Peligros Folgado, presidenta de la Fundación Atabal, y Julián Pocostales, gerente de Tubasa, concesionaria del transporte público en Badajoz, coinciden al referirse al proyecto. «Fue una idea muy buena. Algo maravilloso», dice él. «Tras estudiar las carencias, nos dimos cuenta de que lo que necesitábamos era justo esto», afirma ella. Ambos hablan del autobús que la empresa ha donado a la organización y que esta ha transformado, con la colaboración de Don Bosco Fambul, en una unidad móvil para socorrer a niños que viven en la orfandad en las calles de los barrios más humildes de Freetown, la capital de Sierra Leona.

Ambos relatan también cómo se cocinó el proyecto, que cuenta con la financiación de 104.000 euros de la Agencia Extremeña de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aexcid). «¡Ya estábamos mirando autobuses de segunda mano! Nos habíamos sentado para identificar qué necesidades había y cómo podíamos ayudar. Y un autobús para recorrer las calles y prestar ayuda era vital», recuerda Peligros. Tras estas reuniones, a Pepe González, otro de los trabajadores de la fundación pacense, se le ocurrió otra idea. «Dijo: a ver si podemos hablar con Tubasa». Dicho y hecho.

«El autobús estaba de refuerzo para la Feria de San Juan, para ir al botellón. Ya había cumplido diez años y toda la historia con Atabal fue súper rápido. Lo que más costó fue el papeleo para su exportación, buscar el puerto adecuado...», explica Pocostales. También rememora Peligros el proceso de puesta a punto del vehículo, que comenzó hace tan solo unas semanas. «El autobús se encuentra perfecto. Antes de partir lo prepararon y lo cambiaron todo. Metieron cableado en el doble techo, las ruedas de repuesto...». En marzo salió desde Lisboa rumbo Freetown, donde llegó hace escasamente un mes. El 20 de abril comenzó a recorrer las calles. Y dos periodistas se montarán en él varios días durante el próximo mes para contar de primera mano, en las páginas de EL PERIÓDICO EXTREMADURA, las historias que acumule, las vidas que ayude a salvar.

Huérfano

Peligros habla de los terribles datos que dejó tras de sí la devastadora epidemia del Ébola en Sierra Leona y cómo afecto a Freetown, la capital. «Hay más de 14.000 huérfanos de padres en la calle. Sacaron los datos en 2016. Murieron 4.000 personas y más de 11.000 fueron infectadas. Es rara la casa donde no ha habido un fallecido, y las hay con 12 o 13 muertos». El saldo de tan nefasta estadística: multitud de menores al amparo sólo de la solidaridad entre ellos mismos y de proyectos como el que han levantado Atabal, Tubasa y la Aexcid. «También viven en la calle niños que han sufrido maltratos o agresiones sexuales o físicas», lamenta Peligros.

El autobús de Atabal-Don Bosco Fambul ya ha realizado varias salidas por la capital africana desde que echara a rodar hace escasamente diez días. Las cuenta Peligros y explica su forma de proceder. «Sale a la calle y realiza el recorrido con comida, con equipaciones para que puedan jugar, con equipos de juegos de mesa... Lleva una carpa que se extiende, con luces y música, y vienen los niños que duermen en los vertederos o en los mercados, cuando estos son de madera y los pequeños pueden dormir debajo de ellos». Los trabajadores de Don Bosco intentan ganarse su confianza, hablar con ellos y estudiar cada caso y sus posibilidades. «Poco a poco los chicos se acercarán y se podrá hablar con las familias para ver si son reubicables. Los hay que se han marchado de casa porque han robado el dinero de una docena de huevos y no se atreven a volver por miedo».

Pero la de recorrer las calles no será la única misión de este autobús, el bus de las segundas oportunidades. Dentro del proyecto también se contempla que los niños que acoge Don Bosco Fambul puedan realizar excursiones a la playa o a ver los monos. «Cosas que los chicos no han hecho en la vida», resume Peligros. No en vano, Fambul (que en krio, idioma local, significa familia), es una entidad llevada por lo salesianos y la única que trabaja con los menores de las calles de Freetown. «El propio gobierno les ha llevado a niños algunas veces», refleja la presidenta de la Fundación Atabal.

Experiencia en Sierra Leona

No es la primera vez que Atabal y Don Bosco trabajan juntos en Sierra Leona. Todo lo contrario: su colaboración viene de largo. Peligros pisó por primera vez las tierras del país africano en 2004, sólo dos años después de la finalización de una guerra que aterrorizó al mundo por la utilización de niños soldados en el conflicto. «Todo lo que tenía ladrillo estaba por el suelo», resume la responsable de la fundación, que solo tres años después contactó con los hermanos salesianos, y que cuenta todo lo realizado por lo organización que preside. «Hemos levantado más de 20 escuelas, hemos hecho pozos, fuimos testigos de la primera transfusión sanguínea realizada en territorios impensables...». Todo ello, afirma, sigue sin resultar suficiente en un país con una esperanza de vida de 51 años, donde el 75% de las niñas sufre la amputación genital y con una mortalidad de la madre de las más elevadas del planeta.

En este contexto, cualquier ayuda es buena y necesaria. «Hay que cuidar a los niños, que son el futuro de un país. Las empresas tienen que tener su balance, pero también corazón para esta sociedad», zanja Julián Pocostales. En la misma onda habla Peligros de la economía circular, de los avances que podrían conseguirse en países como Sierra Leona con una mayor concienciación e implicación social. El autobús de la esperanza, que en su primer día en las calles de Freetown atendió a 40 niños, solo supone el siguiente paso, un empujón con un encomiable impulso de diferentes actores extremeños. Lo podrán seguir aquí.