaldes y hacer patente la solidez de su marca.

El presidente, explican fuentes socialistas, no participará en estos actos para hablar de política nacional, sino para apoyar a sus candidatos. Lo importante, resaltan, es que ellos tengan un buen balance que presentar a su electorado. En este sentido, apuntan que las cifras "dan bien" a los barones que optan a la reelección y que sus políticas tienen respaldo ciudadano. El problema, reconocen, es que muchos de ellos dependen de otras fuerzas progresistas -Izquierda Unida, Podemos o la suma de ambos- y su apoyo sigue resultando necesario. Esta es la mayor amenaza que ven en Ferraz.

La sensación en los territorios es algo distinta. En autonomías como Castilla-La Mancha y Extremadura, donde Emiliano García Page y Guillermo Fernández Vara están casi obligados a reeditar su mayoría absoluta si creen que decisiones como la reforma de la sedición o la malversación espantan al denominado "voto templado" y pueden dificultar volver a lograr esas mayorías. Un temor que comparten en Andalucía, donde es fundamental que el PSOE resista en las ciudades, para evitar que esta comunidad se convierta en el mayor granero del PP.

En el Ejecutivo no ven este peligro y niegan la idea de que cómo han reformado el Código Penal ahora "no voten a Page". Pero, después de las primeras encuestas publicadas tras la modificación de estos dos delitos, en la dirección del PSOE sí asumen que tiene un efecto desmovilizador y que eso explica la bajada en los sondeos. Una caída, en todo caso, que estiman "coyuntural", en clave sólo nacional -voto de las generales- y que esperan superar los próximos meses.

Aunque hay bastante diferencias entre la visión en las comunidades del norte -mucho menos preocupadas por la sintonía con el independentismo- y las del sur, en todas preocupan las consecuencias electorales de la rebaja de penas a los delincuentes sexuales por la aplicación de la ley del 'sí es sí'. A pesar de ello, la convicción es más extendida es que lo que resultará determinante es la marcha de la economía.

No habrá convención autonómica

Mientras el escenario se aclara, el objetivo es aislar al máximo la cita de mayo. “Somos un partido plural, diverso. Va a haber elecciones en múltiples territorios y cada candidato establecerá distintas ofertas electorales. Por supuesto hay un coordinador y toda la colaboración que demanden se les va a prestar”, señaló este lunes la portavoz del PSOE, Pilar Alegría.

Sí se ha decidido ya que, el próximo abril, en algún lugar fuera de Madrid todavía por determinar, el PSOE celebrará su conferencia municipal. Sin embargo, los socialistas no convocarán una cumbre autonómica porque los territorios lo que han demandado es poder hacer sus propias convenciones, en línea con su deseo de plantear campañas propias, vinculadas a su gestión. "Eso lo vamos a apoyar", aseguran en Ferraz, pero "con participación al más alto nivel del Gobierno y de la dirección del PSOE".

Eso supone que no habrá una foto de unidad del presidente del Gobierno con los barones de su partido. Pero desde la Ejecutiva socialista insisten en que Sánchez tendrá "máxima presencia" en la campaña. Después de este sábado en Sevilla, donde no se consultó al partido si les venía bien o no la visita del presidente, la siguiente parada será el 21 de enero en Valladolid.

El precedente de Zapatero

No es la primera vez que el PSOE opta por no celebrar una conferencia autonómica. Hace cuatro años tampoco la hubo, pero se debió a una cuestión más organizativa que estratégica, ya que entonces hubo adelanto de las generales, después de que ERC decidiese vetar los Presupuestos Generales del Estado, y no hubo margen temporal para convocar una cumbre de este tipo. 

Un veterano dirigente socialista que continúa en primera línea se retrotrae todavía más atrás, a 2011, para trazar un paralelismo con la situación actual. Entonces, en plena crisis económica, las previsiones electorales eran mucho peores que ahora, y cada barón, recuerda, “compitió por ver quién se separaba más de José Luis Rodríguez Zapatero”. 

La situación actual no llega a tanto, pero ya han empezado a darse muestras de cierta cacofonía interna entre los candidatos y la dirección del PSOE. El aspirante a la Comunidad de Madrid, Juan Lobato, por ejemplo, se descolgó este fin de semana con unas declaraciones en las que se mostraba crítico con un impuesto a las grandes fortunas. Ante la polémica creada, Alegría se limitó a contestar que la propuesta de Lobato no era la oficial del partido. Algo que ya sucedió con la rebaja del IRPF del presidente valenciano Ximo Puig, en línea con los planteamientos del PP. Aunque ahora, a las puertas de las elecciones autonómicas y municipales, se exhibe algo más de comprensión. "Cada candidato deben adaptar su campaña a su territorio".