Las principales calles comerciales de Cáceres estaban ayer desangeladas, y no solo por las gélidas temperaturas de la mañana de 7 de enero. La fecha marcada tradicionalmente como el inicio del periodo de rebajas (aunque los descuentos se anticipen ya muchos días) y las devoluciones de la carta de los Reyes Magos dejaba una estampa insólita como consecuencia del cierre decretado en el comercio y la hostelería de 16 localidades de la región, entre ellas Cáceres y Badajoz. Frente al trasiego típico de esta jornada, la imagen ayer incluía calles vacías, persianas bajadas y escaparates desiertos, aun con carteles que promocionaban las jornadas de grandes descuentos que debían haberse iniciado como colofón a la campaña navideña. Lo mismo en el centro comercial Ruta de la Plata, desierto; en las calles de Badajoz o en El Faro, el principal espacio comercial de la región. Unos minutos después de las diez de la mañana los pasillos se encontraban prácticamente vacíos. Sólo abrieron Hipercor, la tienda de animales, las de telefonía y las ópticas. Pero pocos clientes se acercaron. Entre ellos, Juani, por puro despiste, pues iba a cambiar una prenda para hacer un favor a un conocido y no se acordó de las restricciones. María Fernando Gaete también acudió al Faro a primera hora, pero ella sí acertó, porque se le había estropeado el móvil «y me dijeron que era primera necesidad».

Los dos grandes núcleos de la región están entre los afectados por el cierre decretado por la Junta de Extremadura en el comercio y la hostelería ante el incremento de los casos de covid-19 en todos ellos (rozaban los 600 casos por 100.000 habitantes cuando se adoptaron la medidas, el 4 de enero) y la decisión ha hecho estallar al pequeño comercio, que considera la medida «injusta y desproporcionada». Temen que los contagios no se controlen en la próxima semana y el cierre se pueda prolongar más allá del día 13, tirando por tierra lo poco que les quedaba para salvar sus negocios.

Cacerolas y luces apagadas

«Entiendo la situación sanitaria, pero las cosas no se han hecho bien. Llevamos muchos meses con el cajón cerrado y hay muchas familias que viven de esto. Esta semana es vital», apuntó ayer Emilio Doncel, presidente de COEBA, la Confederación de Asociaciones Empresariales de la provincia de Badajoz, que alerta de que muchos negocios están «tirando la toalla» tras casi un año al límite. «Es una medida discriminatoria y un agravio para el pequeño comercio por las aglomeraciones que han registrado los centros comerciales y porque hay locales que sí pueden abrir. Nosotros hemos cumplido y ahora pagamos igual», lamenta Félix Retamar, del colectivo de comerciantes de la calle Menacho de Badajoz. Este y los que aglutinan a los comerciantes de San Roque y Casco Antiguo han convocado hoy unas caceroladas a las 12.00 horas para protestar por la medida.

En Cáceres las protestas se iniciaron ayer tras una reunión que congregó a los principales colectivos del comercio de la ciudad. «Hemos cumplido con todo y nuestros establecimientos no han provocado contagios», lamenta desde la Asociación del Comercio de Cáceres (AECA) su presidenta, Francisca Campos. La sensación en el sector es que son el «cabeza de turco» ante una situación epidemiológica que entienden que es «grave». «Hemos gastado un dinero que no teníamos en protección, hemos desinfectado y hemos perdido ventas por tener a los clientes esperando en la calle. Llevamos meses intentando sobrevivir y no nos dejan», reivindican también en la asociación Astoria. Representantes de estos colectivos y de las asociaciones de Rodríguez Moñino, Gómez Becerra y Plaza de los Maestros acordaron ayer remitir un escrito a la Junta de Extremadura en el que piden que se les expliquen los criterios que se han seguido para determinar los cierres y otro al Ayuntamiento de Cáceres para solicitar un encuentro con el alcalde Luis Salaya y la edil de Comercio Mari Ángeles Costa, para pedir también «explicaciones» y «alternativas a su situación». «No entendemos por qué no puede abrir una zapatería pero sí una gran superficie que también tiene zapatos», señala Francisca Campos. «Esto va a dar la puntilla a muchos negocios», añadió.

Los colectivos acordaron también acciones de protesta como un ‘apagón’ en sus escaparates, que dejarán a oscuras, sin mercancía o tapados para expresar su rechazo a la decisión adoptada por la Junta de Extremadura. El colectivo Astoria y el de la plaza de los Maestros convocaron además una cacerolada a través de las redes sociales, que pretenden repetir a las 12.00 horas durante todos los días que se prolongue el cierre. Hoy protestarán también los comerciantes de Rodríguez Moñino, que saldrán con silbatos a la calle.

«¿De qué sirve que nos cierren a nosotros si van a seguir los encuentros familiares que sí que está siendo la principal causa de contagio?», pregunta Cristina Herreros de Tejada, de la tienda Closer. La misma desazón había a dos calles: «La venta online es un recurso, pero no es la solución. Tengo a 8 personas trabajando. No se puede cerrar un negocio de un día para otro», decía Marina Rodríguez, en la tienda de regalos Rosso. Y también en un vídeo que colgó en las redes sociales Pilar Baños de la zapatería Pasittos, al borde de las lágrimas: « No tiene ninguna lógica que una persona pueda estar haciéndose las uñas y yo no pueda vender zapatos. Yo entiendo que no es fácil, pero que se levanten del sillón salgan a ver al pequeño comercio. Que nos vean trabajar», reclama.

