«Es un sumidero de CO² y eso resulta bueno para el Planeta». Además, «es un ‘bosque’» que da cobijo a más insectos y plantas beneficiosas para el olivar que a plagas que puedan perjudicar la producción. «Y llevándolo a una índole más material, no tiene por qué ser menos competitivo que el convencional». De esta forma resume Alfonso Montaño, oleólogo del Centro Tecnológico Agroalimentario Extremadura (Ctaex) algunas de las principales ventajas que ofrece el olivar ecológico. Durante este mes, Montaño coordina unas jornadas técnicas que abordan este cultivo, y que organizan el Ctaex y el Ayuntamiento de Almendral, la localidad pacense en la que tienen lugar. El objetivo es constituir un foro en el que puedan tomar parte profesionales «con ganas de hacer una olivicultura más enriquecedora para el medioambiente». Se celebran en Almendral, aclara, porque tanto en esta localidad como en las limítrofes «hay mucha superficie de olivar en ecológico» por lo que constituye un lugar idóneo para dar apoyo a este sistema de producción.

De acuerdo a los datos facilitados por la Consejería de Agricultura extremeña, en el 2020 la superficie de olivar ecológico se situó en 29.131 hectáreas en la comunidad autónoma, prácticamente igual cifra que en el ejercicio anterior (29.140), aunque por debajo de las que había una década antes (33.090). Extremadura llegó a tener en el 2009 más 38.200 hectáreas, «un 14,5% del total del olivar», puntualiza Montaño, mientras que ahora ronda el 10%. «Estos datos muestran que hay muchos olivicultores que no han seguido apostando por este cultivo muy probablemente por falta de convicción y búsqueda de una teórica mejor rentabilidad económica en los fitosanitarios y abonos sintéticos», aduce. No obstante, apostilla, continúa habiendo profesionales que se decantan por esta alternativa, sobre todo cuando se trata de nuevas plantaciones, ya que consideran que, aparte de reducir el impacto ambiental, a la hora de comercializar su aceite el marchamo ecológico puede proporcionar un valor añadido que les permita ser más competitivos.

Una dirección en la que apuntan también los datos de producción de aceituna ecológica, que desde el 2010 se ha incrementado más de un 50% en la región, con una estimación de 41.842 toneladas el pasado año, a pesar de la caída de la superficie cultivada. «Se ha perdido olivar de quienes estaban solo para cobrar la subvención y en cambio han ido apareciendo olivicultores más profesionalizados y con mayor formación», justifica Montaño. Por eso, se muestra optimista de cara al futuro: «El mercado está demandando aceites de oliva vírgenes extra de calidad, y además, sin residuos. Tanto a granel como envasado, está pagando un diferencial de precio mayor, que justificará el mayor esfuerzo, conocimientos y profesionalidad que exige un cultivo ecológico».

En la misma línea seguida por la producción, las industrias de olivar ecológico registradas en Extremadura casi se han duplicado en los dos últimos lustros, pasando de 29 a 55. La práctica totalidad de ellas (54) son almazaras y/o envasadoras de aceite, por una sola centrada en la aceituna de aderezo.

Más formación técnica

Este experto incide en las «muchas» ventajas que conlleva optar por la vía ecológica, pero también reconoce que supone un mayor compromiso por parte del agricultor. «Exige más formación técnica, mejor conocimiento de las plantas del entorno y de la fauna. Hay que ser mejor olivicultor. El uso de productos permitidos es estrecho y de coste diría que superior al convencional». Luego, a nivel industrial, también se exige un mayor control y mimo en fábrica para evitar contaminaciones cruzadas».

Considera, en cualquier caso, que la clave está en la comercialización y en que se consiga poner en valor el producto, «y en eso, creo yo, es donde se ha fallado. No ha habido una puesta en valor diferencial de esa aceituna y de su aceite. Quien ha luchado para llevarlo al mercado y con calidad, consigue ese diferencial que hace atractiva su comercialización»

.

