El viernes de la semana pasada, técnicos de la Dirección General de Medio Ambiente extremeña fueron hasta una tienda de mascotas de Cáceres para recoger varios ejemplares de ardilla coreana, una especie cuya comercialización está totalmente prohibida en España. Hasta Extremadura habían llegado veinte animales procedentes de Eslovenia, pero no se pudieron recoger todos. "En la tienda nos dijeron que se habían escapado dos. Como sean macho y hembra y se pongan a criar, pues ya tenemos ardilla coreana aquí, ¿en cuánto? Pues a lo mejor en un año tenemos un montón que pueden estar haciendo destrozos?", lamentaba ese mismo día María Jesús Palacios, jefa de sección de Vida Silvestre de la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente extremeña.

La del mascotismo es una de las principales vías de entrada para las especies exóticas invasoras, un problema que está considerado como la segunda mayor amenaza para la biodiversidad del planeta --solo por detrás de la pérdida de hábitats y por delante del tráfico ilegal de fauna-- y que también tiene importantes derivaciones negativas tanto en el ámbito económico como en el de la salud humana. Según datos de la Unión Europea, provocan unas pérdidas anuales a los Veintiocho de 12.000 millones de euros en costes sanitarios, perjuicios a la agricultura y daños ecológicos.

De las 145 referencias que conforman el catálogo español de especies invasoras --con afectación en la península Ibérica--, 44 han sido detectadas ya en Extremadura. Otras 45, aunque no están en la región, se considera que tienen una alta probabilidad de introducción, bien porque existen poblaciones cercanas en otras comunidades o bien porque las vías de introducción (mascotismo o transporte) estén establecidas en Extremadura.

Entre los especímenes que mayores estragos están causando a día de hoy en el medio natural extremeño figuran animales como el galápago de Florida, con presencia en toda la región, principalmente en las ciudades de Badajoz, Mérida y Plasencia; el visón americano, procedente de escapes en granjas peleteras y que puede encontrarse en la sierra de Gredos, el valle del Tiétar y la comarca de Villuercas-Ibores; o la almeja asiática, que se ha extendido por la cuenca del Guadiana y que causa cuantiosos daños en las infraestructuras hidráulicas.

También es fuente de preocupación el pseudorasbora parva , un pequeño pez de agua dulce, parecido a la tenca, originario de Asia y perteneciente a la familia de los ciprínidos. Llegó a la cuenca del Guadiana por un escape de una charca donde se habían soltado para su pesca. "Es uno de los peces más invasores del mundo. Tiene un pequeño parásito que ataca a la tenca y a otras especies y que puede hacer que todas ellas desaparezcan", cuenta Palacios. Una situación muy parecida a la que sufrió en su día el cangrejo autóctono, cuya población quedó "aniquilada totalmente" al no estar preparado para sobrevivir a un parásito al que el cangrejo rojo americano sí que era resistente. Entre las plantas, el camalote, el ailanto --o árbol de los dioses-- y la mimosa son algunas de las más dañinas.

Otras especies son ya un quebradero de cabeza aun sin haber sido detectadas hasta el momento en territorio extremeño. Es lo que ocurre con el mejillón cebra, generalizado en la cuenca del Ebro. "Aquí todavía no ha entrado, pero si lo hace va a suponer unas pérdidas económicas importantísimas, porque una de las cosas que hace es obstruir los canales de riego, y aquí los tenemos en todas las Vegas del Guadiana, las del Tiétar y las del Alagón", detalla la jefa de sección de Vida Silvestre de la Junta, que es también directora de Life Invasep, un proyecto de lucha contra las especies invasoras en las cuencas hidrográficas del Tajo y el Guadiana que se desarrolla en colaboración con Portugal.

El Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente modificó el pasado mes de agosto el catálogo español de especies exóticas invasoras, cuyo número fue ampliado. Por contra, se eliminó el epígrafe que incluía las plantas y animales que anteriormente se consideraban como especies con potencial invasor , si bien Palacios considera que la relación elaborada por el ministerio incluye, en principio, "la totalidad de las especies más preocupantes" para los ecosistemas extremeños.

Entre las especies invasoras no comprendidas en él pero que sí han sido localizadas en la comunidad autónoma está el antílope negro de la India, criado en una finca cinegética cercana al Tajo. Allí llegaron, en los años ochenta y sin permiso de la Administración, 16 ejemplares. Hoy son cerca de trescientos. "La finca está con un vallado muy alto, pero si escapan de esa finca podrían ocasionar un problema muy gordo con el resto de los cérvidos autóctonos", recalca Palacios. Ahora, respaldado por una sentencia judicial favorable, el Gobierno regional se propone "extraer esos animales del medio natural e intentar llevarlos a un centro zoológico". La tórtola turca, habitual en los cielos extremeños, tampoco ha sido incluida.

El nuevo decreto, además, da potestad a las comunidades autónomas para que establezcan sus propios listados de especies invasoras. En este sentido, Palacios apunta que el extremeño podría estar listo "para finales de 2014, con posibilidad de publicarse a inicios de 2015", aunque puntualiza que de momento los técnicos de Medio Ambiente están concentrados en identificar las especies que, dentro del catálogo nacional, han sido descubiertas en Extremadura.

Además del daño irreparable que pueden ocasionar a la biodiversidad y los de carácter económico --la Confederación Hidrográfica del Guadiana lleva gastados más de 24 millones de euros en combatir el camalote--, las especies invasoras pueden acabar suponiendo riesgos para la salud humana. Ejemplo de ello son las molestas picaduras del mosquito tigre o la salmonelosis, que puede ser transmitida por la tortuga de Florida. "Estamos pidiendo a los centros de salud que si les llega una persona con salmonelosis le pregunten en primer lugar si tiene una tortuga de Florida. Es un peligro del que nadie informa cuando se compran", recalca esta responsable de la Junta.

Y no son los únicos casos: "Ahora se ha puesto de moda tener mapaches o coatís, que además de poder tener problemas de rabia, también pueden ser el origen de encefalopatías. La gente no es consciente de eso".

Ambas especies, precisa, constituyen ya un importante problema en la Comunidad de Madrid. "Son animales salvajes, que cuando son bebés resultan muy graciosos, pero cuando el animal tiene un año de vida, y ya muerde y causa problemas, pues se empieza a quererlos soltar, y lo hacen en plena naturaleza", con el inconveniente añadido de que, al haber sido criados en casas humanas, "no tienen miedo al hombre".