Una de las asistentes a la jornada de presentación del Life Zepa Urban exclamaba al conocer el proyecto, «sois los arquitectos del cielo».

Se lo decía a José Antolín, presidente de Dema, organización experta en el cernícalo primilla, quien ha diseñado las cajas nido que se presentaban en la jornada.

Estos nidales están construidos con cemento mezclado con corcho, ahí la parte tecnológica, un material ideado por el Intromac, Instituto tecnológico de rocas ornamentales y materiales de construcción, organizador del evento. La actividad se incluye en la Semana de la ciencia, un proyecto de divulgación científica para alumnos universitarios, de Bachillerato, ESO y ciclos formativos.

El cernícalo primilla es una rapaz de la familia de los halcones. Viene de África en verano para criar en edificaciones humanas. «Extremadura tiene una característica que la diferencia del resto de comunidades autónomas, incluso del resto de países de la Unión Europea, y es que ha conseguido declarar una serie de Zepas, Zona de Especial Protección para las Aves, en los núcleos urbanos», afirma Atanasio Fernández, director de Programas de conservación de la Junta de Extremadura.

En la región hay diecinueve de estas áreas. Muchas de ellas coinciden con lugares patrimoniales. El cernícalo primilla es la estrella de estas Zepas y atrae a ornitólogos de toda Europa.

En esta jornada se ha hablado del potencial turístico de estos lugares donde se conjuga patrimonio cultural y natural. Los alumnos asistentes han aprendido del potencial de esta simbiosis. Carmen Alvarado, alumna del ciclo superior de Guía y atención turística, reflexionaba sobre el tema y concluía que los profesionales de este sector «debemos especializarnos más en medio ambiente». Lucía Navas, de 2º de Bachillerato, se sorprendía «no sabía la importancia que tiene, el hecho de que estén integradas en el patrimonio cultural, como la parte antigua, es una combinación muy buena para el turismo en nuestra ciudad».

En declive

La realidad del cernícalo primilla es que se encuentra en declive. El número de ejemplares que llega cada verano a Extremadura ha descendido alarmantemente en los últimos años.

Las causas no están claras, pero una de ellas es, sin duda, la falta de alimento. El cernícalo primilla come insectos que crecen, sobre todo, en los campos de secano. El uso de fitosanitarios y pesticidas mata a los insectos de los que se alimenta. Por ejemplo, en Almendralejo, de cien parejas que llegó a haber, el último verano había treinta y cinco. Allí los cultivos de secano han dado paso a las viñas en espaldera. José Antolín considera que se puede hacer compatible la protección de este ave y el desarrollo de Tierra de Barros, «si hay inteligencia y voluntad política, la conservación del cernícalo primilla y la de su hábitat de alimentación se pueden casar con la industria vitivinícola y con cualquier desarrollo tecnológico».

El proyecto Life Zepa Urban también trabaja en este sentido. Según Anastasio Fernández, se centra «en que no le falte nunca un lugar para nidificar, que no tengan molestias en esos sitios donde nidifican, intentar asegurar que las áreas de alimentación se gestionen de una manera que permitan a estas especies encontrar alimentos con facilidad».

Anastasio Fernández habla de lugares para nidificar. Eso es lo que se pretende con la construcción de estas cajas nido hechas de cemento con corcho, tecnología extremeña. Se han probado cinco este verano, tres fueron ocupadas y las parejas sacaron adelante tres pollos de media cada una.

Los nidales aseguran a los cernícalos primilla un lugar fresco donde críar, a salvo de otras especies que les «roban» los nidos, como palomas o grajillas, un hogar para estas aves que se coloca a gran altura, en lo más alto de torres y tejados de iglesias y otro tipo de edificios por toda la región, de ahí que los artífices de este proyecto sean arquitectos del cielo.