Al felino más amenazado del mundo le gusta Extremadura. La población de lince ibérico, que hace dos décadas se daba por extinguida en la región, alcanzará este año los 28 individuos en libertad (475 en España) y ya se han conseguido hitos que demuestran que la especie está cómoda en la región y podría volver a expandirse sin la intervención del hombre.

El balance de solo tres años de liberaciones de ejemplares nacidos en cautividad permite mirar al futuro de la especie con cierto optimismo gracias al programa transnacional Life+Iberlince, que despegó en la región en 2011, aunque la administración extremeña comenzó a trabajar años antes junto a Andalucía en un proyecto que sirvió para confirmar que no quedaban rastros de este felino en la comunidad. «El sur de Badajoz hacía más de 30 años que había desaparecido y en el norte de Cáceres los últimos ejemplares fueron avistados a principios de los 90», cuenta María Jesús Palacios, coordinadora del plan de recuperación del lince ibérico en Extremadura.

Con estas certezas, en el 2011 la Comisión Europea dio el visto bueno al desarrollo del proyecto Life+Iberlince que incluía varias áreas de reintroducción en España (Badajoz, Andalucía, Castilla-La Mancha) y Portugal. Así, comenzó a prepararse su ejecución y en el 2014 empezaron a soltarse los primeros linces en el campo en el área del Valle de Matachel, la zona escogida en la región. En apenas tres años, el programa ya ha logrado su principal objetivo. «El proyecto europeo termina en el primer semestre del 2018 y el objetivo era que para entonces cada área de reintroducción tuviera al menos cinco hembras reproductoras en libertad. A nosotros todavía nos queda un año y medio de proyecto y ese objetivo ya está cumplido: ahora mismo tenemos siete hembras reproductoras de las cuales cinco están en el área de Matachel», explica Palacios.

No es el único éxito, ya que los cachorros nacidos en libertad no tardaron en llegar. En el primer año de suelta en la provincia pacense se liberaron dos hembras reproductoras que, aunque eran muy jóvenes, «se comportaron como auténticas adultas, se juntaron con dos machos, supieron defender territorio y tuvieron cada una tres crías que siguen en la zona. Esto fue excepcional porque además fuimos la única área de reintroducción que tuvo cachorros el año siguiente de la primera suelta. Es nuestro gran éxito porque significa que desde el primer año están naciendo linces en libertad en Extremadura».

De esta forma, María Jesús Palacios hace un balance muy positivo de Life+Iberlince en Extremadura. Y no solo por esos éxitos conseguidos sino porque «también significa que las personas que viven en el entorno de Matachel han aceptado a la especie». Para ello, desde el programa desarrollan acciones de información y formación a distintos colectivos: a los vecinos de la zona, al sector ganadero, cinegético, apícola, grupos de acción local, colegios... «para que vean al lince como parte de su patrimonio natural, como un ciudadano más».

Esa conciencia social es crucial a la hora de evitar una de las principales amenazas junto a la enfermedad hemorrágica de los conejos: los atropellos. «Son la principal causa de muerte en otros territorios y aunque aquí no es el caso, estamos trabajando mucho en temas de seguridad vial». Tras el atropello de la lince Ketamina, liberada en la región en 2015, la Diputación de Badajoz y la Consejería de Infraestructuras comenzaron a realizar, con fondos propios, actuaciones de desfragmentación de hábitat: arreglo de carreteras, pasos subterráneos, cerramientos, colocación de resaltos, señalización especial... Con la DGT se logró incluso reducir la velocidad en algunos tramos de paso para el lince. «Después de tres años no hemos vuelto a tener atropellos».

Bajo índice de mortalidad

Precisamente la tasa de mortalidad es otro de los éxitos del proyecto en Extremadura. «En cualquier programa de reintrodución de una especie se prevé que puede haber un 50% de muertes en los años de reintroducción, pero nuestro porcentaje de mortalidad está por debajo del 20%». Desde el 2014 se han reintroducido unos 30 linces en Matachel y han fallecido seis (tres de ellos por intervención directa del hombre: atropello o envenenamiento).

