28M

De las aspiraciones de Vox al factor localista: radiografía electoral de Ceuta y Melilla para el 28M

El próximo 28 de mayo, los ciudadanos de ambas ciudades elegirán a los 25 miembros de sus respectivas asambleas

Juan Jesús Vivas, presidente de la ciudad autónoma de Ceuta, en Moncloa.

Juan Jesús Vivas, presidente de la ciudad autónoma de Ceuta, en Moncloa. / JOSÉ LUIS ROCA

Miriam Ruiz Castro

Las separan más de 200 kilómetros, 400 si el trayecto se hace por carretera. Ni siquiera son vecinas, pero sus nombres y destinos a menudo aparecen unidos, como una coletilla en la que una no es sin la otra: Ceuta y Melilla, Melilla y Ceuta. El peso de lo que ambas tienen en común es demasiado alto: son dos ciudades españolas enclavadas al norte del continente africano, lo que condiciona inevitablemente sus problemas, anhelos y vida política.

El próximo 28 de mayo, los ciudadanos de ambas ciudades elegirán a los 25 miembros de sus respectivas asambleas, órganos similares a los parlamentos autonómicos pero sin capacidad legislativa y con las funciones de la organización municipal. Y aunque en lo político tienen en común ser bastiones históricos del PP, en las últimas elecciones municipales, las de 2019, también mostraron grandes diferencias. En Melilla, el pacto entre el PSOE, Coalición por Melilla y Ciudadanos entregó el bastón de mando al único concejal de la formación naranja, poniendo fin a casi 20 años de gobierno del popular Juan José Imbroda. Ceuta, sin embargo, optó por la continuidad: Juan Jesús Vivas, también del PP, revalidó su cargo y se convirtió en el dirigente territorial con el mandato más longevo. Lo hizo dejándose la mayoría absoluta y un buen puñado de concejales por el camino, después de que Vox irrumpiera en la asamblea con seis, casi un cuarto de los asientos. Es esta otra diferencia entre las dos ciudades: en Melilla la ultraderecha apenas logró dos miembros.

El impulso de Vox en Ceuta

La formación de ultraderecha tiene grandes aspiraciones en Ceuta. Desde 1993, el PP tenía asegurado el escaño ceutí en las generales, pero en las elecciones del 28 de abril de 2019, venció por primera vez el PSOE y Vox se convirtió en segunda fuerza. Después llegaron las autonómicas, en las que se impuso el PP y la ultraderecha cayó al tercer puesto. Pero en la repetición de las generales de noviembre, logró la hazaña de ser el partido más votado en la ciudad autónoma y se llevó el único escaño en juego. Lo hizo con un discurso duro contra la inmigración —la famosa promesa de levantar un muro contra la “invasión migratoria”— y el 35,5% de los votos.

Aquí las formaciones localistas —Ciudadanía y Ceuta Ya!, la antigua Caballas, y su escisión, Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía— están lejos de poder gobernar. Junto al PSOE, en 2019 apenas lograban sumar por la mínima para desbancar a un Vivas que necesitó de Vox para mantenerse. Pero el acuerdo duró poco y el presidente popular asegura que no quiere ni oír hablar de posibles acuerdos con los de Santiago Abascal, que fue nombrado ‘persona non grata’ en la ciudad con la abstención del PP. Después pactó con el PSOE los presupuestos, un acuerdo algo espinoso para Vivas teniendo en cuenta que su partido a nivel nacional presenta al “sanchismo” como el gran enemigo a batir y ha encontrado en las relaciones con Marruecos una baza electoral.

Fue el PSOE quien aupó a Vivas en 2001, tras un pacto nacional con el PP para eliminar al GIL —la marca fundada por Jesús Gil en Marbella— de cualquier ecuación de gobierno municipal. Una moción de censura acabó con el GIL apenas año y medio después de que alcanzara la presidencia de Ceuta y dio a Vivas el Gobierno.

Localismo en Melilla

En Melilla, Coalición por Melilla estuvo a punto de hacerse con el diputado que la ciudad autónoma envía al Congreso en las últimas generales. Se quedó a menos de 200 votos de arrebatárselo al PP. Liderada por Mustafa Aberchán, representa a la comunidad islámica melillense, surgió como escisión del PSOE en 1995, que perdió así gran parte del voto musulmán, y ha estado federada con IU entre 2008 y 2013. En 1999, Aberchán se convirtió en el primer presidente musulmán de una autonomía en España. Y el rompecabezas de partidos es algo difícil de seguir: lo apoyaron el GIL y los dos concejales del PSOE, a los que el apoyo les valió la expulsión del Comité Ejecutivo del partido.

