El campo extremeño está en proceso de rejuvenecimiento. Aunque el relevo generacional sigue siendo una de las asignaturas pendientes del sector agroganadero, lo cierto es que cada vez más jóvenes apuestan por el agro como salida profesional. Según los datos facilitados por Cooperativas Agro-Alimentarias de Extremadura, que aglutina a las cooperativas agrícolas y ganaderas de la región para impulsar su competitividad empresarial, ponen de manifiesto que cuenta con una suma de 41.764 agricultores y ganaderos socios de esas asociaciones. De ellos, 4.240 son menores de 40 años, lo que representa el 10% de la totalidad.

Para el presidente de esta federación, Ángel Pacheco, el perfil de las personas que se dedican por primera vez al campo ha experimentado un gran cambio en los últimos años. «Se trata de gente bastante formada que llegan dispuestas a apostar por la diferenciación, la transformación, la venta directa o la modernización de las estructuras productivas de sus respectivas granjas. Asimismo, tenemos que valorar el relevo generacional como uno de los retos del siglo XXI», apunta el responsable.

Ángel Pacheco

Con el fin de visibilizar a los jóvenes cooperativistas para que sean los protagonistas en el fomento e impulso del cambio de generación y en su participación en los órganos de gestión y de dirección de este colectivo de la comunidad autónoma se ha creado recientemente el Comité de Jóvenes Cooperativistas Extremadura.

La junta directiva está formada por todas las cooperativas asociadas, con una importante representación de agricultores y ganaderos en la misma. Su presidenta es la ganadera Laura Parra, de la cooperativa Cooprado, a quien acompaña el agricultor Juan Manuel Cáceres, de la cooperativa Casat, como vicepresidente.

La delegación se convierte así en un núcleo dinámico en el que debatir y resolver las diferentes cuestiones que preocupen y afecten a sus miembros, y son al mismo tiempo el germen que permite acercar un nuevo modelo laboral y profesional a otros jóvenes.

«Las cooperativas son una alternativa excelente de futuro para los muchachos de las zonas rurales, porque son las que potencian el desarrollo, crecimiento, innovación y generan empleo a la vez que las explotaciones agrarias», no duda en asegurar Pacheco durante la charla con este periódico.

Savia nueva

La agricultura y la ganadería, son dos de los oficios más antiguos que conoce el ser humano, aunque tristemente y por desgracia se encuentran en España en el otoño de su trayectoria. Al menos como modo de vida y fuente de empleo, pues los trabajadores del campo envejecen inexorablemente. De ahí la importancia y necesidad de que tengan el recambio suficiente que inyecte savia nueva en el sector a través de mecanismos como el cooperativismo.

Los expertos en esta materia alertan de que si el envejecimiento del campo extremeño se acaba traduciendo en la falta de capacidad productiva, saltan los riesgos y las alarmas. «No tener relevo generacional implica un desequilibrio territorial y social del país. La masa forestal crecerá, con lo que se dispara el riesgo de incendios, y nos veremos obligados a importar los alimentos que no conseguimos producir, lo que nos deja a merced de los vaivenes del mercado», advierte Pacheco.

Una terrible consecuencia de esa pérdida de soberanía alimentaria sería, por ejemplo, tener que pagar más por comida de peor calidad. Frente a esto, y para evitar las «abusivas» tarifas que desde el sector primario denuncian que imponen las grandes distribuidoras, desde Cooperativas Agroalimentarias de Extremadura, resaltan que «el campo es muy duro y no conoce de días festivos, si no lo hacemos rentable, los jóvenes no se dedicarán a él», concluye su presidente.

«El mío es un oficio precioso»

Laura Parra, 37 años. Tiene una explotación caprina

Laura Parra es una joven hervasense graduada en Educación Social. Con 37 años es la presidenta del Comité de Jóvenes Cooperativistas Extremadura. Esta ganadera de caprino posee una explotación intensiva con unos 400 animales. Desde pequeña ya estaba vinculada a este mundo porque sus padres eran cabreros. Parra destaca que «el mundo rural es la mejor opción para todos aquellos que tenemos desarrollado un sentido de pertenencia al territorio, que buscamos una vida relativamente tranquila, sin dejar atrás el progreso conservando lo tradicional junto con la iniciativa e innovación que aporta la formación».

