Podemos decir sin equivocarnos que las patatas fritas no tienen época de consumo. Tienen la capacidad de ser apetecibles en cualquier época del año y tampoco tienen fronteras, pues se consumen en cualquier parte del mundo. Es un plato universal. Plato que aparece en primer lugar mencionado en 1673 por Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán en su obra 'Cautiverio feliz', donde aparece la descripción de una comida en la que se dice que las mujeres "enviaban las papas fritas y guisadas". Por lo que podemos apreciar que ya en el XVII se consumían las patatas fritas en manteca de cerdo.

No obstante, como los franceses parece que se apoderan de todo lo existente en la cocina. Se dice que el origen de las patatas fritas se encuentra en Bélgica o en Francia, aunque los franceses se apoderan de dicha autoría: hacia el siglo XVIII sobre el Pont Neuf parisino se instalaban puestos de vendedores con braseros calientes y sartenes en las que solían freír dichas patatas.

A partir de esas fechas comenzaron a diversificarse no solo la venta de las patatas sino sus diferentes formas de corte. Así, los primeros cortes fueron en bastón, que lo hacían tanto belgas como franceses. Posteriormente se comenzó a cortar de forma redonda y delgada, hecho que sucedió en el restaurante Moon Lake Lodge'sde Nueva York, y así surgieron las famosas patatas chips, que en un principio las denominaron como Saratoga Chips puesto que el cocinero del George Crum las cortaba tan delgadas que sorprendía a los comensales y como el restaurante se encontraba en Saratoga Springs dio lugar a dicho nombre.

Fue a partir del 1920 cuando la patata frita se encontraba asentada en todos los hogares. Había hecho un gran recorrido desde el siglo XVII hasta nuestros días. Decía un amigo sollastre que lo de la patata tiene su misterio, es un tubérculo que sirve "pa acompañá con to" y son "rondas y de pie tiesa, niño". También se lo oí decir a María la Papa , vecina de la casa de mis padres, que tenía ese apodo no por lo de Pontífice, sino porque tenía una cara que parecía una papa arrugá como las canarias, aliñás, a la campesina, a lo pobre o matahambres, estofadas, en ajopollo, borrachas, amontonás, a la aldeana, encebollás, bravas o gorrineras y otras mil formas más.

La patata sirve para una ensalada o para un puré, para guarniciones, sopas, gratinados y guisos. De todas las maneras son sabrosas y se acomodan a múltiples circunstancias y es compañera de cualquier plato, sea carne o pescado, y no digamos con el huevo, que desde en tortilla hasta 'arrebujás' o revueltas son un manjar.

Quién nos iba a decir que un producto andino iba a seducir a los paladares más exigentes. A uno que le gusta meterse entre cacerolos y fogones lo de la patata es un delirio culinario.