La despoblación es un mal de sobra conocido en Extremadura. Pueblos pequeños, envejecidos, que registran pocos nacimientos y que no logran fijar su población joven. Es una radiografía de lo que está pasando en gran parte de la geografía, no solo extremeña. Y es que solo uno de cada cuatro municipios de Extremadura, el 25%, logra sumar habitantes en los últimos diez años, de media. Lo pone de manifiesto el Atlas Socioeconómico de Extremadura 2014, un trabajo elaborado por el Instituto de Estadística regional y la Universidad Complutense de Madrid, que dedica un capítulo a realizar un detallado análisis de la situación demográfica de cada uno de los 383 pueblos extremeños en dos quinquenios con una situación económica opuesta, de 2003 a 2008 (aceleración de la economía) y de 2008 a 2013 (crisis económica).

En este capítulo ha participado el catedrático de la Universidad de Extremadura, ya jubilado, Miguel Angel Fajardo, que resume la situación demográfica: "Desde hace mucho tiempo el ámbito rural está perdiendo población, es un problema grave al que creo que se está intentando dar solución, pero la perdida es continua, aunque va lentamente". Este experto utiliza dos conceptos para analizar esta problemática en el medio rural: expansión (cuando se gana población) y desertización (cuando se pierde población y se deja de cultivar la tierra). Así, en los últimos diez años, de 2003 a 2013, el 57% de los municipios ha perdido habitantes, mientras solo el 14,6% ha ganado. "Extremadura creció en el primer quinquenio y casi se mantuvo constante en el segundo. En general, ha experimentado una tendencia a la expansión poblacional pero en el segundo quinquenio ha estado desacelerada. Con la crisis económica ha crecido el número de habitantes pero a un nivel más bajo", explica Fajardo.

En este periodo, el 17% de los pueblos ha pasado de ganar vecinos a perderlos, esto es, de expansión a desertización. Es el caso de Alburquerque, Arroyo de San Serván, Benquerencia, Santa Amalia, Solana de los Barros, Aldea del Cano, Cañamero, Casar de Cáceres o Miajadas, entre otros. Mientras, el 10% ha llevado la tendencia contraria y ha pasado de decrecer a expandirse, aunque la intensidad del cambio es mínima. Es lo que ha pasado en Jaraíz de la Vera, Casas del Monte, Calzadilla, Cabezuela, Almaraz, Aliseda, Herrera del Duque, Fuenlabrada de los Montes o Calzadilla de los Barros, entre otros.

En general, las diferencias por provincias no son muy significativas atendiendo a las diferentes estructuras que tienen, ya que Cáceres, con más zonas montañosas, cuenta con municipios más pequeños. Sin embargo, sí hay un dato que llama la atención a Fajardo: el 14,6% de los pueblos de la provincia cacereña ha pasado de desertización a expansión mientras solo ha experimentando esta evolución positiva el 4,8% de los pueblos de la provincia de Badajoz, motivado principalmente por emigrantes que vuelven al pueblo.

DIFERENCIAS Sorprende porque ambas provincias han llevado caminos distintos en esta década. "Badajoz ha ido bien, ha seguido una tendencia a la expansión poblacional pero también la crisis ha hecho que esta expansión se desacelere. En el segundo quinquenio ha crecido menos que en el primero. En cambio, la provincia de Cáceres no ha tenido ese mismo comportamiento. Tuvo un crecimiento de 2003 a 2008 y una caída de 2008 a 2013, o sea, que ha hecho un cambio de expansión poblacional a desertización en ambos periodos. Resulta curioso porque en Cáceres el cambio a la desertización se ha debido fundamentalmente por la salida de los varones", dice el experto.

Fajardo señala que la crisis ha afectado haciendo que los casos de crecimiento sean más moderados, como ocurre en las ciudades. "Los datos nos informa de que los municipios mayores tienen una salida más fuerte hacia la expansión que los municipios pequeños, estos por desgracia tienen un problema de desertización grave y hay que atajarlo con alguna política". Como solución propone el cambio de las estructuras de la producción en el sector rural, sacar más partido al campo con la producción de energías renovables o el turismo, ampliar la dimensión de las superficies agrícolas para poder ser más competitivos y rebajar costes de explotación, establecer industrias y puntos de venta propios,... e incluso plantearse la reagrupación de municipios, "porque está demostrado que las poblaciones más grandes ganan habitantes y además supone un ahorro de costes y posibilidad de más y mejores servicios", concluye Fajardo.