Consiguen que se cumpla uno de los retos del turismo extremeño: que la estancia media sea de dos noches. Se ubican principalmente en la parte antigua de las ciudades (destacan Mérida y Cáceres, donde casi todas las nuevas rehabilitaciones de inmuebles son para este fin), aunque también en la Vera y el Jerte, y cada vez tienen más adeptos. Y no solo jóvenes viajeros, son igualmente familias que buscan otra manera de pernoctar. El negocio de los apartamentos turísticos sigue al alza y en el último año ha vuelto a crecer. El número de plazas en Extremadura ha pasado de 1.670 a 1.836 (un aumento del 10%); mientras que la cifra de apartamenos ha subido de los 400 que había en 2017 a los 455 que se registraron a finales del pasado año (+12%).

El grado de ocupación también se ha incrementado en unos cinco puntos de media, principalmente los fines de semana: julio y agosto fueron los meses de 2018 con más porcentaje (casi el 60%).

La parte negativa

Este auge de la nueva modalidad de alojamiento vacacional también tiene una parte negativa. Por un lado, la llamada gentrificación: el casco antiguo de las ciudades se va vaciando de vecinos y solo quedan turistas, los edificios reformados salen al mercado con unos alquileres que no son rentables para vivir y pasan directamente a formar parte del catálogo de apartamentos turísticos. Por otro lado, la ilegalidad. Aunque hay una nueva ley extremeña que lucha contra el fraude y vigila de cerca a plataformas digitales como Airbnb, lo cierto es que el mercado negro sigue existiendo en este sector.

Tal y como aseguran los empresarios del turismo, cuando llega un puente clave o unos días de fiesta en que Extremadura se prepara para recibir viajeros, «lo primero que se llenan son los apartamentos turísticos ilegales, luego los legales, y después los hoteles», en palabras de Victoria Bazaga, presidenta de Fextur (la Federación Extremeña de Turismo Rural).

En cuanto al empleo que se genera, si en 2017 había 161 personas que trabajaban en actividades relacionadas con los apartamentos turísticos, en 2018 fueron 199. Una subida de un 20%, pero también signfica que, oficialmente, se crea un puesto de trabajo por cada dos inmuebles.