Las bajas de docentes por enfermedad registradas en Extremadura en enero pasado prácticamente fueron el doble que las contabilizadas en el mismo mes del 2020. El impacto de la pandemia ha hecho que las incapacidades temporales entre los profesores de los centros de enseñanza públicos de la región entre un periodo y otro pasaran de 306 a 593, según los datos facilitados por la Consejería de Educación y Empleo.

Alfredo Aranda, vicepresidente del sindicato PIDE, apunta que «el grueso» de este aumentó tiene su origen en los casos positivos por SARS-CoV-2 entre los profesores y en los aislamientos forzosos por haber estado en contacto con una fuente del virus en un mes en el que, además, se disparó la incidencia del coronavirus en la comunidad autónoma.

No obstante, puntualiza además que la pandemia está generando un incremento de otro tipo de problemas, como las situaciones que tienen que ver con cuadros de «estrés, ansiedad y depresión». De la misma manera, también atribuye parte de esta tendencia a los problemas que la mascarilla está ocasionando en una de las principales herramientas de trabajo de los profesores, su voz, al necesitar elevar el volumen y forzar más su laringe. «A un docente que habla para un aforo de quince o veinte niños tienen que escucharlo de la primera a la última fila. Y la mascarilla provoca que deban forzar la voz más de lo habitual durante mucho tiempo al día», explica.

Por otro lado, agrega Aranda, el número de bajas en colegios e institutos ha llevado a ampliar la periodicidad de las convocatorias que se publican para cubrir estas plazas, de forma que «prácticamente cada 48 horas» hay una, lo que «ha agilizado» las sustituciones de las vacantes.

Mercedes Barrado, presidenta del sector de Educación de CSIF Extremadura, coincide en que detrás de este incrementos de las bajas está el elevado número de contagios que se están produciendo en los centros educativos y también resalta la incidencia al alza que se está observando en las patologías de la voz «derivadas de estar con mascarillas durante seis horas al día». Largos periodos de tiempo hablando que transcurren, además, con las ventanas y puertas abiertas, lo que deja entrar el ruido del exterior y hace «más difícil proyectar la voz a los alumnos».

En cuanto a quienes han sido contagiados, Barrado cree que «es absurdo que no se les esté haciendo un segundo PCR» antes de volver a impartir clase, algo que podría permitir acortar las bajas en algunas situaciones. En cualquier caso, esgrime que este incremento de las incapacidades temporales «da la razón» a quienes consideran que los profesores «son un colectivo de riesgo» y «deben ser vacunados prioritariamente».

MAYORES DE 55 AÑOS

Hace unos días, la comisión de Salud Pública del Sistema Nacional de Salud, conformada por técnicos del Ministerio de Sanidad y de las comunidades autónomas, decidió que con la vacuna de AstraZeneca se dará prioridad a varios colectivos esenciales, entre ellos el profesorado, si bien este fármaco solo se administrará a personas de entre 18 y 55 años. En este sentido, Barrado recuerda que «más de un tercio de los docentes españoles superan los 55 años, una franja de edad con mucha más vulnerabilidad y más patologías», por lo que se debe «arbitrar urgentemente» un mecanismo para que también sean vacunados con rapidez.