«Es una catástrofe. Soy la tercera generación de apicultores y este es, con creces, el peor año que yo recuerde». Así se lamenta Paulino Marcos, presidente de la Asociación Cacereña de Apicultores, de la desastrosa situación que atraviesa el sector apícola. El 2019 ya fue en la región un muy mal año, con una producción de miel que se desplomó un 66% respecto al 2018, pasando de casi 5.300 toneladas a poco más de 1.800, según los datos publicados hace unos días por el Ministerio de Agricultura. Un descenso motivado por la falta de lluvia y que se produjo a pesar de que el número de colmenas había subido (de alrededor de 623.000 a más de 664 .000). Para el 2020 las expectativas eran buenas pero, lejos de mejorar, Marcos estima que la producción caerá un 10% adicional a causa de la climatología poco favorable y de los estragos causados por la varroa. Eso dejará la recolección de miel en menos de un tercio de lo que sería normal en la región.

La sequía y la varroasis empezaron a hacer destrozos durante la invernada. Entonces murieron «el 40% de las colmenas en la provincia de Cáceres y el 60% en la de Badajoz», cuenta Marcos, que también es responsable de la sectorial de apicultura de Asaja Cáceres. Las aguas caídas en la primavera permitieron recuperar la cabaña, si bien fue a costa «de no hacer miel ni polen». «Si no es por las lluvias, ahora no habría ni 300.000 colmenas en Extremadura», esgrime.

Tras la escasa producción de mieles claras (como las de cantueso, retama o romero), las esperanzas estaban depositadas en las trashumancia. Esta se realiza fundamente a las provincias de Ávila, Zamora, León y Salamanca si bien, precisa, con el cambio climático cada vez se va más al norte y durante más tiempo. «Muchos de nuestros apicultores llegan ya hasta Cantabria», sostiene.

Sin embargo, otra vez el tiempo estival, seco y con elevadas temperaturas, no ha acompañado, lo que ha hecho hundirse la producción de mieles oscuras como las de roble y encina. Se seguirá recogiendo durante ese mes, pero ya adelanta que lo que se obtendrá no alcanzará «ni siquiera para cubrir los gastos de gasoil para la trashumancia».

A eso se une que los precios están «parados». En el caso de las mieles claras, señala, se mueven en el entorno de los 2,5 euros por kilo, cuando los costes de producción están «en 2,7 o 2,8 euros». «La apicultura está en la UVI, o se toma en serio al sector, o durará poco tiempo», arguye Marcos, que pide que se dediquen más esfuerzos a hallar un acaricida que ayude a controlar la varroa.

UN «DESASTRE

«Los resultados de la campaña han sido desastrosos. En primera, en verano, y ahora en otoño», coincide Antonio Prieto, responsable apícola de UPA-UCE. Tras un 2019 muy seco, «este año nos parecía mejor. Llovió en primavera, pero en mayo hubo una semana de mucho calor y frío poco después y eso se llevó todas las floraciones que había», aclara. «Las colmenas que han quedado en Extremadura, desde el mes de mayo no han vuelto a poner nada. Y las que han trashumado tampoco han respondido como deberían», apostilla este responsable de UPA-UCE, para quien hay que remontarse al menos hasta el 2005 para encontrar un año comparable a este por la mala campaña. «Entonces murieron muchas colmenas, pero al menos hubo algo más de floración», asevera.

Estima que este año Extremadura, que es la región con más colmenas de España y cuenta con unos 1.500 apicultores, no pasará de «un 25% o un 30%» de lo que sería una campaña normal de miel. «De entre seis y siete millones de kilos que podríamos estar produciendo nos quedaremos en dos millones o dos millones y medio. Y de polen prácticamente nada».

Respecto a la varroa, explica que «No somos capaces de controlarla, los productos ya no son efectivos, si antes lo eran al 99%, ahora no matan al ácaro y se reproduce mucho antes». «Llegas al colmenar y te sientes impotente cuando la colmena se ha muerto, porque no puedes hacer nada», cuenta. En este sentido, para mediados de este mes está prevista una reunión de organizaciones agrarias y cooperativas con responsables de Sanidad Animal del Ministerio de Agricultura para abordar este tema, que también se quiere tratar con los diferentes laboratorios que trabajan en solucionarlo. Y para complicar todavía más la coyuntura, concluye, «los precios son irrisorios».