Con dos hijos de 2 y 5 años, a Miriam, de 26 años, no le frenó sus ganas de reengacharse al sistema educativo, y más si tenía la opción -como ocurrió- de contar con una ayuda para ayudarla en las tareas domésticas. Había abandonado los estudios a los 16 años y había trabajado de forma esporádica como peluquera o limpiando casas.

"Me di cuenta de que era primordial tener el título de la ESO para poder estar en el mercado laboral, para poder optar a un puesto de trabajo, y por eso he estado muy motivada, muy contenta y con ganas de volver a estudiar y ni mucho menos porque te premien con dinero porque además no te lo regalan, tienes que estudiar para aprobar clase sólo quedé yo", insiste.

Sólo tiene una crítica, el hecho de adelantar el dinero a la chica que la venía ayudar a casa hasta que le llegaba el dinero de la administración en tres plazos, incluido el abono de la Seguridad Social. Ha aprobado con buenas notas y le queda una asignatura para conseguir el título este año.