Madrid, mayo de 1902. José María Gabriel y Galán comparte tertulia con Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán. Ese es el punto de partida de El tío Gorio y la tía Pulia, un cómic que reinventa uno de los relatos en prosa del poetaEl tío Gorio y la tía Pulia y que es «una reivindicación no sólo del autor, sino también de la España rural y vaciada».

Así lo define Juan Luis Iglesias (Montehermoso, 1973), un guionista que mientras leía las obras completas de Gabriel y Galán pensó que era el momento de darlo a conocer, más aún en conmemoración del 150 aniversario de su nacimiento: «Es un cómic que refleja muy bien el mundo rural, que tampoco ha cambiado tanto, y que está hecho con mucho cariño porque como extremeños lo tenemos metido en nuestro arraigo sentimental», cuenta. Habla en plural porque en este trabajo quien dibuja es el ilustrador José Cruz (Valrío, 1977), al que conoció gracias a un grupo de Facebook de cómic, en el que se encuentran guionistas, viñetistas y editoriales: «Juan Luis dijo en el foro que buscaba un ilustrador para su guión y cuando vi que era sobre Gabriel y Galán no dudé en contactarle. Le mandé algunos dibujos, él me pasó lo que llamamos la ‘Biblia de los personajes’ con sus características y conectamos bien», narra Cruz.

Ambos encontraron después a Drakul, la editorial que publica este trabajo lanzado este mes de diciembre: «Hemos llegado justos para celebrar el 150º aniversario de Gabriel y Galán. Este año también se conmemora el centenario de la muerte de Galdós y bueno, Emilia Pardo Bazán también está de actualidad por el Pazo de Meirás», detalla Iglesias.

Es a la autora gallega a quien pone en boca la frase «en esa fabla que se entiende igual en Salamanca que en Cáceres», porque el cómic es también un exponente de «la cultura extremeña y de la unión de la cultura entre Cáceres y Salamanca», dice. Así, términos en castúo se como ‘ahila’ se entremezclan con el castellano, actual y del siglo XIX: «para algunas de esas palabras ponemos la traducción, que nadie se asuste», aclara Iglesias.

El lenguaje es un rasgo más de lo que viene a ser El tío Gorio y la tía Pulia: «Es una representación de Gabriel y Galán, del mundo rural y de sus personajes, con sus vicios y virtudes», dice el guionista. «Para dibujar al tío Gorio pensé en mi abuelo, en el típico hombre de campo, robusto», añade con cariño Cruz. Gorio y su esposa, la tía Pulia, son objeto del relato de Gabriel y Galán, quien a la vez interactuará con sus propios personajes, y rememorará sus vivencias entre la crítica y el cariño que el autor tenía a sus paisanos.

Una oportunidad para conocer mejor a uno de los más simbólicos representantes de las letras extremeñas: «Mi gran ilusión es que este cómic llegue a muchas bibliotecas municipales y de colegios. Que la gente lo lea igual que va al cine», afirma Cruz. Si eso ocurre, y dada la buena repercusión que está teniendo este lanzamiento, los dos autores no descartan lanzar más historias del poeta. Porque Gabriel y Galán guarda muchas historias que reinventar.

Algunas de las viñetas y la portada del libro. / EL PERIÓDICO

El poeta de ‘El Cristu benditu’

El poeta de ‘El Cristu benditu’José María Gabriel y Galán nació en la pequeña localidad salmantina de Frades de la Sierra un 28 de junio de 1870 y murió solo 34 años después, el 6 de enero de 1905 en el pueblo cacereño de Guijo de Granadilla; allí le han dedicado una casa museo. Sería una mujer natural de Granadilla, doña Desideria, la que le haría cruzar la sierra de Salamanca a Cáceres, ya que allí tenía ella la hacienda que él administraría, según recoge la citada casa museo, abierta en 1985.

El nacimiento del primer hijo de este maestro de oficio le inspiraría para escribir en 1898 El Cristu benditu, que formaría parte de su poemario Extremeñas (1902). Otras obras en verso son Castellanas (1902), Campesinas (1904), Nuevas Castellanas (1905) y Religiosas (1906).

El poeta probó suerte con la prosa, el 'Tío Gorio’ es uno de sus pocos cuentos, publicado en 1901 en El Adelanto, un periódico salmantino de la época.

El poeta no pudo escribir mucho más porque murió joven, se dice que de una apendicitis. Una vecina suya de Guijo narró así su final: «Empezó, empezó… que le dolía to, que le dolía to.... calenturinah, calenturinah y así empezó, estuvu un año asín enfermu... y luegu murió. Se conoci que se le quedú la sangre encongelá sabi y ya no le circulaba, y de eso le vinu el mal y murió y ya está».