A las diez de la mañana del sábado Zafra es un bullicio. Las terrazas despliegan sus sombrillas y los clientes piden sus primeros desayunos mientras los nebulizadores de las esquinas están en marcha para aliviar el sofocante calor extremeño del mes de julio. En el Arco de San Antonio, justo al lado de la calle Sevilla, a la que se compara con la andaluza Sierpes, está Momentos Café & Pastelería. Al frente del negocio, Pilar Ramírez, que siempre recibe a los consumidores con una sonrisa.

Como el resto de segedanos, la empresaria ha vivido con tristeza el anuncio que hace solo días atrás, el 9 de julio, lanzaba el alcalde José Carlos Contreras. En los 567 años que hubiera cumplido la Feria Internacional Ganadera de San Miguel el próximo mes de octubre, habría que remontarse a la Guerra Civil española para encontrar otra suspendida.

Pilar Ramírez, pastelera

Pero la prudencia manda y Pilar es de las que opinan que «es mejor prevenir que lamentar». Es rotunda cuando se le pregunta por la repercusión en su cafetería de que el municipio pacense se quede sin el evento. «Esto supone un mazazo para la ciudad y un impacto muy negativo. Es el motor fundamental junto con la Semana Santa, para que la cosa funcione más o menos durante el resto del año», apunta.

Mientras, al regidor municipal no se le va de la cabeza ese 9 de julio. «Tomamos una dura decisión. Se trata de la feria ganadera más importante no solo de España, sino de Europa. Los informes elaborados hablan de unos beneficios de 200 millones de euros en transacciones económicas, que repercuten en ganaderos, vendedores y compradores, y maquinaria. El año pasado superamos los 600 comerciantes que estuvieron presentes», explica Contreras.

Pablo Duque, quiosquero

Por la cita pasan anualmente un millón de visitantes y los efectos económicos no solo repercuten directamente en el tejido productivo de la localidad, sino de la misma forma en la comarca. «El coronavirus nos ha roto. Está afectando a muchas fiestas relevantes y es un mazazo gigante. El presidente Vara ya lo anunció el otro día: el Covid-19 ha provocado pérdidas en Extremadura que alcanzan los 1.600 millones de euros», recuerda el dirigente local.

Es un verano atípico, aunque no todo son malas noticias. El turismo está experimentando una ligera subida en Zafra, estratégicamente situada por su cercanía a Badajoz, Andalucía y Portugal. «De hecho, en las últimas semanas el 50% del consumo lo está realizando gente de fuera, incluso de personas naturales de aquí que han regresado y están adecentando sus casas», asegura el alcalde.

Víctor Manuel Romero, empresario.

«Con cautela y responsabilidad podemos recuperarnos», añade José Carlos Contreras, que, del mismo modo, se refiere a la obra del nuevo matadero. «En octubre de 2017 mantuve la primera reunión con los empresarios, que han sido muy valientes porque quieren cambiar el sector porcino de la región. Han realizado una gran labor para que todo esté reglado y en un tiempo récord. Son 20 millones de euros de inversión y cientos de puestos de trabajo. Esto es lo que necesita el mundo rural: proyectos que puedan asentar a los jóvenes en nuestro territorio», considera el edil.

La esencia

Avanza el mediodía y la ciudad es un ir y venir de personas que ocupa sus aceras y vías llenas de gusto y embrujo. Hace 42 años que el padre de Pablo Duque abrió uno de los quioscos más tradicionales de este lugar. Ubicado en un punto clave, en plena Plaza de España, próxima a la esquina de la calle Sevilla. Pablo representa el último eslabón de una saga de vendedores de helados y chucherías que comenzó su familia y continúa con él.

Ana Blanca Bote, comerciante.

El dependiente, rodeado de cucuruchos de galleta con bolas heladas de sabrosos colores, comenta que «Zafra sin su feria pierde su esencia. Es algo monstruoso y jodido lo que está pasando. El año está difícil, porque la temporada alta de ventas y visitantes desaparece». Pero, Pablo es consciente de que ha sido una decisión acertada para evitar contagios y garantizar las medidas de seguridad que impone la pandemia mundial.

A dos pasos de allí, nada más cruzar la plaza, en el número 26, Víctor Manuel Romero González regenta el Salón Romero. «La feria es crucial para el pueblo, nos va damnificar perjudicialmente. En concreto, en mi establecimiento celebramos siempre la reunión de ganaderos, que llevan viniendo de toda la vida. La afluencia es grandísima. Antiguamente acudían aquí a hacer los tratos, a vender el ganado. Y aunque el evento en si está más metido en el recinto ferial, en esta zona hay mucho movimiento todos los años».

Romero subraya que «no solo las pérdidas afectan al mes de octubre, también al de septiembre, porque especialmente durante la segunda quincena acuden numerosos montadores y comerciales y los preparativos de la organización generan mucho dinero».

Julián Macías Peña, estanquero.

El hostelero entiende que era complicado garantizar la certidumbre. «No está la cosa para desplazarse en masa, y eso es precisamente lo que hay que evitar: las masas y las aglomeraciones». Después de la dureza del virus, con el negocio cerrado, el salón fue de los primeros en reabrir el pasado 11 de mayo. «La gente se ha comportado genial», indica Víctor, que representa a la tercera generación del mesón, abierto en 1911 y que destaca por la calidad de sus platos, como las migas, la ternera y el jamón extremeño. Comenzó siendo un cine teatro, aun conserva su vieja taquilla y tiene la magia de los bares de época.

Comercio

El comercio asimismo se ve alterado por la suspensión. «Es un desastre; estamos como de luto», admite Ana Blanca Bote García. Su tienda de ropa con más de 30 años de antigüedad, también tiene local en Almendralejo. «En los días de feria solemos vender muy bien, ya que son fechas donde vienen multitud de viajeros», lamenta mientras, a la vez, resalta: «Ojalá pase cuanto antes la epidemia».

María José Gila, hostelera.

En el meollo turístico del centro de la ciudad se encuentra el hotel Plaza Grande, instalado en una casa unifamiliar con elegancia, donde nacieron las escritoras Inma y Dulce Chacón. La posada debería bullir en esa época del calendario. «La situación es angustiante», dice su cocinero, Miguel Ángel Benítez, no obstante destaca que ha de prevalecer «la salud, la higiene y el sentido común». El chef asevera que «2020 es un año lleno de excesiva incertidumbre y debemos intentar que dañe la economía zafrense lo menos posible».

Miguel Ángel Gutiérrez, turista.

Julián Macías Peña abrió hace ocho meses junto a su hermano el estanco cercano a la plaza Grande. «Para el pueblo va a ser delicado que no se celebre el evento, pero es lo más coherente», sostiene. Muy cerca de allí, en la plaza Chica, Miguel Ángel Gutiérrez, cordobés que reside en Hervás, ha hecho parada junto a su familia. «Leí el otro día que el sector hotelero se puede resentir un 70%». Gutiérrez está comiendo en el bar Monreal, que dirige María José Gila Boraita. La hostelera admite que la feria es una fuente de ingresos vital y necesaria, sin embargo «es mejor que no nos juntemos tantas personas. Hay que pensar en la salud para que se siga celebrando en el futuro», concluye con la responsabilidad que han demostrado autoridades y vecinos de Zafra, un paraíso al que todos llaman Sevilla la Chica.

Miguel Ángel Benítez, cocinero.