El cava de Almendralejo, o de Extremadura, que al fin y al cabo es el mismo, ha sido durante los últimos años un producto en alza curtido en mil batallas. Para hacerse fuerte en el mercado y proteger su crecimiento, ha tenido que bregar en múltiples guerras contra el Consejo Regulador de la DO Cava, especialmente contra las limitaciones. Pero con lo que nunca contaba el cava de la región era con tener una guerra interna que procediera del territorio propio. Y esa ya está aquí. Se trata de definir cómo serán conocidos los espumosos en cualquier parte del mundo, si con la etiqueta de Cava de Almendralejo o con la de Cava de Extremadura. Y ahí, la división es una realidad.

Todo empieza de un proyecto impulsado por el Consejo Regulador del Cava (ubicado en Cataluña) que promueve una nueva normativa de zonificación y segmentación de la denominación de origen que endurece los requisitos de los cavas de alta gama o premium y los engloba bajo un nuevo sello.

Dentro del reglamento interno, propone acabar con la escasa identificación de las zonas geográficas del cava. Busca una mayor diferenciación para poder competir mejor en la franja premium del mercado con los principales espumosos internacionales.

La división es una realidad entre los agricultores y cuatro grandes elaboradores del cava almendralejense. Las principales organizaciones agrarias (Apag Extremadura Asaja y UPA), que aglutinan a más de 200 viticultores adscritos al Consejo Regulador, defienden que al cava se le llame Cava de Almendralejo. A esta postura se adhieren dos de las cuatro bodegas que elaboran cava extremeño: Bodegas Romale y Marcelino Díaz.

Las otras dos bodegas, Vía de la Plata y López Morenas, se inclinan más por darle el apellido de Cava de Extremadura, aunque puestos en contacto con ambas empresas, ninguna quiere pronunciarse con oficialidad a este medio y prefieren mantenerse al margen.

Sólo premium / Este proyecto del Consejo Regulador sólo afectaría a cavas premium, es decir, cavas reserva, gran reserva y vinos de paraje. En concreto, en torno al 5% de la producción total de botellas de cava DO que salen desde Extremadura. Para estos cavas de alta gama, tener un apellido identificativo resultaría obligatorio. Para el resto de cavas estándar, sería tan sólo optativo.

Marcelino Díaz, uno de los precursores del cava regional allá por los años 80, tiene claro que ese identificativo debe ser el de Cava de Almendralejo: «el término Extremadura se presta a equívocos. Indicaría que se podría haber hecho en cualquier parte de Extremadura y no es correcto. Si ponemos Cava de Almendralejo, siempre será también Cava de Extremadura, y así aparecería también en todo tipo de embalajes o publicidades». Marcelino también señala que «si el Consejo Regulador busca singularidad, no es apropiado poner Extremadura, un nombre que ampara una región de más de 40.000 kilómetros cuadrados».

Las organizaciones agrarias están muy molestas con la posibilidad de que el apellido no sea Almendralejo y han organizado para el próximo martes 19 de noviembre, a las 19.00 horas en la sede de Cajalmendralejo, una asamblea abierta informativa para comunicárselo a toda la localidad.

El alcalde de Almendralejo, José María Ramírez, preguntado por este periódico, ha dicho que «no es una decisión que afecte a los políticos, sino al sector del cava, aunque ha dejado su clara y rotunda defensa del Cava de Almendralejo, «no sólo por razones históricas o sentimentales, sino por la influencia de este nombre en nuestra identidad y economía». Ramírez añade que «no estamos parados» e indica que mantienen reuniones con sectores afectados, agricultores y bodegueros para tratar el tema.

La decisión final es de los productores de cava, aunque la realidad es que en estos momentos están divididos al 50%. La Junta de Extremadura, única presente en el Consejo Regulador, sólo tiene la función de hacer de intermediaria, pero no la potestad de decidir.

La decisión debe hacerse en cuestión de meses, aunque no se materializaría hasta dentro de varios años.