¿Una diferencia de cinco o diez metros puede influir más a la hora de incitar al juego a menores y jóvenes? Es la pregunta que se ha hecho Jordi Ortiz García, profesor de Criminología de la Universidad de Extremadura (UEX), que ha elaborado un estudio sobre el impacto de la reforma de la ley del juego que se aprobó el pasado febrero para establecer una distancia mínima de 300 metros entre las casas de apuestas deportivas y los centros escolares.

Con esta limitación, la Junta busca disuadir a los jóvenes y menores de la adicción al juego, una medida que el investigador cuestiona por dos motivos: el primero que no se aplica con carácter retroactivo, ni siquiera a la hora de renovar las licencias; el segundo que la mayoría de chicos que apuestan prefieren hacerlo los fines de semana y bajo la modalidad on line.

El estudio se ha realizado para un trabajo de fin de máster y la intención del autor es publicarlo próximamente. El trabajo de campo se ha desarrollado en la ciudad de Cáceres y en sus conclusiones se recoge que más del 71% de las casas de apuestas incumple la normativa porque se abrieron antes de que se aprobara. Siete de los 14 locales que hay en la ciudad se sitúan a menos de 300 metros de un centro escolar y otros cinco están a una distancia inferior a 250 metros respecto a otra casa de apuestas. Además, dos de ellos incumplen en ambos casos.

«En mi opinión, (limitar la distancia) es una medida que debería haber sido analizada y estudiada previamente, teniendo en cuenta que la norma no tiene carácter retroactivo y por tanto, no puede desplegar ningún efecto legal sobre estos establecimientos», apunta Ortiz, que también se muestra crítico con el hecho de que a estos locales tampoco se les requieran estas exigencias a la hora de renovar licencias y permisos.

Escenario a futuro

El investigador señala que en este escenario, lo que debe importar es qué ocurrirá con las casas que abran en un futuro. «Si alejamos o escondemos los establecimientos, por ejemplo en polígonos industriales como ya está ocurriendo en algunas comunidades autónomas, podemos provocar el efecto contrario al que queremos lograr», alerta.

La ubicación de establecimientos de apuestas alejados de zonas más pobladas puede llevarnos a desconocer la incidencia del juego en los menores y jóvenes. Y vuelve a citar como ejemplo la ciudad de Cáceres: actualmente los establecimientos e encuentran en zonas donde existe un mayor control formal e informal (escuela, vecinos, policía...). Si los alejamos, puede suceder algo similar a lo que ocurrió cuando el botellón salió de la ciudad. «Los resultados muestran que el consumo de alcohol no ha disminuido entre los jóvenes, a pesar de prohibir o alejar el botellón», defiende. A todo ello se suma que los estudios llevados a cabo sobre el juego en Extremadura en este último año muestran que, mayoritariamente, los menores y jóvenes prefieren jugar mediante la modalidad on line y sobre todo los fines de semana.

En definitiva, señala Ortiz, unos datos que muestran que la casa de apuestas que se encuentra próxima a un centro educativo tiene un papel «moderado» respecto a la incidencia del juego entre jóvenes y menores. Por ello, el investigador plantea a la Administración un análisis en mayor profundidad de las motivaciones que llevan a los jóvenes a entrar en estos locales y apostar y después tomar medidas.