Que la región es testimonio de historia viva es algo que nadie pone en duda. Extremadura reparte generosa restos de patrimonio de civilizaciones anteriores a lo largo y ancho de su extensión. Por desgracia, no todos ellos corren la misma fortuna y se ven amenazados por el paso del tiempo. Ese deterioro evidente causado por la antigüedad es preocupante en algunos casos. En esa cuestión centra su objetivo el colectivo histórico Hispania Nostra, que recorre el país en busca de monumentos y estructuras históricas que lancen un mensaje de socorro sobre su supervivencia y los recoge en su famosa Lista roja . En Extremadura, el colectivo suma medio centenar de construcciones. Una veintena de ellas están ubicadas en la provincia de Cáceres y el resto en la provincia de Badajoz. En el listado de lugares especialmente amenazados que elabora el colectivo se encuentran castillos como el de Rocafrida en Garrovillas de Alconétar, el del Cachorro en Torreorgaz, el de Lagartera en Valdesalor, el de Peñafiel en Zarza la Mayor; conventos como el de la Bien Parada en Abadía, el de La Luz en Alconchel; monasterios como el de Monteceli en Gata, iglesias como la de la Piñuela en Casas de Miravete y restos de ciudades milenarias como la villa romana de Araya en Mérida, la villa de La Cocosa en Badajoz y los restos de Medina Al Balat en Romangordo.

A todos estos nombres les une un propósito, la reivindicación sobre su estado. Muchas ostentan el título de Bien de Interés Cultural, pero bien por la desgana de los propietarios, en su mayoría privados por mantener las estructuras, o bien porque las actuaciones de las instituciones públicas no es suficiente, el mayor temor que enfrentan todos ellos es la ruina progresiva por abandono. Según pone de manifiesto a este diario Víctor Gibello, arqueólogo y encargado de elaborar informes sobre gran parte de las construcciones que aparecen en el listado, si no se actúa sobre estas piezas, están condenadas al hundimiento. Entre los factores que enumera también añade que están expuestos al vandalismo y al expolio porque se encuentran sin protección.

En ese sentido, el arqueólogo lamenta el estado "deplorable y pésimo" de las villas romanas y de los incontables castillos y construcciones eclesiásticas que Extremadura no recoge en sus índices oficiales. "Tenemos mucho patrimonio que no ha sido inventariado aún", asevera. En cuanto a la lista, hace especial hincapié en el convento de San Antonio de Padua que se encuentra en Garrovillas de Alconétar. De hecho, apunta que la propia localidad ha creado la plataforma ciudadana SOS San Antonio de Padua para intentar revertir la situación en la que se encuentra. "Es lastimoso cómo está. Ha sufrido un derrumbe hace poco y su acceso es más dificultoso. Necesita una actuación de urgencia", arguye Gibello. En cuanto a los monumentos que han abandonado recientemente la lista, el arqueólogo hace mención al aljibe de Cáceres, aunque, bajo su punto de vista, la retirada es "incorrecta". "Los elementos siguen estando en una situación desastrosa y teniendo en cuenta que en su origen fue diseñado como un elemento que no debía contener agua, la intervención se hace más urgente para evitar que desaparezca la estructura". En cuanto a los monumentos que considera que deberían formar parte del inventario, el responsable de Arqveocheck, añade el castillo de Hornachos.

Como profesional asevera que el problema de la falta de conservación del patrimonio en la región y en España --la lista roja de Hispania Nostra recoge casi 700 monumentos en todo el país-- reside en la mentalidad. "Las instalaciones y la sociedad en general cree que cuidar de los monumentos es un gasto, y no una inversión".

SENSIBLIZACION Al respecto añade que el catálogo que elabora el colectivo "solo es la punta del iceberg" sobre la situación en la que se encuentra el patrimonio. En ese sentido, Gibello se muestra firme. Cree en la sensibilización y en la educación a la hora de revertir ese paradigma que lanza esa mentalidad. Asevera que primero hay que destinar fondos a investigar, a conocer por qué están ahí y a cuidarlos y en segundo lugar a difundir a los jóvenes ciudadanos desde la más temprana educación la importancia de este conocimiento. "Cuando veo un resto, no veo piedras, veo a quién lo ha construido, a quién ha pasado por ahí, a la sociedad que lo rodeaba y a su historia", asevera Victor Gibello. Insiste en la importancia de mirar más allá porque "ahí reside cultura e información relevante para construir nuestra sociedad".