El último gesto del Papa Benedicto, escribiendo dubitativo un tuit en un iPad, se ha convertido en ocasión de reflexión y sobre todo respaldo a un modo de ser y estar la Iglesia en las redes informáticas, acordes con el hombre de hoy. La preocupación por la nueva evangelización, y dentro de ella, por los nuevos métodos, es algo que viene preocupando a la Iglesia en el contexto de la nueva sociedad y cultura , y en la que tiene gran importancia un nuevo modo de comunicarse.

La Iglesia extremeña vive esta inquietud por llegar al hombre de hoy con un mensaje auténtico de vida, alcanzando hasta el último rincón y el más escondido corazón. Y lo hace al estilo de Jesús, con el lenguaje del pueblo y por los caminos que este transita a diario, en este caso, internet. Las redes de comunicación digital están siendo camino de encuentro y de comunión, a la vez que de servicio, acompañamiento e incluso de oración y celebración compartida.

En las redes está presente la Iglesia extremeña y nos podemos encontrar desde las páginas más institucionales de los obispados, parroquias, delegaciones; hasta las de los movimientos laicos, Cáritas, pastorales social y obrera, como también las de muchos sacerdotes, religiosos y laicos cristianos que están haciéndose camino y mesa de encuentro para vivir, comulgar y fecundar la existencia con un espíritu que no tiene fronteras, y que une voluntades y corazones para poder hacer un mundo mejor y otra Iglesia más viva.

Yo, personalmente, vivo y gozo mi ministerio y misión pastoral con estas redes que me facilitan llegar y encontrarme con montones de personas, que conozco, que comienzo a conocer, y algunas que nunca conoceré, pero que ya estamos vinculados por un espíritu que no conoce fronteras y que hace el bien de un modo imparable. Mi pequeño blog, 'En medio del mundo', suele tener unas 20.000 entradas mensuales, y ya lo siento como un deber y una obligación, a la vez que lo entiendo como una fuente de agua viva en la que yo mismo bebo cada día y cada noche, experimento al Dios de la vida y de los caminos, que nunca duerme.