Aunque la competencia en precio y calidad sea creciente incluso en los AOVE ecológicos, «con esfuerzo, se puede llegar a ver un futuro en el olivar ecológico mayor que en el convencional. Y en Extremadura se d

an condiciones muy óptimas para poder diferenciarse en ese sentido», remarca. Margen para el crecimiento hay, una vez que el olivar es el cultivo leñoso de mayor superficie agrícola en la región.

Por otro lado, este sistema puede ser una oportunidad de darle viabilidad al olivar tradicional, que tiene una importante presencia en la región. «Sin lugar a dudas el olivar extremeño ha de consolidar y seguir avanzando en proporcionar un valor añadido al olivar tradicional y de montaña. Eso, junto con adecuadas inversiones dirigidas a visualizar y comercializar este valor añadido, puede hacer que sobreviva y que se confiera algo más de rentabilidad al olivicultor», afirma Roberto García Ruiz, catedrático de Ecología, y responsable de la Unidad Funcional de Ecología del Centro de Estudios Avanzados en el Olivar y Aceites de Oliva, en la Universidad de Jaén. Suya fue la primera conferencia de esta edición de las jornadas: ‘El olivar ecológico, carbono y cambio climático’. Este sistema, «a través de la implementación de cubiertas vegetales funcionales, triturado de los restos de poda, ausencia de fertilizantes químicos y fitosanitarios de síntesis y la aplicación de fuentes orgánicas de nutrientes, favorece y refuerza un conjunto de servicios ecosistémicos», remarca.

Entre ellos, menciona la biodiversidad, la retención de suelo y nutrientes, la prevención y control biológico de plagas y enfermedades o la resistencia al cambio climático, «que confieren a ese modelo de cultivo sostenibilidad a largo plazo». Y son precisamente estas prácticas las que posibilitan que anualmente una fracción del CO² de la atmósfera se quede a largo plazo en la finca, actuando como sumidero de este gas. De forma indirecta, no emplear productos químicos de síntesis reduce las emisiones asociadas a su proceso de producción.

En su opinión, buena parte de las exigencias que impone este cultivo «son necesarias para garantizar una adecuada protección medioambiental y socioeconómica y al mismo tiempo una calidad adecuada del aceite de oliva», si bien matiza que dichos requisitos deben acompañarse de «estrategias y políticas a distintos niveles y en distintos frentes» destinadas a aumentar el margen que recibe el olivicultor.

García Ruiz coordina el proyecto Sustainolive, un consorcio que conforman 22 entidades de España, Portugal, Italia, Grecia, Túnez y Marruecos y que «surge ante la paradoja de que, a pesar de ser mundialmente reconocidos los beneficios del aceite de oliva en la salud humana, la producción de éste está basada en un modelo cada vez más insostenible». Por eso, busca promover «la implementación y promoción de conjuntos de soluciones innovadoras y sostenibles en las prácticas de manejo».

Combatir el cambio climático

«Estamos ante el cultivo que de manera más eficiente contribuye a la lucha contra el cambio climático», asevera Diego Granado, secretario general de Ecovalia. ‘Huella de carbono del olivar ecológico: oportunidad para modificar el modelo agroalimentario’ será el título de su conferencia, programada para la semana próxima. Granado incide en que la reducción de la emisión de dióxido de carbono del olivar es mayor del cien por cien. O lo que es lo mismo, no solo no se produce ni un solo gramo de emisiones para obtener un kilo de aceituna ecológica, sino que se absorben. «Estamos hablando de 209.000 hectáreas en España, con lo que es una herramienta a tener en cuenta», subraya. «La técnica de la tierra quemada o hacer como las langostas y esquilmar todo a nuestro paso no nos lleva a ningún sitio, no hay plan B ni planeta B. La producción ecológica es un modelo agroalimentario que es agronómicamente viable, económicamente rentable y medioambientalmente necesario», remacha.

Asegura que no poder recurrir a químicos de síntesis «no significa que no haya productos con los que abonar o luchar contra las plagas», más bien al contrario, ya que hay «una amplia gama» de ellos autorizados para la producción ecológica. En cuanto a las exigencias a la industria aceitera, «el principio es bien sencillo, un aceite de oliva ecológico solo puede salir de aceitunas ecológicas, de ninguna otra cosa, con lo que con una buena separación, trazabilidad y limpieza se puede cumplir con el proceso».

