«El trago al principio es duro. Pero esto no se corrige, porque no es una enfermedad. Es, simplemente, una realidad más. Por eso queremos ofrecer apoyo, información y acompañamiento a las familias extremeñas. Porque quién mejor que una madre o un padre que ya haya pasado por lo mismo para sentir la empatía necesaria. Cada uno tiene su propia mochila cultural, y eso siempre hay que tenerlo muy en cuenta». Son las palabras de Maribel Díaz, madre un menor transexual de 15 años, quien, a partir de ahora, también será una de las portavoces de la asociación nacional Chrysallis (chrysallis.org.es) en Extremadura. Ella ejercerá en Cáceres y Fernando Ramón (padre de Pau, otro niño transexual de 15 años que participó en un acto en la Asamblea regional para pedir «respeto, no un trato distinto») será su homólogo en Badajoz.
Esta entidad está especializada en luchar por los derechos de niños y adolescentes en materia de diversidad sexual. «Estamos viviendo un boom en cuanto a la visibilidad de las personas transexuales. Y no hay que esperar a ser mayor de edad para definir nuestra identidad sexual, porque es algo que se sabe desde la infancia», subraya Díaz. E insiste en que no se trata de una opción, sino de una condición natural más. «La persona transexual es aquella cuya identidad sexual no se corresponde con el sexo biológico». A partir de ahí, cada persona decide qué camino trazar y hasta dónde llegar. Se puede optar por el tratamiento hormonal y, después, por la operación para el cambio de sexo. Pero no todos siguen los mismos pasos.
SUMAR ESFUERZOS / La delegación regional de Chrysallis vendrá a reforzar y complementar la labor que realiza el área de transexualidad de la Fundación Triángulo, que tiene contabilizados a unos 30 menores en la comunidad. Pero desde esta nueva entidad quieren «sumar aún más fuerzas y visibilizar la T en el colectivo LGTBI» para caminar hacia la normalización.
La idea es trabajar también junto a los representantes políticos para avanzar en reformas legales y protocolos que permitan la igualdad de los menores.
En este sentido habría que destacar que Extremadura cuenta con una avanzada ley LGTBI que obliga a colegios e institutos de la región a dirigirse al alumnado transexual por el nombre elegido por éste. Esto significa que aunque en sus documentos oficiales (DNI, pasaporte...) no aparezca el cambio, los centros educativos de la comunidad deben usar el nombre que ellos han elegido. También han de respetar su forma de vestir (sobre todo cuando el uniforme es obligatorio) y la utilización que les corresponde de aseos y vestuarios. Una treintena de menores se han acogido a este derecho desde abril de 2015.