Al llegar a los 70 años, Florentino Blázquez Entonado decidió recurrir a la oportunidad extraordinaria de prolongar su vida en la universidad como ‘emérito’ y está a punto de cumplir su tercer cursobajo esa condición, tras más de 40 años como profesor de la Universidad de Extremadura (comenzó a impartir clases en 1974) y después de haber ejercido como catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Facultad de Educación, director del programa de Doctorado ‘Investigación en Formación de Profesorado’, director del Grupo de Investigación sobre ‘Investigación y desarrollo de la educación en Extremadura’ y creador y director de la Universidad de Mayores (UMEx), que es Medalla de Extremadura y cuenta con más de 2.000 alumnos en la actualidad.

Fue precisamente la Universidad de Mayores, el proyecto de su vida, el que le invitó a seguir vinculado a la actividad universitaria más allá de la edad máxima permitida y con la vista puesta en la renovación que deberá afrontar este año (la condición de emérito es por un máximo de seis años, pero hay que renovarlo al cumplir tres) con el fin de agotar el último cartucho de su vida como profesor.

«Quería seguir con ‘mi obra’ en la Universidad de Mayores, con mis 2.000 alumnos en las siete sedes, y eso me animó a solicitar la condición de emérito», reconoce Blázquez de la decisión que tomó en el curso 2016-2017 y que le devolvió a las instalaciones en las que comenzó su actividad en la universidad en los años 70, y en las que ahora se encuentra la sede de la Universidad de Mayores en Badajoz.

Sus cuatro décadas en la universidad extremeña atraviesan la historia de la UEx (fundada en 1973, un año antes de que Blázquez llegara); desde esos primeros pasos en los que «todos nos conocíamos», a lo que es hoy en día la universidad extremeña: «somos una universidad media y podemos competir tranquilamente con otras», dice.

Pero siempre quiso llevar la universidad más allá de los pasillos de las facultades y, tras un intento fallido a través de conferencias, en un congreso de Canadá conoció un proyecto que tenían allí en los años 90 con la Université du Troisième Âge, y dio con la clave. «Luego vi que había algo parecido en Salamanca y Granada, pero lo cierto es que comenzamos por probar. Me conformaba con unos 200 alumnos y soñaba con alcanzar algún día, muy lejano, el millar», reconoce de esos primeros pasos de la UMEx, consolidada tras 20 años de andadura, siete sedes y más de 2.000 alumnos. «Espero que estimen mi propuesta, seguir tres años más y después retirarme con la satisfacción de lo que he hecho», apunta sobre su futuro.