El programa se encuentra en estos momentos en plena fase de sueltas: en febrero se han liberado seis linces (Negro procedente de Portugal y Nitrógeno, de Jaén, fueron los últimos) y restan dos más hasta abril, que hará un censo de 28 individuos en libertad y hay hembras preñadas. Es el cuarto año consecutivo de liberaciones y se necesita al menos una década de reintroducciones anuales, con un mínimo de ocho animales al año, para asegurar que se asiente una población de machos y hembras reproductores en una zona que puedan autoabastercerse. «Con seguridad vamos a estar seis años más reintroducciendo linces en Matachel, a razón de entre cinco y diez individuos al año», afirma.

El número de animales dependerá de los cachorros que tienen los centros de cría en cautividad que hay repartidos por España y son, en su mayoría, gestionados por el Ministerio de Medio Ambiente, como el que se ubica en Zarza de Granadilla (Cáceres) -aunque también hay centros de cría de la Junta de Andalucía y del ayuntamiento de Jerez de la Frontera, así como del Gobierno portugués (Silves)-. Entre todos suelen tener medio centenar de cachororos al año y trabajan de forma coordinada con Life+Iberlince para garantizar que no todos los animales de un centro se liberen en la misma zona. «Es necesario que haya variabilidad genética y evitar que puedan aparearse entre hermanos para que la población en el campo esté lo más fortalecida posible», señala Palacios.

Así, el lince sigue extendiéndose por Extremadura desde la zona de Matachel, pero no será la única en la que próximamente podrán verse estos felinos. Dentro del programa se trabaja para realizar sueltas en otras dos zonas de la región a las que se han desplazado libremente los linces liberados. De hecho, hay una hembra reproductora que ya vive en la zona del Río Ortiga, en La Serena. «Es un territorio muy bueno de hábitat, hay conejos y no tiene mucho tráfico». Por ello, se está preparando el terreno para que «el próximo año o el siguiente, en función de la producción de los centros de cría, puedan realizarse sueltas de forma paralela en ambas zonas».

Además, hay otro territorio extremeño en el punto de mira: «Hay poco conejo de momento, pero también estamos preparando la zona de Valdecigüeña, en Badajoz, para la reintroducción en el futuro porque hay animales que se van a esa zona». Se ubica en el sureste de la región y engloba el término de Fuente del Arco, entre otros. «Y no perdemos la esperanza de que en el futuro pueda haber linces en otras zonas de Cáceres»

De esta forma este felino tan amenazado recoloniza territorio extremeño mientras el programa europeo comienza su cuenta atrás. ¿Qué pasará cuando se acabe la financiación del programa europeo Life? «Nosotros tenemos un plan de recuperación en Extremadura previo y estamos en esa obligación de las administraciones de buscar financiación y poner fondos propios», explica Palacios. Para mantener la reintroducción del lince, asegura que la región ya tiene aprobado un proyecto Interreg de cooperación con Portugal con una inversión «importante» para tres años y garantiza que habrá fondos públicos de Medio Ambiente para hacer mejoras de hábitat, además de ayudas para el desarrollo sostenible que darán prioridad a los propietarios privados que mantengan sus fincas aptas para la especie. «Estamos sacando mecanismos para que podamos tener financiación para el lince, pero además entre todas las comunidades y el miniserio estamos buscando líneas de financiación conjuntas con nuevos proyectos europeos», explica.

El objetivo final es que puedan seguir soltándose animales en la región para que llegue el día en que las zonas de reintroducción sean sostenibles «y lo único que tengamos que hacer cada año es fortalecimiento genético, es decir, reintroducir cada año algún individuo para variar su carga genética porque en este sentido la especie está mal». Palacios es optimista: «Los proyectos de conservación hay que mirarlos con futuro; hace 30 años no había lince en Extremadura y quizás en 30 años el lince ya esté en nuestras tierras sin necesidad de que el hombre intervenga».

De momento, los pasos para lograr esa aspiración están resultando un éxito: «El lince ha venido a Extremadura para quedarse y los extremeños así lo quieren. Una especie no se asienta en un territorio si los ciudadanos de su entorno no quieren que se quede», remacha la coordinadora. H