El trabajador pobre es la nueva clase social que la crisis ha dejado en la realidad española. La debilidad del mercado laboral, que sigue herido, provoca que tener un empleo ya no signifique estar a salvo de la exclusión social. Contratos precarios y sueldos raquíticos son la causa de que, aunque ya se haya salido de la temida lista del paro, sea necesario acudir a ayuda social externa para llegar a fin de mes. El último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) alertaba de que España es el tercer país de Europa (junto a Grecia y Rumanía) con más tasa de trabajadores pobres. Y ponía el foco especialmente en los jóvenes subrayando que más del 20% de los que tienen un puesto, no están a salvo de caer en la marginación. Según Elena Ruiz, presidenta del Consejo de la Juventud de Extremadura, este porcentaje es perfectamente extrapolable a nuestra comunidad. Asegura que uno de cada cinco jóvenes extremeños son trabajadores pobres, lo que implica un total de 11.000 de entre 16 y 29 años. De éstos, 7.500 tiene entre 25 y 29 años.

Ruiz maneja más datos que evidencian la precariedad laboral en este sector de la población: la mitad de los jóvenes de la comunidad necesitan ayuda social para cubrir necesidades básicas y, de éstos, el 40% sí tiene un empleo. "Otra cifra llamativa es que la tasa de emancipación ha caído un 2% en el último año, una prueba más de que lo que tenemos son contratos laborales que te hacen ser una persona dependiente", asegura la presidenta del Consejo de la Juventud de la región.

Desde UGT-Extremadura, Teodoro Casares, secretario general de Formación y Empleo, apunta que la principal causa de esta pobreza laboral es la proliferación de contratos mínimos que obligan a hacer más horas de las estipuladas. "Las empresas contratan por cuatro horas pero después la jornada real es de ocho. Eso implica un salario ridículo con el que los jóvenes siempre están en riesgo de exclusión social, más aún si viven en un hogar donde la mayoría de los miembros están en paro".

Casares agrega que el comercio y la hostelería son los sectores más afectados por esta situación, "donde abunda la temporalidad". En este sentido Ruiz apostilla que sólo el 3% de los contratos que firman los jóvenes son de carácter fijo.

Otro de los asuntos que destaca la presidenta del Consejo de la Juventud de Extremadura es que de los 55.400 ocupados, unos 5.000 son autónomos, lo que apenas representa el 10%. "Esto significa que hacerse autónomo no se está convirtiendo en una manera real de salir del desempleo".En cuanto a los diversos programas que tiene en marcha la Junta de Extremadura para fomentar la formación y el empleo entre los jóvenes, Elena Ruiz tiene claro que aunque sí es cierto que suponen una oportunidad --a veces la primera-- para acceder al mercado laboral, "realmente a quienes benefician estos proyectos es a las empresas, que reciben una ayuda económica para hacer contratos en prácticas, pero luego en muchas ocasiones no existe continuidad con esa persona, sino que entra otra distinta y se vuelve a recibir la ayuda".

Las cifras que analizan la situación laboral de los jóvenes extremeños dibujan una realidad que empuja a muchos a abandonar la comunidad, principalmente porque si logran acceder a un puesto, en la mayoría de las ocasiones éste no cubre sus necesidades: bien porque el sueldo no les llega para vivir o bien porque aceptan un empleo para el que están sobrecualificados --ocurre en el 23% de los casos-- "y al final terminan marchándose", afirma Ruiz.