15 proyectos en la primera semana en funcionamiento y un goteo diario de dos o tres iniciativas de emprendedores que quieren una Sierra de Gata diferente, llena de actividad y más resistente a los incendios. Son las primeras piezas del Proyecto Mosaico que la Universidad de Extremadura (Uex) y la Junta lideran para cambiar pinos por actividad agraria y material combustible por desarrollo agroforestal. «Se están desbordando día a día los compromisos adquiridos inicialmente en el convenio suscrito con la Junta», valora Fernando Pulido, profesor de Biología Vegetal y Conservación Forestal de la Uex y coordinador técnico del proyecto de reconversión de la Sierra de Gata. «El arranque está siendo muy interesante y está superando las expectativas, la función del proyecto de plataforma catalizadora de iniciativas está funcionando», dice. Uno de los primeros pasos para eso ha sido la creación de una página web (www.mosaicoextremadura.es) en la que se va incluyendo cada novedad y donde se podrán consultar las iniciativas en marcha, los responsables y su grado de ejecución.

A principios de noviembre se pusieron en marcha las primeras herramientas del mosaico, y se inició una ronda informativa por los pueblos, que seguirá en diciembre. Junto a este trabajo de difusión, cuatro técnicos de los distintos ámbitos (forestal, agrícola, ganadero o de estudios de propiedad) se ocuparán de evaluar estos proyectos para ver cuáles encajan dentro de la filosofía del mosaico.

«Pero medir el éxito del trabajo requerirá tiempo y la idea es medir en un año el éxito de los proyectos empresariales que ahora se están planteando; ver cuántos se han puesto en marcha y continúan», dice Pulido.

Lo que más satisface a los que lideran el proyecto es que «más allá del trabajo que desarrolle la universidad, hay una inquietud latente que ahora está intentando aprovechar este momento de cambio». Y esa es una importante baza de futuro para la zona.

Participación ciudadana

Por delante quedan dos años para conformar el mosaico de forma oficial (es lo que dura el convenio Junta-Uex) pero el propósito es que el proyecto mosaico se convierta al final en una plataforma de más proyectos. «Esto debe ser participativo, generar tejido, crear un espacio económico que pueda después defender el terreno», dice el profesor.

De hecho parte de ese tejido ya esta conformado: se ha generado un proyecto Life con personas que están participando en el proyecto mosaico y con el que están destinando fondos a ayuntamientos... «e incluso se está trabajando en una tesis doctoral en el ámbito del proyecto mosaico», dice.

Y junto al proyecto de la universidad surgen otros paralelos. Entre ellos el que se ha llevado a cabo en el mes de octubre, coordinado por Rodrigo Ibarrondo un vecino de Gata con amplia experiencia en cooperación internacional que logró reunir en el mes de octubre a 500 voluntarios para realizar tareas de reforestación. Juntos replantaron 300 hectáreas en terrenos con 10.000 semillas de especies autóctonas como castaños, robles y madroños, aportadas por uno de los viveros de la Junta en la zona de Gata. Los resultados han sido tan positivos que ya se prevé ampliar la iniciativa para el próximo año, con una red de voluntariado más extensa para abarcar más terrenos. «Eso ha sido posible porque se definieron unas líneas de plantación en las tareas de postincendio que se llevaron a cabo dentro de las tareas de emergencia del pasado año», recuerda Pulido.

Cómo se abordaron esas primeros trabajos es una de las grandes diferencias entre el incendio de Gata y otros incendios anteriores y el germen de lo que ahora está en marcha. Los investigadores de la Uex que trabajan en el mosaico comenzaron asesorando a la Junta en las obras posteriores al incendio. Mientras tanto se fue desarrollando el proyecto que se ha puesto en marcha ahora. «Está funcionando y el secreto es que, al contrario de lo que muchos pensaban, no lo estamos haciendo desde nuestro despacho de la universidad, sino sobre el terreno, de hecho, no entramos en el despacho, hemos trasladado el laboratorio al campo y por el momento el resultado es satisfactorio», dice Fernando Pulido.

Olivares de cortafuegos

Y mientras se perfila el resurgir de la economía en la zona, el grupo de investigación trabajando también en el plan de restauración de los terrenos quemados, como establece la ley agraria de Extremadura de 2015. Creen que en seis meses podrá estar diseñado y quieren que permita restaurar los terrenos generando un territorio que pueda defenderse mejor de los incendios, «un plan de restauración preventivo», lo llama Pulido. Para ello, una de las primeras propuestas será que se recuperen zonas de cultivo como olivares arrasados en el incendio y que ahora corren el riesgo de quedar abandonados, «Deben ser los primeros en ser restaurados, para que esas zonas agrícolas que pueden ejercer de cortafuegos natural no se echen a perder». Esa actuación encierra la clave de ese plan de restauración: la prevención es la mejor forma de restaurar.