El alimoche (neophron percnopterus) es el más pequeño de los buitres europeos, con una envergadura de 165 centímetros. Extremadura cuenta con una población de entre 160 y 175 parejas, que es monitoreada cada año por los agentes del medio natural de la Junta de Extremadura, según se explica desde la Consejería para la Transición Ecológica y Sostenibilidad.

El alimoche se alimenta de carroñas de pequeños y medianos animales. Suele ser también el primer carroñero en descubrir las carcasas de los grandes ungulados, aunque luego deba esperar a que buitres negros y leonados despedacen el cadáver para quedarse con los despojos sobrantes. Ocasionalmente, captura también pequeños vertebrados e insectos o remata animales heridos o enfermos. También recurre a los excrementos del ganado doméstico, razón por la cual es conocido como ‘boñiguero’ en algunas zonas.

Desde la consejería extremeña se resalta que en los últimos años se ha apreciando un progresivo aumento de la población invernante —de unos 165 individuos en el último invierno— debido al cambio de comportamiento de esta especie. Este ha venido derivado del calentamiento global y otros factores como son la abundancia de comida, la tranquilidad, el menor coste energético de la obtención del alimento, o el menor riesgo que supone quedarse en la región frente a un viaje de ida y vuelta a Senegal.

Desde este departamento se está realizando un seguimiento de 16 ejemplares invernantes que ha permitido analizar el uso del territorio de varias parejas reproductoras en el Parque Nacional de Monfragüe y su entorno, y su relación con ciertos proyectos de desarrollo económico.

En la actualidad cinco individuos forman parte de parejas reproductoras en el Tajo Internacional, Canchos de Ramiro, Monfragüe o Valdecañas, otra pareja más está en Guadalajara, hay un individuo en Cantabria, que ha permitido localizar un importante dormidero desconocido, y otro forma parte de una pareja en Pirineos.

Los alimoches se reproducen en cuevas de cantiles serranos y fluviales, «mostrando una tendencia a desaparecer las parejas aisladas, y a una cierta concentración en las zonas más tranquilas, excepto tres casos de nidificación poco habitual, como un nido en una plataforma de cigüeña negra en un pino piñonero en Brozas, y otra pareja que ha instalado su plataforma en el muro de la presa del embalse de Torrejón, en dos ubicaciones diferentes», se detalla.