Una especie invasora microscópica de apenas dos milímetros, con forma de gusano y oriunda de América del Norte, amenaza los bosques de coníferas de la Península Ibérica propiciando la muerte de los árboles afectados en un mes. La plaga comenzó su expansión por Portugal en 1999, donde afecta a más de la mitad del territorio, mientras que en España, y en los últimos 10 años, se han detectado seis focos críticos: dos en Castilla y León, dos en Extremadura y dos en Galicia, y es la sierra de Gata -entre Extremadura y Castilla y León- uno de los corredores de diseminación más importante del país.

Las principales zonas de potencial dispersión en España están identificadas, explica Begoña de la Fuente, investigadora de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), mediante un modelo de propagación desarrollado y validado por la UPM y el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea.

Gracias a estos modelos se conocen las «áreas de más probabilidad de entrada», a partir de la zona actualmente infectada en Portugal, siempre que no se tomen medidas para su control. Ante esta situación, lo más efectivo es la detección precoz y la eliminación de los árboles infectados, entre otras acciones.