Renata no habría podido acompañar a su pequeño hasta la mesa de operaciones si la intervención quirúrgica se hubiera realizado en algún hospital extremeño, en lugar de en La Paz de Madrid. Porque el Servicio Extremeño de Salud (SES) no cuenta de momento con un protocolo específico como el que tiene desde hace meses el hospital madrileño, aunque sí cuentan con algunos proyectos que intentan humanizar la sanidad.

En el SES, el temor a entrar en quirófano se combate en los servicios pediátricos a través del juego. Los hospital de Mérida, Badajoz y Cáceres, también en el de Llerena recientemente, cuentan con coches eléctricos de juguetes destinados a que los más pequeños se distraigan camino del quirófano o pruebas quirúrgicas. Cambian las ruedas de una fría cama hospitalaria por las de un divertido juguete. «Se ha demostrado el beneficioso efecto terapéutico que estos vehículos infantiles tienen sobre las niñas y niños ingresados, no solo en el día a día de su estancia, sino en las situaciones en que debe ir a tratamiento o al quirófano», valoran desde la Consejería de Sanidad y Política Sociales.

Los propios profesionales sanitarios saben que el momento más crítico para un menor es la hora de separarse de sus padres, por eso la humanización del sistema sanitario es un reto continuo y permanente, aunque no siempre se cuenta con el tiempo, los recursos y la sensibilidad suficiente o necesaria para ponerla en práctica.

Desde la Asociación para la Donación de la Médula Ósea (Admo) de Extremadura ponen su granito de arena para avanzar en este asunto, sobre todo con los pacientes oncológicos más pequeños de la casa. Su último proyecto, a través de Lucía, un lápiz y una sonrisa, servirá para decorar el área de quirófano de la primera planta del Materno Infantil de Badajoz. «Trabajaremos en el pasillo y en la sala del despertar de la zona quirúrgica donde instalaremos una serie de dibujos juveniles para crear una historia que dé ánimo y fuerza al paciente, haciendo que se sienta acompañado durante esa situación de tensión y estrés».

Hay una segunda acción prevista, dotar la sala de juegos de la segunda planta del hospital de contenido lúdico. Además de ‘amenizar’ la estancia de los menores, Admo también cuenta con un protocolo de acompañamiento a lo pacientes oncológicos en su proceso hospitario. Pero, obviamente, hay espacios donde no se permite acompañar al al paciente. «Suele ser hasta la llegada al área quirúrgica, porque ahí existen unas medidas de seguridad especiales. Habitualmente los familiares no pueden entrar en intervenciones ni en punciones de médula, por ejemplo, pero la experiencia que nosotros tenemos es que los profesionales colaboran en todo lo que considera que beneficia al paciente. Los sanitarios son conscientes, saben bien que si un menos va tranquilo se afronta mejor una prueba determinada o una operación y eso tienen beneficios después».