El Viernes Santo la Pasión cacereña sacó 15 pasos a la calle en cinco procesiones consecutivas, tallas que recorrieron la ciudad monumental bajo el olor a incienso y el acompañamiento musical --salvo la hermandad de Jesús Condenado-- de varias bandas como la Banda Musical de Música, la Banda de Cornetas y Tambores de la OJE (Plasencia) o la Agrupación Musical Nuestra Señora de la Misericordia, entre otras.

La primera cofradía en echarse a la calle fue, como de costumbre, la Hermandad Universitaria de Jesús Condenado. Los nazarenos, vestidos con una túnica de color negro, cíngulo blanco y guantes negros, aguardaban impacientes que la talla de Antonio Fernández Domínguez partiera del Palacio de los Golfines de Abajo. Pasadas las 00.30 horas, el paso inició su recorrido, sin acompañamiento musical, que lo llevaría por la plaza de Santa María, calle Tiendas, plazuela del Socorro, calle Godoy y, entre otras vías, la plaza de Santiago, donde hizo estación de penitencia en la iglesia antes de recogerse en la ermita de la Paz.

Mientras tanto, los hermanos de la cofradía de Jesús Nazareno ultimaban sus preparativos para iniciar la procesión prevista para las 5.00 horas. Con salida y recogida en el templo parroquial de Santiago, las nueve tallas desfilaron por Camberos, Muñoz Chavez, plaza del Duque, Gabriel y Galán, plaza Mayor, Pintores, San Juan, Doctor Durán, Sergio Sánchez, Pizarro, Soledad, Santa Clara, Puerta de Mérida, los adarves, Arco de la Estrella, Santa María, Tiendas, Arco del Socorro y Godoy.

Con los nazarenos ataviados con sotanas moradas, una capa blanca, antifaz y cartonera morada y guantes blancos --si bien en aquellos que van acompañando a la Virgen el color negro se sustituye por el blanco--, se trata del mayor cortejo penitencial de la ciudad con un total de nueve pasos, algunos de excepcional valor histórico y artístico como el Cristo de las Indulgencias (XVI) y Jesús Nazareno (1609), una imagen de profunda devoción en la capital cacereña desde hace cuatro siglos.

LA EXPIRACION Se hacía de día cuando se recogía Jesús Nazareno, dejando atrás la madrugada y dando la bienvenida a la mañana del viernes, en la que cobró protagonismo la hermandad de la Expiración. A las 11.30 horas salía de la plaza de San Mateo el único paso de la cofradía: Nuestro Padre Jesús de la Expiración, un cristo gótico (siglo XIV) de los más antiguos que procesionan por España y la Virgen de Gracia y Esperanza, talla de madera de cedro elaborada en 2002 por el director de la Academia Española de Imaginería de Sevilla, Angel Luis Schaltter.

Escoltados por nazarenos vestidos de negro, con un fajín y una capa azules y guantes negros, ambos pasos recorrieron la calle Ancha, Puerta de Mérida, Santa Clara, Pizarro, Sergio Sanchez, San Juan, Gran Vía, Sánchez Garrido, Pintores, San Juan, Roso de Luna, plaza Marrón, Claveillinas, San Pedro y Donoso Cortés, para volver por Pizarro, Santa Clara y la calle Ancha hasta San Mateo.

LOS ESTUDIANTES Pero la Expiración no estuvo sola. Compartió protagonismo con otra de las procesiones típicas de la mañana del Viernes Santo, la de los Estudiantes. Su Cristo del Calvario data del siglo XVI (creado por Gregorio Fernández, de la escuela castellana de imaginería) y cuenta con un alto reconocimiento por su calidad artística. La imagen salió a eso de las 11.50 horas del Conventual de Santo Domingo, donde se recogió después de pasar por plaza de la Concepción, Moret, Pintores, San Juan, San Pedro, Donoso Cortés, Pizarro, Sergio Sánchez, San Juan, Gran Vía, plaza Mayor y General Ezponda.

Por último, cuando caía el sol en el casco viejo cacereño, la ermita de la Soledad se engalanaba de cara a la salida de sus dos tallas, el Cristo Yacente (que data del siglo XVI y cuenta con una urna del siglo XVIII) y la Santísima Virgen de la Soledad (también de autor anónimo de finales del siglo XVI). Pasadas las 19.30 horas, la última procesión del Viernes Santo se echó a la calle para recorrer Santa Clara, Puerta de Mérida, los adarves, Arco de la Estrella, plaza Mayor, Pintores, San Juan, Sergio Sánchez y Pizarro.

Un tambor destemplado y la Banda Municipal de Música de la capital cacereña acompañó a la procesión más 'triste' de la Pasión cacereña, colocando el broche de oro a un Viernes Santo en el que los cacereños y cacereñas volvieron a volcarse con sus creencias y tradiciones. Hoy domingo, si la caprichosa meteorología lo permite, la Soledad volverá a las calles una vez más, en esta ocasión para poner el punto y final a una Semana Santa cacereña que por algo está considerada Fiesta de Interés Turístico Internacional.