Lamenta que «en los últimos tiempos dedicarse a este precioso oficio siga estando tan damnificado». Compatibilizó sus estudios con una granja familiar de cabras. «Tuve que elegir entre el campo o irme a la ciudad para ejerce de educadora. Como soy una amante del sector caprino, la decisión fue fácil. Me independicé y opté por potenciar unos ordeños mecalizados para mis reses», apunta.

Opina que «las cooperativas son la base para potenciar el desarrollo económico, porque abaratan los costes de producción de sus socios para conseguir un mayor margen de beneficios y ser más competitivos en los mercados mediante compras y ventas comunes que posibiliten llegar donde de forma individual no se podría y así obtener una mayor viabilidad de las explotaciones».

«Nunca dejé de mirar al campo y al acabar mis estudios, volví»

Juan Manuel Cáceres. Cultiva arroz y maíz. Tiene 36 años

Juan Manuel Cáceres, de Don Benito, vive y trabaja en su pueblo. El joven de 36 años es el vicepresidente de la junta directiva de Jóvenes Cooperativistas Extremadura. Se declara «un enamorado de lo rural y, por supuesto, de la agricultura». Tiene cultivos de arroz y maíz. «Me siento orgulloso de mi empleo, pues para mí simplemente pisar la tierra ya es un motivo de satisfacción, cultivarla, sembrarla, cuidarla con mimo y con esmero, no es solo parte de mi oficio, sino la sensación de sentir como creas naturaleza, vida, riqueza, el fruto del esfuerzo diario».

Desde muy pequeño acompañar a su padre al campo ya era para él un regalo. «Siempre intentaba participar en cualquier labor agrícola, como a muchos niños me apasionaban los tractores, las cosechadoras o cualquier maquinaria agrícola. Mi primera opción siempre fue estudiar, y así fue. Soy Diplomado en Ciencias Empresariales en la Universidad de Extremadura. Cuando acabé mis estudios empecé a trabajar en la gestión de empresas de otro sector, la construcción. Pero nunca dejé de mirar o pensar en el mundo rural, a consecuencia de que para mí era muy difícil no tenerlo presente».

Con la crisis de la edificación tomó esta salida laboral y hoy confiesa: «Lógicamente para mí, mi explotación es mi vida». Indica que la agricultura está ya muy vinculada a la tecnología, la maquinaria, las semillas, los fertilizantes o productos fitosanitarios, los sistemas de riego o control de cultivo, la cosecha:«Todo ello ha dado un cambio evolutivo importante en el sector agrario», comenta. Y concluye: «Los jóvenes cada vez más estamos tomando parte en la agricultura y la ganadería, puesto que el relevo generacional es ley de vida».

«Lo que empezó siendo un juego ha acabado en un oficio»

Eva Albalat 31 años. Cultiva cerezos, castaños, higueras y olivos

Eva Albalat tiene 31 años y es de Arroyomolinos de la Vera. Estudió Ingeniería Agrícola y en la actualidad está con los trámites para incorporarse de lleno al cultivo de cerezos, castaños, higueras y olivar que suman ocho hectáreas. Además compatibiliza su aspiración con la empresa de cerrajería y fontanería que tiene su familia. Ella es una de las excepciones, una de esas personas que optan por el medio rural como forma de vida.

¿Qué le llamó la atención de este mundo? La joven lo describe de la siguiente manera: «Como desde pequeña mis padres, mis abuelos... eran todos agricultores, y en mi pueblo la actividad principal es la ganadería, supongo que lo que empezó siendo un juego de ir con mis seres queridos a realizar las tareas del campo ha hecho que mi vida profesional sea esta».

En plena comarca de la Vera y muy cerca del Valle del Jerte, su tierra es idónea para los cultivos de los que se ocupará. «Como se suele decir, La Vera es el vergel del Valle», señala con una sonrisa de complicidad al otro lado del teléfono.

Siempre empeñada en modernizar las técnicas de trabajo y aplicar la digitalización, detalla que en la cooperativa a la que pertenece su cuaderno de campo lo lleva virtualmente desde el móvil y el ordenador.

«No solo hay que mirar a las grandes ciudades para trabajar»

Javier Pino. Apicultor de 26 años