La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la ablación como «todos los procedimientos que, de forma intencional y por motivos no médicos, alteran o lesionan los órganos genitales femeninos».

«Antes se solía practicar cuando las chicas cumplían 15 o 16 años, antes del matrimonio. Hoy se hace en la infancia, incluso recién nacidas», detalla Martín.

La mutilación genital femenina sigue siendo un problema en el que se reproducen prejuicios occidentales: «Normalmente la ablación se vincula con el islam y es necesario diferenciarla de la tradición religiosa», explica la cooperante.

Según la OMS, más de 200 millones de mujeres y niñas vivas actualmente han sufrido la ablación en los 30 países de África, Oriente Próximo y Asia donde se concentra esta práctica. Si la tendencia continúa, 15 millones de chicas de entre 15 y 19 años habrán sido mutiladas antes del año 2030.

Es el mismo año límite que las Naciones Unidas se ha marcado para acabar con esta práctica, dentro de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible.

La ablación elimina el disfrute sexual de la mujer, pero además pone su vida en grave riesgo.

Tal y como explica Martín, además de un cambio de mentalidad en las comunidades, en las que aún sigue siendo una práctica casi sagrada, es necesario dotar de recursos, especialmente a las mujeres que tradicionalmente se han dedicado a realizar esta práctica: «Una de las organizaciones con las que trabajamos fue impulsada por el hijo de una de las mujeres practicantes. El cambio viene desde dentro». M. ROSADO