Extremadura ha perdido casi una cuarta parte de su superficie de cultivos transgénicos en los dos últimos años. Desde el 2018, las parcelas sembradas con maíz MON 810 (desarrollado por la multinacional Monsanto) han pasado de ocupar 14.137,8 hectáreas a 10.718,4 (-24,2%), según los cálculos del Ministerio de Agricultura. Con todo, la extremeña permanece como la tercera comunidad autónoma con una mayor presencia de esta variedad genéticamente modificada, la única cuyo empleo está autorizado en España. 8.106,3 hectáreas están en la provincia de Cáceres y 2.612,1 en la de Badajoz. Por encima quedan solo Aragón, con 40.994,8 hectáreas, y Cataluña, con 31.833,1.

En el agregado nacional, la evolución a la baja también ha sido clara, con 98.151,6 hectáreas estimadas en el 2020, lo que se tradujo en la cuarta caída anual consecutiva, desde las 129.081 del 2016. Es la primera vez que se baja de las cien mil hectáreas desde el 2011.

La Cooperativa San Agustín de Obando cultiva unas 1.500 hectáreas de maíz, para una producción de entre 16 y 17 millones de kilos anuales, el 90% de ellos transgénicos. Su gerente, Juan Manuel Masa, explica que al descenso de las plantaciones transgénicas han contribuido dos factores: por un lado, «la producciones de maíz, en general, ha bajado en torno a un 20%» . Por otro, añade, «en los últimos años ha habido una cierta tendencia a cambiar las variedades transgénicas por las que se destinan a consumo humano».

El motivo de esta sustitución es que las semillas modificadas genéticamente solo están permitidas cuando su destino es la elaboración de piensos animales, pero prohibidas en el caso de que se trate de alimentación para personas. Y son las variedades destinadas a consumo humano las que han tenido en los últimos años unos «precios más rentables para los agricultores», lo que las ha hecho ganar enteros en sus preferencias.

No obstante, desde hace «dos o tres meses» se está invirtiendo la situación. «Actualmente el mercado del maíz para pienso ha experimentado un incremento de precio notable», afirma el responsable de esta cooperativa, ubicada en Obando, pedanía de la localidad pacense de Navalvillar de Pela. Por esta razón, pronostica que su superficie con vistas a la próxima campaña de siembra, que se desarrollará entre los meses de marzo y abril, «como mínimo se a va mantener».

Apenas media decena de países autorizan actualmente el uso de maíz MON 810 en la UE. España encabeza claramente los niveles de producción en Europa, con alrededor de un 90% del total. Por contra, en países como EEUU, Brasil, Argentina o Canadá los transgénicos han generado mucho menos rechazo social y se han implantado a gran escala.

La variedad modificada genéticamente resiste a los taladros del maíz ostrinia nubilalis y sesamia nonagrioides, considerados como una de las plagas de mayor repercusión económica para la producción de este alimento. «El coste de las semillas viene a ser similar al resto y garantizas que vas a tener una cosecha rentabilizada en términos de producción», esgrime Masa.