Califica como un «falso mito» «superado hace mucho tiempo» el que el olivar ecológico sea menos productivo que uno convencional y tenga que afrontar mayores costes, «por lo que en un mercado con precios mayores como es el del aceite ecológico, la rentabilidad está ahí. Otra cosa es hablar de crisis de precios, pero eso son problemas estructurales del sector y curiosamente al ecológico le afectan en menor medida que al convencional por operar en precios algo más altos, unos 60 céntimos de media por litro de aceite».

Defiende que en un mercado en el que, como el ecológico, la excelencia es fundamental «y no se puede producir de cualquier forma, hay que tender a adelantar cosechas» para elaborar aceites de calidad, y también a saber contar «lo que hay detrás de la botella de aceite, a mostrar el entorno, a los productores». «El consumidor de aceite ecológico valora el origen pero no sólo vinculado a una zona geográfica, sino a un paisaje, a un ecosistema, a unos valores naturales. Y por supuesto, como se ha puesto de relieve este año con la crisis del covid donde el consumo de productos ecológicos ha crecido, valora la salud», indica el secretario general de Ecovalia. Esta asociación profesional de la producción ecológica de España ha tenido desde hace tres décadas uno de principales focos de acción en el olivar, ya sea fomentando la formación y la investigación o contribuyendo a su promoción y comercialización.

Estrategia europea

Granado vaticina que este sistema de producción continuará creciendo. «Europa se ha propuesto lograr la neutralidad climática en el 2050 y el sector agroalimentario tiene que poner su parte. Para ello, la Comisión Europea se ha marcado como objetivo que el 25% de la superficie agraria esté en producción ecológica en el 2030. Eso va a condicionar la nueva PAC que se está diseñando», y en la que apuesta por lo ecológico «va a ser determinante». En el caso de Extremadura, admite que en estos momentos se encuentra lejos del promedio nacional de superficie ecológica --en torno al 3,4% del total frente al 10,2% español--, «por lo que la apuesta en la región tiene que ser decidida, han de incorporarse unas 660.000 hectáreas más para alcanzar el objetivo». En este punto, cree que la formación de los productores y conocer experiencias prácticas es básico «para poder afrontar la práctica del aceite de oliva ecológico con garantía de éxito».

De la misma manera, el apoyo desde la Administración, «no solo en ayudas, sino en formación o en reducir trabas burocráticas entre otros aspectos, son claves también para atraer productores y, por supuesto, la comercialización de sus cooperativas y almazaras», concluye.

La ponencia prevista para hoy -se van celebrando cada jueves de este mes- abordará los beneficios de una gestión adecuada de las cubiertas vegetales y el proyecto Life Olivares Vivos, una iniciativa que busca incrementar la rentabilidad del olivar a partir de la recuperación de su biodiversidad. Correrá a cargo de José Eugenio Gutiérrez Ureña, delegado de SEO/BirdLife en Andalucía. «Cuando las cubiertas herbáceas se gestionan de forma adecuada, lejos de perjudicar la rentabilidad o la productividad, lo que se hace es aumentarla», arguye. El mensaje en el que trata de incidir es que «trabajar a favor de la naturaleza es más rentable que hacerlo en contra».

Los servicios ecosistémicos aportados por la biodiversidad influyen en procesos de utilidad agrícola, proporcionando beneficios que van desde el control de la erosión -un problema que se acentúa en el caso del olivar en pendiente--, a la mayor fertilidad del suelo o al control biológico de las plagas. «Permite ahorrar dinero en abono o insecticidas porque se tienen más insectos auxiliares que van a controlar de manera gratuita las plagas. Pero sobre todo, lo más importante de un cultivo es el suelo y lo que hacen las cubiertas herbáceas es controlar y mejorar su valor», sostiene este biólogo. Hay que gestionar las hierbas, seleccionando y segando en su momento para que estén en el lugar y en la composición en los que deben estar y proporcionen beneficios a la agricultura. Una alternativa a la que, manifiesta, los agricultores están cambiando cada vez en mayor medida «y de una forma natural» por los beneficios que aporta.