Se pagaban sueldos de más de 3.000 euros y se iba a buscar directamente a los trabajadores a la obra para ofrecerles hasta 10 euros más por hora para que cambiaran de empresa; los pisos se vendían sobre plano y siempre había prisa por terminar. Quien tenía dinero, invertía en vivienda: si los bancos daban una rentabilidad a plazo fijo de entre el 4 y el 5%, revender un inmueble suponía un beneficio de entre el 8 y el 10%. Pero la burbuja estalló e hizo saltar por los aires los cimientos de un negocio que resultó ser débil. ¿La consecuencia? Más del 70% de esos empleados fueron al paro y buena parte de los que sí se quedaron tuvieron que hacerlo como autónomos y con dificultades para llegar a los mil euros de sueldo. Grandes empresas pasaron, por ejemplo, de 400 a 20 asalariados, quedándose solo con el 5% de la plantilla. Y muchos de los que habían invertido en el sector como valor seguro, no pudieron ni revender ni asumir la hipoteca de una vivienda que se convirtió en losa.

Ahora que se aprecia cierto repunte, los expertos hacen balance de qué supuso la construcción en la economía extremeña: si bien llegó a ser un motor importante del PIB regional (aproximadamente el 15%), actualmente, y a pesar de las previsiones positivas, ha perdido ese hueco, que otros sectores como las energías renovables intentan ocupar.

badajoz, más afectada / Según los datos recogidos por el Ministerio de Fomento, Extremadura perdió en siete años el 94% de la construcción de vivienda libre. Si en 2007 se empezaron a edificar un total de 13.915 pisos nuevos (es la cifra más alta registrada), en 2014 fueron solamente 864. Es la huella de la burbuja inmobiliaria en la comunidad, que afectó más a la provincia de Badajoz (se pasó de 9.813 a 448, una caída del 95%) que a la de Cáceres (la bajada fue de 4.102 a 416, un 90%).

Las cifras de Fomento también reflejan a partir del año 2015 una mínima subida en la que confían los análisis optimistas para que el sector empiece, como mínimo, a respirar.

«Hubo mucho abandono escolar en esa época para irse a una obra donde se pagaban muy buenos sueldos. Veías a jóvenes de entre 18 y 20 años con coches BMW recién comprados y con los que vacilaban a otros de su edad que seguían estudiando», manifiesta José Luis Iglesias, gerente de Pymecon (Federación Provincial de la Pequeña y Mediana Empresa de la Construcción de Cáceres). «Pero llegó la crisis y se quedaron sin nada, ni trabajo ni estudios. Y después tenemos a los mayores de 50 que fueron al paro y llevan cinco o seis años sin reengancharse», apunta Miguel Talavera, portavoz de la Federación de Industria y Construcción de UGT Extremadura.

Los despidos fueron consecuencia de la quiebra continua de empresas relacionadas con el sector: «Hubo muchas que se crearon aprovechando tiempos boyantes, pero casi todas desaparecieron. Y más de la mitad de las grandes también cayeron. Han sido las que tenían más solera y haciendo grandes esfuerzos las que han logrado seguir funcionando», apostilla el gerente de Pymecon.

licencias de obra / «El principal problema es que la construcción de viviendas no respondió a un criterio de demanda, de necesidad, sino que tuvo un fin especulativo, de manera que se hicieron muchos más pisos de los que se necesitaban, sobre todo en barrios nuevos de Badajoz, Mérida o Cáceres», manifiesta Pedro Pérez, portavoz de la Fundación Laboral de la Construcción en Extremadura. «A esto se une que los ayuntamientos no tuvieron reparos en dar licencias de obra, de manera que no existió freno», añade Pérez.

Antes de que la crisis empezara a enseñar las garras, allá por 2008, este ‘negocio’ suponía un gran motor económico en la región, «pero luego sufrió una caída bestial en el PIB», subraya el gerente de Pymecon. «Ese hueco que ha dejado lo tratan de ocupar ahora las energías renovables, pero es un sector que también está costando. La peculiaridad de Extremadura es que aquí no hay alternativa, por eso se notó más y por eso todavía estamos pagando esa factura», agrega.

El portavoz de la Fundación Laboral de la Construcción resalta: «En la comunidad, 15 de cada 100 trabajadores estaban ahí, era una cifra bastante llamativa y que quedaba muy por encima de la media europea».

A la agricultura / Desde la Federación de Industria y Construcción de UGT Extremadura aseguran que la agricultura se ha convertido en uno de los sectores ‘refugio’, sobre todo para los jóvenes: «Pero éste no llega, en absoluto, a cubrir la gran demanda de empleo que se ha ido generando». Y añaden: «En los años de máximo esplendor de la burbuja teníamos registrados unos 50.000 empleados relacionados con la construcción, pero la cifra fue cayendo hasta los 13.400, teniendo en cuenta tanto los puestos directos como los indirectos. El descenso ha sido brutal y no ha existido alternativa alguna, y eso es lo que tenemos que buscar».

Los expertos coinciden en que este ‘negocio’ se levantó sobre cimientos poco estables. Ahora que empieza a vislumbrarse cierto repunte en la comunidad, existe la ventaja de disponer de balances y análisis de las consecuencias que puede traer apostar sin freno por un sector que en pocos años pasó de todo a nada.