Es raro oír hablar de Extremadura en Bruselas. Más aún escuchar su nombre relacionado con actividades literarias o artísticas de la capital de Europa. El pasado miércoles, sin embargo, se inauguró en el museo del Coudenberg, antiguo palacio de Bruselas, una exposición sobre Andrés Vesalio , médico de Carlos V , y Extremadura estuvo presente. Allí se habló de nuestra región elogiosamente.

La exposición está organizada por el Museo de la Medicina de Bruselas en cooperación con el Palacio de Coudenberg (Palacio de Carlos V en Bruselas), la Embajada de España en Bélgica y la Fundación Academia Europea de Yuste. Cuenta con la colaboración del Gobierno de Extremadura y el Consorcio de Rutas Europeas del Emperador Carlos V. De hecho, entre los siete nombres que componen el comité de honor de la muestra está el del presidente de Extremadura. En la inauguración, a la que asistió la ministra de cultura de la federación Valonia-Bruselas, Fadila Laanan , intervino también Miguel Angel Martín Ramos , responsable de Asuntos Europeos de la Fundación Yuste, que fue quien animó a los asistentes a visitar nuestra región. Y creo que no le faltó razón en lo que dijo, ciertamente la tierra que eligió Carlos V para pasar sus últimos días es, sin duda (y cuanto más viajo, más lo confirmo), una de las regiones más desconocidas, acogedoras e interesantes de Europa.

Andrés Vesalio (1514-1564) está considerado como uno de los padres de la Medicina moderna, y particularmente en el dominio de la anatomía. Además de ser médico personal del emperador Carlos V, fue autor, entre otros, del célebre tratado De Humani corporis fabrica sobre la estructura del cuerpo humano, obra clave en la historia de la medicina y que le convirtió en uno de los cirujanos más influyentes del siglo XVI.

Tiene una vida casi tan interesante como su obra. Nació en Bruselas el último día del año de 1514 en una familia de médicos. Su padre era uno de los farmacéuticos de Carlos V, y también era médico, como su abuelo y su bisabuelo. Todavía no tenía 20 años cuando se fue a París, allí además de medicina, aprendió lo que hoy llamaríamos Ciencias Naturales, Física y Química, Astronomía, Filosofía, etcétera. Y como era un hombre de gran inquietud intelectual, para poder saciar su curiosidad decidió aprender también lenguas clásicas, incluso se atrevió con el árabe. Pero esa inquietud, como todas las inquietudes en todos los tiempos, encajaba mal con el poder establecido, por eso no tardó en cuestionar los principios de la enseñanza dogmática del momento y, claro, en ser seriamente reprendido por ello. Le llegaron los obstáculos y el ninguneo.

Sin embargo no se amedrentó y siguió investigando, en el París de aquel año debió de ser relativamente frecuente verlo a solas y a deshoras en el cementerio de los Inocentes buscando huesos y esqueletos. Después volvió a Lovaina, pero nadie es profeta en su tierra y de allí también debió de salir casi huyendo. Terminó en Padua, donde dirigió la cátedra de Anatomía, y desarrolló la mayor parte de su obra. Lo fundamental, cuestionó las enseñanzas de Galeno sobre la anatomía que eran aceptadas desde el siglo III y puso el acento en la observación del interior del cuerpo humano como único método válido para comprender su funcionamiento. También, que el tabique ventricular fuera macizo, esto es, sembró la duda y abrió el camino al descubrimiento de la circulación de la sangre. Y otras muchas lecciones. Pero en Padua igualmente generó envidias y recibió muchos ataques. Eso quizá explique que dejara la ciudad y encontrara refugio cerca de Carlos V. Cuando este abdicó en 1555, siguió al servicio de Felipe II y por eso fue en Madrid donde publicó su última obra en 1561.

Tres años después se fue a Venecia y de allí partió a Jerusalén. Se dice que durante el viaje a Tierra Santa enfermó y murió en Zante, una de las islas jónicas, a la entrada del golfo de Corinto, en octubre de 1564. El motivo de este viaje también es motivo de polémica, para algunos la culpa la tuvo la Inquisición, iba a condenarlo pero la intervención del emperador le salvó de la muerte a cambio de una peregrinación a Tierra Santa. Para otros, los motivos son de otra índole, en cualquier caso, nada claros.

XEN FIN, ES PROBABLEx que a Extremadura le haya costado unos cuartos que se hablara de ella en la inauguración de esta exposición, pero en cualquier caso, mucho mejor gastarlos en cultura que derrocharlos en otras formas de propaganda. Y también sería mucho mejor si esta exposición además de en Bruselas, pudiera algún día verse también en Extremadura, terminaríamos sabiendo más sobre las enfermedades del renacimiento y los principales instrumentos médicos de ese tiempo. Por eso tampoco sería mala idea si, llegado el caso, la exposición se complementase con visitas guiadas de la misma o conferencias que nos ilustrasen sobre la importancia de la medicina de aquel tiempo. Por ejemplo, Soldados y médicos en los tiempos de Carlos V o Extremadura en los tiempos de Vesalio , o sea, algo similar a lo que se ha programado en Bruselas. De vez en cuando, no está mal tomar lo que se hace en otros sitios como ejemplo. Por si fuera de interés, los comisarios de la exposición son los doctores Thierry Appelboom y Hélène Bruyère . Ya se ha dicho, todo es cuestión de proponérselo.