Desde que en 1990 se realizase el primer trasplante de riñón en Extremadura y en el 2007 el primero de hígado, las respectivas unidades del Hospital Infanta Cristina de Badajoz han realizado en conjunto más de ochocientas intervenciones de este tipo (704 y 116, respectivamente). Más de ochocientas oportunidades de tener una segunda vida, más larga y de más calidad. "El trasplante es uno de los procedimientos quirúrgicos que más impacto tienen en mejorar la supervivencia de los pacientes", resalta el doctor Gerardo Blanco, jefe de servicio de Cirugía Hepato-bilio-pancreática y Trasplante Hepático del Hospital Infanta Cristina.

En términos de calidad de vida, añade, el cambio resulta a menudo "espectacular". Los intervenidos pasan de estar muchas veces obligados a ingresos semanales en el hospital por múltiples problemas o de estar encadenados a la diálisis a disfrutar de "una vida prácticamente normal que permite la integración social y laboral".

"Gané una vida que tenía perdida gracias a la generosidad de una mujer", resalta Francisco Gil, presidente de la Asociación Extremeña de Trasplantados (Asextras), un colectivo cuyo "objetivo fundamental es prestar apoyo psicológico, solidario y humano a los pacientes que están a la espera de un órgano y también a los ya trasplantados". En el 2006, él recibió un corazón, así que la operación tuvo que realizarse fuera de Extremadura, en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid.

En el caso de los enfermos con insuficiencia renal, José Antonio Sánchez, presidente de Alcer Cáceres, subraya que "el mejor tratamiento sustitutivo es el trasplante". "Imagínate, pasas de estar pegado a la diálisis, dejándote la vida día a día en una máquina que va acabando contigo, a gozar de una vida prácticamente normal", sostiene.

A su juicio, más de dos décadas después de efectuarse el primer trasplante de riñón en la comunidad autónoma, ha llegado el momento de dar "un nuevo paso adelante" en esta materia e implantar las intervenciones tanto con donantes en asistolia (en parada cardiaca) como con donantes vivos ya que, destaca, la unidad del Infanta Cristina tiene ya "la experiencia suficiente". "Es un equipo trasplantador excelente", apostilla.

En este sentido, argumenta también que el perfil más habitual de donante fallecido es el de una persona "muy mayor" que ha perdido la vida por un accidente cerebrovascular, lo que no redunda en favor del buen estado de los órganos.

Tampoco se hacen por ahora trasplantes con donante vivo de hígado. Desde la Junta se explica que la razón de que no se dé esta alternativa en la región es que "dado el alto índice de trasplante, la lista de espera es pequeña y la posibilidad de trasplante muy alta, por lo que de momento la unidad extremeña no oferta esta opción para eludir las posibles complicaciones de una cirugía al donante vivo".

Eso sí, cara al futuro, el doctor Gerardo Blanco indica que lo previsible es que esta técnica vaya ganando peso progresivamente como ha sucedido en los últimos años con la de riñón, ya que permite contar con "un donante más joven" que, además, al estar habitualmente emparentado con el paciente, suele ser más compatible con él.

CRITERIOS DE LA ONT Según los criterios de planificación de la Organización Nacional de Trasplantes, ninguna de las dos unidades del Infanta Cristina ha alcanzado, de acuerdo a los datos del último lustro, lo que denomina "actividad mínima tolerable" en cuanto a cifra de intervenciones (fija el listón anual en 25 de hígado y en 40 de riñón).

Blanco matiza, sin embargo, que este número mínimo de intervenciones no deja de ser "una estimación, una aproximación orientativa". En el caso particular del trasplante hepático, su área de trabajo, remarca que los resultados son auditados a través de un registro nacional de la sociedad española de trasplante hepático (SETH) y se exigen unos estándares de calidad independientemente del número de trasplantes que se hagan, "estándares que cumplimos", resalta.

De la misma manera, señala que existen recomendaciones geográficas para facilitar el acceso al trasplante "a todos aquellos pacientes que lo necesitan aunque sean de zonas alejadas", y recuerda que antes de contar con estas unidades en la región los pacientes extremeños estaban "tan alejados" de los centros hospitalarios que la cifra de operaciones era mucho menor, además de verse obligados a sufrir "grandes dificultades e incomodidades para el seguimiento de su trasplante dado lo alejado de sus médicos especialistas".

La Junta dejó claro hace apenas unas semanas que ambas unidades son "de primera categoría nacional" al tiempo que incidió en la mejora que han supuesto ambas para los pacientes extremeños, que ya no tienen que ser derivados a otras regiones. Igualmente, aseguró que en ningún momento la ONT ha sugerido su cierre. Para Francisco Gil, si algo así ocurriese, la medida supondría, por un lado, un perjuicio económico para las familias, sobre todo para las que tienen menos recursos, obligadas a desplazarse a otras ciudades a veces durante largos periodos de tiempo. Por otro, también sería perjudicial desde el punto de vista afectivo. "Está en juego tanto la calidad de vida de los pacientes como la de sus familiares", enfatiza. En su caso, las complicaciones tras la intervención le obligaron a estar seis meses internado en Madrid. "Mi mujer tuvo que estar allí, dejar su trabajo durante ese tiempo. A mis hijas, que estaban estudiando, solo las vi una vez. Estar lejos de la familia y los amigos no ayuda a la recuperación".

José Antonio Sánchez, de Alcer, da otro argumento: la lejanía afecta a la calidad de los trasplantes. "Cuanto menos tiempo se tenga el órgano en isquemia fría (proceso de enfriamiento mediante una solución que comienza cuando el órgano es extraído y acaba una vez que alcanza la temperatura fisiológica durante la implantación) "muchísimo mejor", asevera.