Los clientes piden «carne cada vez más fresca» y «cuerpos infantilizados». Son palabras crudas e hirientes pronunciadas por quien conoce el submundo y dan la clave de una realidad que siempre está oculta y que ahora, además, tiene una truculencia añadida: ha aumentado el número de menores que quedan atrapadas. «Pero es que también ha bajado la edad de quienes acuden a estos servicios, y hay igualmente chicos de 16 y 17 años que, por ejemplo, terminan celebrando así una fiesta de cumpleaños», expresa Flor Fondón, presidenta de la Asociación de Derechos Humanos de Extremadura (Adhex), una de las entidades que desde la región claman que la prostitución esclaviza a las mujeres y que cada vez hay más adolescentes explotadas sexualmente.
El reciente desmantelamiento de una red en Marbella que vendía la virginidad de una chica de 16 años al precio de 5.000 euros por Internet ha puesto de nuevo el foco en este delito que, según los datos oficiales, está en auge. La Unidad de Extranjería de la Fiscalía General del Estado recoge en su última estadística hecha pública, de 2015, que ese año fueron detectadas 45 menores víctimas de trata de seres humanos y obligadas a prostituirse. La cifra implica un incremento de más del 25% en relación a 2014. Y es solo la punta del iceberg.
Extremadura no escapa a esta realidad. «Aquí no vivimos en un oasis ni mucho menos y nos encontramos con lo mismo que ocurre, por ejemplo, en Madrid, lo que pasa es que somos menos», asegura Fondón. Según los agentes sociales claves que tratan directamente con esta lacra (y que prefieren permanecer siempre en el anonimato para no ver perjudicado su trabajo), en nuestra comunidad hay entre 30 y 40 menores que sufren explotación sexual. Un infierno al que llegan niñas hasta de 15 años procedentes, principalmente, de Rumanía o Brasil.
El Instituto de la Mujer de Extremadura (IMEx) baraja que, en general, hay unas 2.000 mujeres víctimas en la región. Por lo que las adolescentes representan entre el 1,5 y el 2% del problema.
Sin un registro oficial
Pero no se trata de cifras oficiales porque nunca se ha impulsado la posibilidad de hacer un registro concreto, por eso el número que se maneja siempre es relativo, sobre todo teniendo en cuenta que a las mujeres las mueven de unas regiones a otras o incluso las cambian de país «porque los clientes se cansan».
Desde la delegación del Gobierno en Extremadura consideran que este dato es «alto» y aseguran que desde 2013 «solamente» se tiene constancia de cinco casos en los que sí ha tenido que intervenir la Policía Nacional.
En uno de ellos la víctima era una menor de 15 años que vivía en el centro de menores de Mérida. A través de una amiga empezó a realizar tareas domésticas en un domicilio particular en el que habitaba un individuo de 61. Pero las labores de limpieza eran solo el gancho para terminar en las garras de la prostitución. A cambio de 50 euros. Un joven treinteañero empleado en la hostelería actuó de cómplice en todo momento. Ocurrió en 2013.
Un año después una redada de la Policía Nacional en un club de Badajoz sacó a la luz que allí había una chica de 17 años explotada sexualmente. Una vez liberada, tuvo que ingresar en el centro de acogida San Juan Bautista porque no apareció ningún familiar que pudiera hacerse cargo de ella.
Otros de los casos, en 2015, tuvo como escenario un local de Cañaveral (Cáceres), donde los agentes descubrieron a una menor bajo la esclavitud sexual quien, además, era hija de una mujer también víctima.
Pero tal y como denuncian quienes conocen el problema desde el fondo, lo que sale a la luz es sólo una mínima parte de un negocio turbio que, a escondidas, mueve mucho dinero (unos 18.000 millones anuales en España).
Evitar controles
«Parece que hay menos prostitución porque es cierto que algunos clubs están cerrando, pero lo que ocurre es que se está trasladando a pisos particulares, donde el control es menor», expresa la presidenta de Adhex. «Para entrar en un domicilio particular la policía necesita una autorización, una orden, en un local no», apostilla.
No obstante, desde la Delegación del Gobierno defienden un protocolo de actuación en el que también se vigilan de cerca estos pisos (en la ciudad de Badajoz se tiene constancia de unos 30, por ejemplo) para, aseguran, «comprobar que todo está en regla en cuanto a situación sanitaria y laboral y que no se está cometiendo ningún delito». Añaden que, igualmente, existe un seguimiento de los anuncios de contacto tanto en prensa como en Internet.
En esas publicidades, aseguran en Adhex, abundan ahora reclamos de chicas asiáticas «con aspecto colegial porque es lo que más van buscando los clientes». «Quieren cuerpos de niñas, apariencias infantiles, es tremendo», expresa Fondón.
¿Recursos?
La Consejería de Sanidad y Políticas Sociales de la Junta indica que existe el Programa de evaluación, diagnóstico y tratamiento de menores víctimas de violencia sexual, el cual está en marcha en colaboración con la Fundación Márgenes y Vínculos y se financia a través de la asignación tributaria del IRPF. Y añaden: «Todos nuestros centros de menores están capacitados para trabajar socio-educativamente con cualquier perfil. También, para la protección y atención a los que han podido sufrir violencia sexual».
Subrayan que desde el comienzo de la legislatura, a mediados de 2015, en los centros de menores de la región «solo ha habido dos casos de chicas rumanas que llegaron tras haber sido vendidas por sus padres, pero no con fines de explotación sexual, sino para casarlas». «Una de ellas -continúan- fue maltratada, pero en ninguno de los dos casos se declaró o denunció prostitución».
Desde la Administración regional resaltan igualmente que otro de los recursos disponibles es el Protocolo de Extremadura contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, en el que se hace hincapié en la sensibilización.
La Asociación de Derechos Humanos de Extremadura, entre otras entidades, trabaja en este aspecto, que consideran fundamental, a través de jornadas y talleres en los institutos de Secundaria de la comunidad.
Redes sociales
El objetivo de estas actividades es que los alumnos tomen conciencia de la profundidad del problema. «En el caso de las chicas, para que tengan especial precaución con las redes sociales, porque ahora mismo son herramientas muy utilizadas para la captación de nuevas víctimas. Deben aprender a cómo evitar meterse en problemas», explica Flor Fondón.
En cuanto a los chicos, el fin es fomentar la sensibilización para que sepan con datos y ejemplos qué se esconde detrás de «un negocio que no cuenta con el rechazo social que debería tener, porque se sigue considerando una actividad de ocio más, divertida, sin tener en cuenta qué supone realmente». «Y lo peor es que también están entrando ya clientes menores de edad», insiste.
La presidenta de Adhex tiene claro que gran parte de la responsabilidad está precisamente en quienes pagan por tener sexo con mujeres explotadas y esclavizadas. «Y no pueden decir que desconocen la situación, porque lo saben perfectamente».
Las asociaciones que pelean contra la prostitución los consideran cómplices de un negocio perverso y clandestino que no deja de ser una forma de violencia machista más (una de las más crudas) que también en Extremadura atrapa a menores de hasta 15 años y las convierte en esclavas.