Es el único caso registrado hasta ahora en el mundo. Una pareja de alimoches que no solo utiliza un apoyo de la red de alta tensión para establecer su nido, sino que consigue reproducirse con éxito. Ha sucedido en la línea que une Cedillo y la Central Hidroeléctrica de José María de Oriol, cerca de Alcántara, en un paraje conocido como El Olmillo. El pasado lunes, técnicos del Ministerio para la Transición Ecológica, de Red Eléctrica de España (titular de la línea), y de la Junta de Extremadura anillaron al pollo y le instalaron un emisor que permitirá seguir cuáles son sus movimientos y estudiar cómo se comporta en los próximos años.

Fue en marzo cuando se observó que una pareja de alimoches reconstruía en esta instalación lo que había sido un antiguo nido de cuervos. A las pocas semanas macho y hembra —en esta especie ambos adultos lo hacen— comenzaban la incubación. Y finalmente, se comprobó que la cría había nacido y que alguno de los progenitores, inclinado sobre el nido, lo alimentaba o volaba hasta el río para traerle agua.

«Cuando desde la Junta se nos comunicó que había un nido en una de nuestras torres que parecía que era de alimoche, rápidamente informamos a la parte de operaciones de Extremadura para que todos los trabajos que tuvieran que hacerse en las proximidades se paralizasen y no causarle molestias al pollo o a los padres que pudieran derivar en un abandono de la cría», precisa Fernando Crespo, jefe del Departamento de Medio Ambiente de Red Eléctrica de España (REE).

A mitad de camino entre las rapaces estrictamente carroñeras y las cazadoras, el alimoche común está incluido en el Catálogo Español de Especies Amenazadas en la categoría de vulnerable. Los ejemplares ‘españoles’ acostumbran a pasar el invierno en diferentes zonas del África subsahariana, aunque cada vez es más habitual que permanezcan en la Península, por la subida progresiva de las temperaturas y por la mayor disponibilidad de alimento.

Lo que hace tan especial a esta cría es el lugar elegido para el nido por sus padres, que poco tiene que ver con las grietas o cavidades rocosas en las que habitualmente lo construyen estas aves. El potencial de este paraje desde el punto de vista de la alimentación es muy bueno, ya que está cerca de explotaciones ganaderas y estos animales aprovechan los excrementos del ganado, sobre todo los de vacuno, para ingerir pequeños insectos. No obstante, la orografía no es ni mucho menos la adecuada para que se reproduzcan. Al menos en teoría. «Tenemos un ambiente perfecto de comida pero muy malo a la hora de criar porque estos animales necesitarían aquí un risco, una montaña o un cortado. Sin embargo, la torre eléctrica les está facilitando un sitio para construir un nido», esgrime Víctor García Matarranz, técnico del Ministerio para la Transición Ecológica, que se encargó de dirigir los trabajos de anillado.

Si más ejemplares comienzan a utilizar estas infraestructuras con este fin, «estamos abriendo una posibilidad de cambio en la distribución en la especie y de que podamos tener más ejemplares en estas zonas sencillamente porque les estamos dando un sitio donde vivir. ¿Quiere decir esto que se va a ‘popularizar’ el uso de los apoyos eléctricos?, pues no lo sé, pero si conseguimos que suceda de una forma que sea sana para los animales, lo que en principio puede parecer una desventaja se puede convertir en una oportunidad», sostiene.

Aparte de ofrecer una alternativa de nidificación en lugares en los que aparentemente no los hay, los apoyos ofrecen otra ventaja: son un mirador perfecto para que estas aves oteen el horizonte con un ángulo de 360 grados. De esta forma, expanden su área de dominio al tiempo que pueden prevenir mejor la presencia de posibles agresores.

Elección del día

El día concreto para el marcaje se escogió buscando combinar que el pollo tuviese el máximo desarrollo óseo posible pero que este todavía no fuese el suficiente como para que intentará saltar del nido en el momento de ir a recogerlo. Y en la vida de un alimoche «ese momento puede llegar cuando nos acercamos a los 50 días, aunque eso no es una cosa matemática», aclara García Matarranz, que tiene más de 2.200 operaciones de este tipo ya a sus espaldas realizadas con diferentes especies. Por este mismo motivo, lo fundamental era acercarse hasta el pollo despacio y sin movimientos bruscos que lo asustasen.

Dos operarios de REE subieron por la torre hasta el nido —abajo había un tercero más—, construido a unos ocho metros de altura, y cubrieron la cabeza de la cría con una caperuza para tranquilizarla —«El 80% de la información la cogen por la vista», detalla el técnico del ministerio—. A continuación la depositaron en una bolsa diseñada para poderla bajar en posición horizontal y, una vez en el suelo, se limpió y se acondiciono —tenía numerosos gusanos, procedentes de la carroña, «más de lo habitual. Ha sido sorprendente», puntualiza el técnico—. Igualmente, se le realizó la biometría (peso, medición de las alas, pico…), se le anilló y se le colocó el emisor que permitirá conocer desde dentro de unas pocas semanas, cuando previsiblemente pueda volar, cuál es su comportamiento y sus movimientos.

El ejemplar, un macho de algo menos de 1,5 kilos, era de plumaje oscuro, como corresponde a los ejemplares más jóvenes, si bien este se irá aclarando conforme vaya desarrollándose, hasta hacerse fundamentalmente blanco ‘sucio’.

El dispositivo instalado se recarga mediante placas solares y se coloca en la espalda del animal con un arnés. Va adherido mediante unas cintas impregnadas en teflón para evitar el roce. La sujeción del arnés se hace de una forma que permite que el equipo, pasados varios años y cuando ya previsiblemente no funcione, se desprenda de un modo inocuo para el ave en el momento en que el último hilo del punto de ruptura se deteriore. De esta forma, el alimoche, que puede llegar a vivir más de treinta años, no tiene que seguir portando el emisor una vez que ya no es operativo. Por último, tras limpiarle el nido y dejarle comida -una bandeja de carne— volvió a depositarse el ejemplar en su nido.

«Esta señal GPS que se va a emitir nos dará información sobre lo que está sucediendo en un caso tan singular como este. Conocer mejor la biología de este pollo y por dónde se mueve», incide Fernando Crespo. Serán técnicos de la Junta de Extremadura y de las universidades de Extremadura y Valencia, precisa, quienes se encargarán de realizar el seguimiento de la cría. El programa lo financiara REE, que ‘apadrinará’ al ave. En este sentido, estos datos pueden ser interesantes porque, si bien se trata de una especie tradicionalmente migrante, tiende a desplazarse cada vez menos. Otra cuestión que podría llegar a saberse es si, cuando alcance su madurez sexual, regresa a esta misma zona a reproducirse o si, incluso, vuelve a nidificar en esta o en otra torre eléctrica.