Cristina Alvarez lavó y tendió su ropa en un parque de Zagreb. Carmen Muñoz se hizo experta en localizar las consignas de las estaciones de tren, "para soltar la mochila cuanto antes". Cristina González pasó 27 días sin quitarse una riñonera --"venía conmigo hasta la ducha", recuerda--. Estas tres extremeñas viajaron en su día con un billete de InterRail en el bolsillo y, junto con centenares de fotos y recuerdos, atesoran todo un catálogo de anécdotas como las antes citadas e incluso alguna lección de supervivencia.

Ese tipo de experiencias son las que proporciona el pase de InterRail, que habilita a su portador para viajar en tren por toda Europa (opción global) o por un determinado país europeo. Las ventas de estos billetes se incrementaron en un 19% en Extremadura el año pasado con respecto al anterior, cuando se vendieron 177 pases (87 en Cáceres y 90 en Badajoz).

Entre las novedades para el 2008 destaca el lanzamiento de un producto especial con motivo de la Eurocopa, que permite viajar a los dos países que acogen este evento deportivo --Austria y Suiza-- como si fueran uno solo. La oferta estará disponible hasta el 31 de julio, pero quienes pretendan ver algún partido tendrán que darse prisa y coger el tren esta misma semana (el próximo domingo tendrá lugar la final).

Aparte de esta promoción, actualmente el InterRail ofrece el pase global (Global Pass ) y el Pase País (One Country Pass ), con distintas opciones en función de los días que se quiera viajar, la edad y el tipo de trenes elegidos (a partir de los 26 años se puede elegir entre viajar en primera o segunda clase). Esta fórmula sustituye a las ocho "zonas" de viaje en las que durante años se dividía el mapa de Europa para utilizar los pases.

Un mes de vacaciones

Todavía con el anterior modelo vigente, Carmen Muñoz decidió aprovechar sus vacaciones de Semana Santa en 1999, cuando cursaba una beca Erasmus en Francia, para visitar las zonas de Holanda, Francia y Bélgica y Grecia, Italia y Turquía, aunque a este último país no le dio tiempo a llegar. Y eso que prolongó su periodo vacacional durante un mes, "esas cosas que te podías permitir cuando eras estudiantes y que ahora --regenta un centro de formación en Mérida-- se echan de menos".

También añora Carmen las cosas que le ocurrieron durante aquel viaje, en el que estuvo acompañada por una amiga española que había conocido en su estancia en Francia. "En esa época viajamos muchísimo, todo lo que nos dio tiempo, y el InterRail es una opción muy extendida entre los Erasmus para hacerlo de forma económica".

El truco básico: aprovechar las noches para cubrir los trayectos largos y de paso, dormir en el tren y ahorrarse la estancia en hostales y demás. Porque igual que al estudiante le sobra el tiempo, o al menos dispone de bastante flexibilidad, también le suele faltar el dinero. Este también fue el caso de Cristina Alvarez, que como Carmen aprovechó su estancia Erasmus en Holanda para iniciar su viaje con el billete de InterRail, esta vez por toda Europa y en el verano del 2005.

Así, durante 25 días esta miajadeña se paseó por Amsterdam, Praga, Viena, Budapest, Zagreb, Dubrovni y un largo etcétera hasta llegar a Madrid, desde donde se trasladó, ya en autobús, a su localidad natal. 25 días con un billete de tren y una mochila. Acompañada de una pareja de catalanes, un leonés y una portuguesa. No es ningún chiste, sino uno de los mejores viajes de su vida.

"Es una experiencia maravillosa, se conoce a muchísima gente y te pasa de todo", comenta risueña. Como ejemplo, basta destacar que una chica que normalmente no prescinde de ningún complemento (bolso, pendientes, colgantes...) fue capaz de sobrevivir durante casi un mes con "varias camisetas, algún vestido cómodo y un par de vaqueros". "Nos llevamos el rimmel por compromiso", señala divertida a la vez que recuerda que, pese a la falta de maquillaje, fue muy feliz.

Aunque también reconoce que se pasan "algunas penas", recordando que, aparte de los trenes y hostales, le tocó dormir en un colegio de Praga o en una playa croata, donde, por cierto, les intentaron estafar. Pero claro, con ese y otros métodos (subsistir a base de bocadillos, etcétera), logró gastarse solo 385 euros --"lo sé exactamente porque tenía la tarjeta estropeada y lo tuve que llevar todo en efectivo", apunta-- en los 25 días que estuvo viajando, más o menos lo mismo que le costó el billete.

Invertir lo menos posible es lo que igualmente intentó Cristina González, que en el verano del 2000 se marchó con su hermana Gloria y una amiga de Badajoz, Paloma, a conocer Italia y Grecia en tren. El impulso que les llevó a decantarse por el InterRail es el de siempre: "es más barato y yo con tal de viajar...", resume. De hecho, a Cristina --que procede de Cáceres, pero actualmente trabaja en un laboratorio farmacéutico en Madrid-- no le importaría repetir la experiencia.

Eso sí, "ahora seguramente dormiría en hostales, por lo menos, que entonces aprovechamos el tren todo lo que pudimos y es bastante cansado", explica. Por ejemplo, entre sus recuerdos más divertidos destaca el de "la sandía que compramos en nuestros últimos días en Italia, cuando ya nos quedaba muy poco dinero. La idea era comer barato, pero nos la cobraron carísima y encima estuvimos cargando con ella un montón de días. Mi hermana casi me mata", evoca riéndose.

También dormir en el tren fue su principal método de ahorro. Y, si no, directamente en la estación, lo que les dejó tanto la agradable despedida de unos carabinieri (policía italiana), que les despertaron muy cuidadosamente antes de salir de Italia, a la brusca bienvenida de unos agentes ingleses --hicieron escala en Londres a la vuelta y pasaron allí cinco días más--, que les invitaron a no dormir en el aeropuerto prácticamente a patadas; "no en plan violento, pero si muy distinto al método italiano", especifica Cristina.

El caso es que tanto ella como su tocaya de Miajadas y Carmen, de Badajoz, no dudarían en colocarse de nuevo la mochila de interraileras y llenarla de Europa en tren.