El mismo pacto nacional anti GIL que en Ceuta había supuesto el apoyo del PSOE al popular Vivas, en Melilla se tradujo en otra moción de censura contra Aberchán por permitir la entrada del GIL en el Gobierno. Un año después, el PP, el Partido Independiente de Melilla —una escisión de los populares— y el propio PSOE apoyaron la moción de censura que colocó a Juan José Imbroda, entonces líder de Unión del Pueblo Melillense —que surgió en oposición a que se les concediera la nacionalidad a los musulmanes melillenses y más tarde se integró en el PP—, en un puesto que acabó ocupando casi dos décadas.

El papel que jugó el partido de Gil en Ceuta y Melilla refleja otra diferencia de matices. El populismo de derechas venció en ambas ciudades en 1999, pero mientras en Ceuta lo apoyaron casi cuatro de cada diez votantes, en Melilla fue un 26%.

Imbroda, nombre propio

Como suele decirse, la venganza le fue servida a Aberchán en plato frío. Imbroda salió del gobierno gracias al pacto de Eduardo de Castro, de Ciudadanos, con el PSOE y Coalición por Melilla. “Llevo 19 años en el Gobierno local y no me han sacado los melillenses: me ha sacado un traidor”, se despidió Imbroda. No es de extrañar que los populares hayan agitado toda la legislatura la bandera de un nuevo pacto entre PP y PSOE para expulsar a Coalición por Melilla del Ejecutivo. Aberchán, sin embargo, no concurre este 28 de mayo. Fue condenado a inhabilitación por la compra de votos de 2008 y lo sustituye Dunia Almansouri.

Casi dos décadas de mandato dan para mucho, incluso para ser imputado por prevaricación. El Tribunal Supremo archivó el caso contra Imbroda, pero fueron varios los miembros de su Gobierno investigados por corrupción hasta el último día. En estas presuntas redes clientelares apoyó la oposición su cordón sanitario a Imbroda. En una entrevista con El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica, De Castro, que ya no se juega nada, mantiene su aversión por el candidato del PP: “Votantes del PP de toda la vida no quieren a Imbroda. Feijóo se ha equivocado”.

La sombra de la corrupción es alargada en una ciudad a la que una investigación periodística de los años de Imbroda bautizó como “la más corrupta de España”. Pero va más allá. De Castro fue expulsado de Ciudadanos por ocultar que lo investigaban por prevaricación, y el candidato de Vox en 2019 está imputado por apropiación indebida y se presentará por otro partido.

Corrupción, soberanía y migración

Los temas que marcan la agenda política en ambos territorios tienen elementos propios, fruto de su enclave en el continente africano: la soberanía y la inmigración. Pero también hay otros problemas menos originales: el desempleo, la sanidad, la vivienda. Las dos ciudades autónomas lideran en tasa de paro, con un 26,1% en Melilla y un 24% en Ceuta en la Encuesta de Población Activa de marzo, frente al 13,3% de media nacional. Los médicos del servicio mixto de Ceuta y Melilla acumulan ya dos meses de huelga indefinida y más de 5.000 consultas canceladas y 200 intervenciones quirúrgicas suspendidas. La falta de suelo encarece los alquileres en ambas ciudades, y tanto PSOE como Podemos venden en campaña las bondades de su nueva ley de Vivienda.

Ceuta y Melilla son también el escenario ideal para el discurso xenófobo de Vox, aunque no en las dos ciudades tiene, de momento, el mismo calado. En Ceuta, la ultraderecha dice que se presenta para “parar la marroquinización” frente a “un PP que ha impulsado la cultura marroquí como guía cultural y política” —Espinosa de los Monteros estuvo en la ciudad autónoma apoyando a la candidatura—, y en Melilla, con la idea de que, “con Vox, va a ser una ciudad española para siempre”.

Desde el PP también agitan las relaciones con Marruecos en campaña. El vicesecretario de Organización, Miguel Tellado, aseguró que lo que está en juego es “la soberanía y la defensa de los españoles que viven en Ceuta y Melilla”. Que la aduana comercial siga sin abrir desde que Rabat la cerró en 2019 es un mazazo para los melillenses, porteadores y trabajadores transfronterizos, que ambos partidos están dispuestos a utilizar.

Tres veces ha estado el presidente Sánchez en Ceuta esta legislatura, las mismas que el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, que estará para la campaña en medio centenar de actos en todas las comunidades autónomas, incluyendo Ceuta y Melilla. También ha estado en Ceuta recientemente el portavoz de Vox en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros. Con los carteles a punto, los mítines agendados y los programas en marcha, los líderes nacionales se dejan ver por estas dos ciudades que parecen estar ahora a un poco menos de distancia de Madrid.