Tampoco comparten la medida muchos de los establecimientos que sí podían abrir ayer: «Hay que parar los contagios, pero creo que esta medida no es la solución. No es justo», lamenta Eugenia Bordallo, de la floristería Amarylis. Su establecimiento era ayer uno de los cuatro locales abiertos entre la quincena que hay en la calle Rodríguez Moñino.

El comercio cacereño también recibió ayer el respaldo de los principales colectivos empresariales de la provincia. La Federación Empresarial destacó «el estricto cumplimiento» del pequeño comercio con las reducciones de aforo planteada en Navidad frente a la situación de los centros comerciales: «hemos podido comprobar que los aparcamientos de los mismos se encontraban ocupados al 100%» la mentaron y pidieron que los cierres no se prolonguen más allá del día 13. También el Círculo Empresarial Cacereño (CEC) expresó el malestar por la medida y pidió crear la figura del «rastreador» para el comercio y la hostelería, «de modo que se vigile el cumplimiento de las normas sanitarias y los aforos».

Plasencia y Mérida son los dos grandes núcleos que han quedado de momento fuera de las restricciones. De hecho una de las críticas del comercio cacereño era que muchos vecinos de Cáceres que no podían comprar en su ciudad sí podrían salir a otras ciudades sin restricciones como Plasencia. Allí la Concejalía de Interior estaba preparada para esa posible llegada de cacereños para comprar en las rebajas, pero el concejal David Dóniga señaló que la mañana transcurrió con normalidad y no se produjeron aglomeraciones ni afluencia excesiva de personas. Solo en alguna franquicia de la calle del Sol se pudieron ver colas, aunque el presidente del comercio Zona Centro, Fernando Santiago, lo achacó más a «las devoluciones, es día de cambios», más que a las rebajas. De hecho, según dijo, la mañana había estado tranquila, aunque «con un goteo de clientes, ojalá hubiéramos notado más afluencia». Desde la avenida de la Vera y Santa Elena, José Luis Ventura, presidente del sector, sí destacó «movimiento» en el primer día de rebajas, informa Raquel Rodríguez.

Mientras tanto en Almendralejo, otra de las localidades en las que se ha decretado el cierre, el alcalde pidió a comerciantes y hosteleros que planteen alternativas que pueda dirigir a la Junta de Extremadura. El cierre ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia en muchos empresarios allí. «No tienen nada para demostrar que la hostelería y el comercio sean focos de contagio. Y el problema es que la gente se está yendo a otras localidades donde no hay restricciones», alertó Luis Miguel Díaz, presidente de Hostural. El colectivo baraja una gran manifestación. También la coordinadora empresarial (CEAL) explotó a través de un comunicado donde indicaba que «el covid se paraliza con vacunas, no con el cierre del comercio y la hostelería», informa Rodrigo Morán.

«Nos están momificando»

«Nos están momificando» En la hostelería el cierre es la «puntilla» a una Navidad de la que salen ya con las fuerzas muy mermadas por las limitaciones de horarios y aforo. «No es que nos estén demonizando sino que ya nos están momificando y condenando a seguir estando inmersos en la miseria», lamenta José Parodi, del colectivo Acabares en Cáceres. La crítica del sector es que mientras se les señala como responsables de los contagios: «los cierres y el ocio descontrolado en las casas es lo que se ha visto que ha disparado los casos», añade. Los hosteleros están estudiando alguna acción de protesta que pretende llevar a cabo de forma coordinada con otros colectivos de la región.

El centro de Badajoz, siempre bullicioso a la hora de los desayunos, estaba solitario sin las terrazas y con los bares sin actividad. Para José María Pérez Marqués, presidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Badajoz, la situación en que se quedan estos negocios «es lamentable». «Parece que el recurso que tienen nuestros dirigentes cada vez que la cosa empeora es cerrar la hostelería». Estos empresarios señalan también a la falta de controles en los centros comerciales y las aglomeraciones de las Navidades en ellos. «Otro sinsentido, en su opinión, es que mientras los negocios no puedan abrir en Badajoz, como no existe cierre perimetral, los consumidores pueden acercarse a otras localidades.

Esta asociación reconoce la necesidad de un «ejercicio de responsabilidad» pero debe ir acompañado de medidas económicas proporcionales: «si trabajamos al 40%, que las cotizaciones sean al 40%». Respecto a la posibilidad de convocar protestas, la asociación quieren ponerse en contacto con todas las que funcionan en el ámbito nacional para elaborar un manifiesto conjunto y no descartan plantear «la objeción fiscal». García Marqués recuerda que la hostelería, el pequeño comercio y los autónomos son «el gran grupo empleador de este país» y «como nosotros nos hundamos, el 70% del empleo productivo se va a hacer gárgaras».